En la Ciudad de Buenos Aires no hay demasiados restaurantes de 80 años. Diferente es el caso de las pizzerías de barrio que llevan décadas en las mismas coordenadas como un emblema gastronómico de los vecinos que valoran la previsibilidad de su oferta.
Esto es pizza de molde, media masa o a la piedra. Nada de “modernidades” importadas de otras latitudes. Sino más bien la repetición de un ritual que hicimos con nuestros padres y abuelos en un lugar de pertenencia. La experiencia gastronómica y la afectiva son indisociables en las pizzerías de barrio, esas que están por fuera de los grandes polos gastronómicos como la Av. Corrientes con sus exponentes archiconocidos como Güerrín.
Angelín en Palermo
En la vereda de Avenida Córdoba, frente a un discreto local con el nombre escrito en la vidriera en luces de neón, siempre se ve a los fieles clientes de este negocio con 85 años de historia y un orgullo del cual jactarse: ser los creadores de la pizza canchera. Esta se elabora sin queso, con sólo salsa de tomate y especias y originalmente nació para ser consumida en porciones cerca de la cancha de Atlanta.
Otros clásicos de la casa: la fugazzeta, la muzza media masa con blend de muzzarellas, la portuguesa con salsa de tomate, cebolla finita y un toque de picante, la napo con tomate fresco, muzzarella y mucho ajo y la completa de mozzarella, jamón arriba, morrones y aceitunas.
Angelín. Av. Córdoba 5270.
Instagram: @angelin.pizzeria
El Cuartito en Retiro
Alejada de los polos pizzeros más conocidos y fundada en 1934, es un local legendario atendido por la tercera generación de una misma familia. Por su salón pasaron desde los tangueros Aníbal Troilo y Roberto Goyeneche hasta Diego Maradona y Guillermo Coppola.
Siempre hay cola de habitués y curiosos, muchos de ellos turistas que no quieren perderse este hito en el mapa pizzero de la Ciudad. La fugazzeta se rellena con doble masa y combinación secreta de quesos y cebolla es uno de sus hits y rivaliza con las más populares de Avenida Corrientes. .
El Cuartito. Talcahuano 937
Instagram: @cuartito_paginaoficial
Gran Pizzería José en Villa Devoto
Acaba de cumplir 80 años este local fundado por un inmigrante yugoslavo cuyo emprendimiento prosperó gracias a la fundación del cine Aconcagua -que se inauguró en 1945-, a sólo una cuadra, sobre la avenida Mosconi. En los 90 pasó a manos de una familia asturiana que todavía hoy está a cargo del negocio.
Sus actuales dueños aseguran que la receta es la misma de toda la vida. Y subrayan que preparan la pizza (a la media masa, bien alta y con bordes crujientes) en el momento: no la tienen marcada ni utilizan pre pizzas. Los sabores son los clásicos y las que más salen, la tradicional mozzarella, la fugazzeta y la de jamón y morrones.
Gran Pizzería José. Av. San Martín 6915. Instagram: @pizzeriajosedevoto
Los Campeones en Barracas
Un clásico de Barracas que abrió sus puertas en 1954 y es una de las pizzerías de la Ciudad que sigue apostando a la pizza a la piedra -aunque también sacan algunas al molde-.
El horno, alimentado a quebracho para que le de sabor especial a las pizzas, es enorme. Tiene 5 metros de profundidad y un ancho de 2, 5 metros donde se pueden cocinar de 10 a 15 pizzas en simultáneo. En promedio, venden de 400 a 500 unidades por día.
La pizza más vendida es la de provolone, cuya versión XL de 10 porciones lleva 600 gramos de queso mozzarella y está cubierta por otros 600 gramos de lonjas gruesas de queso provolone. En el podio le sigue la napolitana, la calabresa y la de jamón y morrones. La “Napo” lleva mozzarella recubierta por tomate natural y una lluvia de ajo picado.
Los Campeones. Av. Montes de Oca 856. Instagram: @pizzerialoscampeones
El Mazacote en Monserrat
Es una de las más jóvenes de esta lista: tiene 41 años. Y al igual que Los Campeones es un gran refugio de los fanáticos de la pizza a la piedra -aunque también hacen variedades al molde-, que en este caso afortunadamente no le hacen honor al nombre del local.
Las más vendidas son la de mozzarella y napolitana a la piedra. Hay que guardarse espacio para probar la “fainazzeta”, una fainá recubierta por mozzarella, cebolla y queso rallado encima.
Según el libro “Nuestra Pizza, una pasión redonda” de Joaquín Hidalgo y Martín Auzmendi, el dueño original de esta pizzería, Alberto Oscar Konigsberg es el creador de esa tentadora combinación en que “todo queda amalgamado, crocante y apenas picante”.
El Mazacote. Chile 1400.
Instagram: @mazacotepizzeria
San Carlos en Caballito
En sus 55 años, este icono del barrio fundado por dos amigos, un español y un italiano, se convirtió en un clásico del cada vez más populoso barrio de Caballito. Hoy sigue en manos de una de las familias fundadoras y ofrece más de 50 variedades de pizza (al molde o piedra).
Hay desde las más clásicas a las más gourmet. También tienen buena fama sus calzones. Los amantes de la muzzarella no dejan pasar la 4 muzza lovers con masa alta especial, salsa casera de San Carlos y ¡casi un kilo! de ese irresistible queso de pasta hilada. La fugazza con muzzarella también es deliciosa.
San Carlos. Av. Rivadavia 4548, Caballito. Instagram: @sancarlos.pizzeria
Pirilo en San Telmo
Para quienes no son del barrio este pequeño local fundado en 1932 bien puede pasar inadvertido. Sobre todo de noche, con la persiana baja y sin más señal que un grafitti con su nombre. Tampoco tiene mesas ni baño, o sea es un auténtico negocio de comida callejera para disfrutar una buena porción de pizza “de dorapa”.
Su horno a la leña a la vista es todo un sello distintivo. Hay que probar la fugazzeta rellena, la fugazza con cebolla, la pizza de muzzarella al molde, la pizza canchera y la fainá. El horno a leña a la vista ubicado en el fondo del local distingue a este clásico del barrio que sus vecinos adoran.
Pirilo. Defensa 821.
El Cedrón en Mataderos
En esta esquina se da de comer desde 1908. Lo que en sus inicios fue una pulpería y luego un bar empezó a despachar pizza hace ya casi 60 años. Tiene mucho anclaje barrial: las referencias al club Nueva Chicago, por ejemplo, a tono con la atmósfera simple del salón donde se puede comer de parado o sentado.
Los habitués destacan la fugazzeta rellena, la calidad de la mozzarella y la atención de los mozos. En la carta también hay platos de cocina y de parrilla pero es sabido que los clientes siempre vuelven por la pizza.
El Cedrón. Av. Juan Bautista Alberdi 6101. Instagram: @el_cedron
El Fortín en Monte Castro
Otra esquina famosa, en este caso en la frontera entre Monte Castro y Villa Luro. Fue fundada por cinco amigos en 1962, en el local donde antes había una cantina con el mismo nombre. El salón es bullicioso e informal con mucho movimiento entre los clientes que entran y salen y los mozos, “como los de antes”.
Las pizzas son puro volumen, exuberancia y color: impactan a primera vista con sus super morrones sobre queso fundido y condimentos por doquier. Aún así recomiendan no dejar de probar la de mozzarella y la fainá.
El Fortín. Av. Álvarez Jonte 5299.
Instagram: pizzeriaelfortin
Torino Norte en Paternal
Hace 55 años descendientes de inmigrantes italianos y españoles confluyeron su recetario para conseguir el típico exponente de pizza porteña que este emblemático local sigue ofreciendo como es el caso de la tradicional de jamón y morrones.
Pero al igual que el salón que se modernizó con una estética bien contemporánea, la carta ofrece variedades más actuales como la de “quesos finos italianos” con mozzarella, grana padano, gorgonzola y mozzarella de búfala. También pizzas rellenas y creaciones del pizzero como la original pizza Gramajo.
Torino Norte. Av. Juan Bautista Justo 3995. Instagram: @torinonorte
Fuente: Clarín Gourmet