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De qué se trata “Raquis”, el nuevo proyecto enológico de Andrés Vignoni

Raquis llega al mundo del vino a mostrarnos una conexión auténtica con la naturaleza y con los sentidos, poniendo por delante los elementos esenciales que forman parte de su ADN.

“Raquis” es la palabra griega que designa la columna vertebral. Pero también nos habla de sostén y estructura, el escobajo que constituye la conexión vital entre la uva y la planta. Y, al mismo tiempo, de una imagen pura del propósito del proyecto: el nombre Raquis remite a la naturaleza, y a los valores de austeridad, honestidad y desnuda belleza. Son bases propias de un lujo contemporáneo que pondera el detalle preciso, el equilibrio entre lo escaso y lo generoso.

El corazón de Raquis está formado por tres profesionales del vino con una larga trayectoria que mezcla en partes iguales inquietud y excelencia:

Andrés Vignoni es enólogo e hijo de enólogos. Con más de 25 cosechas alrededor del mundo y un paladar preciso para definir estilos, lleva una vida entre viñas y piensa el vino con una capacidad creativa inagotable.

Facundo Impagliazzo es un ingeniero agrónomo con sensibilidad para la naturaleza y talento para explorar lugares e interpretar su potencial. De familia vinculada al campo, se ha dedicado a enlazar vides con paisajes únicos.

Ariel Núñez Porolli es un ingeniero industrial con un don para conectar talentos y liderar equipos hacia la excelencia. Mentor de corazón, trabajó para importantes grupos y bodegas haciendo realidad todo tipo de proyectos.

Andrés, Facundo y Ariel se conocieron trabajando en la industria. Durante una década se sumergieron en una búsqueda apuntada a modernizar y afinar sus paladares, ampliando los horizontes de orígenes y estilos de vino.

Parte de la exploración

Así, a través de botellas de productores del Viejo Mundo, fueron despertando las preguntas: “¿Son los vinos que hacemos hoy los que nos gusta tomar y lo que deseamos hacer? ¿Dónde y con qué técnicas podemos hacer los vinos que nos imaginamos?”.

Poco a poco, a través de calicatas, charlas con productores y visitas a viñedos, fueron armando un gran archivo que se convirtió en el mapa elemental de Raquis.

Fracciones de viñedos, parcelas, lunares de vid de una vasta cantidad de viñedos de distintos parajes, que tamizamos para focalizarnos en productores que delinearon un estilo: intensidad y capas de sabor, textura de paladar y agilidad de paso; tintos que entran en la boca con amplitud y amabilidad, y que se adelgazan, ganan velocidad y se ciñen para estirar un largo y complejo final donde el recuerdo se fija en la textura.

En esos espacios ponemos en función un manejo de viñedo de precisión exhaustivo para llevarlo a su máximo potencial, con la intuición como aliada al momento de tomar elecciones de prácticas y puntos de cosecha.

Propuesta de valor

Cuando en el 2021 llegó la primera elaboración, las metas y el perfil estaban claros. Los vinos debían transparentar el lugar, ser respetuosos de esa identidad y de la naturaleza circundante. Debían tener ecos definitivos en otras latitudes, pero los pies puestos en nuestra tierra. Tal es el compromiso con el origen, que en Raquis ya no se habla de varietales, sólo se habla de zonas, cuyo vehículo es la mezcla varietal que convive en el lugar.

A través de estas bases, apuntamos a despojarnos de formalismos. Raquis evoluciona dentro de una idea de libertad que también pueda transmitirse a todos aquellos que se sumerjan en sus vinos. Esta libertad a su vez está íntimamente unida a un regreso a la pureza, la sinceridad y la transparencia, para traducir de manera fiel las múltiples voces que conforman la expresión de todo espacio natural.

Al mismo tiempo, Raquis se dirige a representar el signo de los tiempos desde un desafío particular: el del freno en épocas aceleradas, el del avance hacia el futuro entendido como la revalorización de la enorme complejidad que se encuentra dentro de lo simple.

Raquis llega al mundo del vino a mostrarnos una conexión auténtica con la naturaleza y con los sentidos, poniendo por delante los elementos esenciales que forman parte de su ADN.

LOS VINOS

Raquis Las Bases

Tinto regional de base malbec, elaborado con uvas originarias de viñedos viejos de Luján de Cuyo y plantaciones de edad variable de Valle de Uco, que van desde Las Compuertas, pasando por Agrelo, Gualtallary, San Pablo, Chacayes, hasta Altamira, columna vertebral de la vitivinicultura de Mendoza. Las Bases es la representación de la sinopsis de paisajes que conviven en Raquis.

Raquis Los Parajes

Vinos que transmiten un origen, muestran la diversidad del terroir mendocino y esgrimen una identidad única. Gualtallary, San Pablo, Chacayes y Altamira son los sitios elegidos para mostrar lo que se considera el corazón de Raquis.

Raquis Monasterio

Vino que captura la esencia de uno de los lugares más exquisitos de Gualtallary: la sub-apelación Monasterio. Detrás de lo prístino de este vino, se descubre el espíritu de búsqueda permanente de Raquis y su compromiso para alcanzar el más mínimo detalle y la transparencia que nos transporta directo a su origen.

LAS FINCAS: LO QUE SE VIENE

Identificar las subzonas de mayor potencial cualitativo fue la primera meta al momento de buscar aquellos lugares donde basar las futuras fincas propias: Monasterio dentro de Gualtallary y las sierras orientales de Agrelo.

En la finca de Monasterio, los suelos con profundidad variable presentan calcáreo, caliche consolidado típico de este lugar, capas de arena y limo, y -en casi todos los puntos- un conjunto de gravas gruesas y finas.

La finca de Agrelo, mientras tanto, se ubica justo donde se forma el talón entre las cerrilladas y la planicie, con una gran presencia de yeso en el suelo. Siguiendo una idea de respeto por la naturaleza y baja intervención de nuestro trabajo, aquí también se construirá la bodega que estará operativa en 2024. Valiéndose de pendientes naturales en tres niveles semienterrados, la bodega será eficiente en temperatura y uso energético.

Estos lugares presentan características en común que se configuraron como prioridades. La primera es la topografía accidentada, con pendientes, exposiciones, lomas y laderas de distintas orientaciones que introducen un factor de variación y marcan perfiles diferenciados en las vides en pocas hectáreas.

Además, se favorecieron zonas incultas, en las que la vegetación nativa se expresó y evolucionó de la mano de su contexto natural, formando comunidades que representan cada sector del terreno.

El método

En las futuras fincas de Monasterio y Las Sierras de Agrelo, la prioridad es la armonía entre la viña y el lugar donde se encuentra, preservando el ecosistema, protegiendo la flora y fauna autóctonas, y asegurando la sostenibilidad a largo plazo. Para lograr este objetivo, se puso en marcha un proceso riguroso de estudio de cada sector. En este punto, se desplegaron cinco áreas claves a profundizar:

Flora nativa: las especies se relevaron de manera exhaustiva, caracterizando las comunidades fitosociológicas de cada sector de la finca para entender cómo interactúan con el resto del ecosistema e influyen en el terroir.

Microclima: con sensores de temperatura y radiación se analizó la variación de factores en los distintos sectores de la finca y sus causas. Paralelamente, se elaboraron mapas de probabilidad de helada y suma térmica para comprender en detalle el comportamiento térmico de cada sector.

Topografía: a través de imágenes de alta resolución tomadas por drones, se construyó un modelo digital de elevación, derivando mapas de pendientes, exposiciones, curvas de nivel y radiación solar acumulada.

Hidrología: se identificaron cauces permanentes e intermitentes de agua, y posibles zonas de anegamiento o erosión. La hidrología también tiene un rol en el mapeo de las heladas, ya que el aire frío se mueve en la misma dirección en que lo haría el agua.

Suelo: con una alta densidad de calicatas, se observaron los distintos perfiles de suelo y cómo cada capa varía espacialmente. Estas variaciones se asociaron luego a la topografía y la geología para entender los cambios de cada sector.

El cruce de este cúmulo de datos desembocó en el dibujo de sectores a los que denominamos “ambientes”: porciones de cada finca que comparten las mismas características generales. A su vez, dentro de cada uno de esos ambientes, se delimitaron parcelas más específicas.

La plantación

Previo a la plantación, el suelo no se intervino con maquinarias, evitando así la alteración de los primeros centímetros que son clave en el desarrollo de su biología. Sólo se excavaron pozos en el lugar donde irá cada planta, para facilitar el desarrollo de las raíces. Este trabajo se realizó exclusivamente donde el estrato arbustivo brindaba lugar. Además, se mantuvieron intactos los sectores en los la flora nativa cumple con funciones de control de erosión o corredor biológico. Así, se logra una integración profunda del viñedo y su entorno.

Las elecciones del marco de plantación y el sistema de riego son específicas para cada parcela, basadas en el vigor potencial de la vid. El riego se instrumenta con un moderno sistema de microirrigación subterránea, que permite ahorrar agua y favorecer el crecimiento en profundidad de las raíces, aumentando la resistencia de la planta a la sequía.

Las técnicas de manejo del viñedo buscan preservar el ecosistema y lograr la máxima expresión de cada planta. Se privilegian prácticas agrícolas sostenibles y respetuosas con el medio ambiente como la agricultura orgánica y la biodinámica, fomentando la salud del suelo, la biodiversidad y la conservación del agua.