Quienes visiten la bodega Alfa Crux (o su restaurante), en Valle de Uco, tendrán la oportunidad de hacerse de un souvenir muy tentador: Alfa Jor. Se trata de una exclusiva línea de alfajores que se sólo se vende en su tienda, que combina dulce de leche y nuez, con una cobertura de chocolate belga al 70% y praliné de nueces de Tupungato y sal marina.
“La idea de este producto surgió casi como un juego por la similitud del término alfajor y el el nombre de la bodega. A partir de ese disparador trabajamos para lograr una experiencia memorable, como cada detalle que pensamos para nuestros clientes. Por eso hicimos selección cuidada de materias primas como las nueces de Tupungato, conocidas por su sabor y textura excepcionales, y los cristales de sal marina de la Patagonia que aportan un toque único y distintivo. Subiendo la apuesta, también incluye un mayor porcentaje de dulce de leche que cualquier alfajor tradicional”, comenta Edward Holloway, chef y socio de Crux Cocina.
ALFA JOR se vende solo en Bodega Alfa Crux, en un caja de 6 unidades ($23.000).
La bodega
La bodega Alfa Crux, ubicada en la zona de Pampa El Cepillo, bien al sur en la región de Valle de Uco, Mendoza, es realmente imponente y elevó a este proyecto a la categoría de ícono arquitectónico.
Se trata de una cubierta metálica de más de 2.000 metros cuadrados que le da vida a uno de los edificios más emblemáticos y originales de toda la provincia y que, a más de 15 años de su construcción, no deja de sorprender.
Esta obra rupturista, creada por la arquitecta Eliana Bórmida, ofrece numerosas ventajas: ese techo imponente funciona como un área resguardada durante la época de vendimia, dado que allí los operarios reciben la uva que luego va a fermentación. La otra ventaja es que la bodega fue diseñada para que funcione con la gravedad, sin el uso de bombas, con el objetivo de, además de lograr mayor nivel de eficiencia energética, tratar de manipular lo menos posible los granos y evitar que se inicie un proceso de oxidación antes de llegar a los tanques.
Por debajo de esa “coraza metálica”, está el corazón de bodega Alfa Crux, como fue rebautizada por la familia Agostino (originaria de Italia pero criada en Mendoza), cuando la adquirieron allá por 2018 al Grupo O’Fournier.
Pero, sin dudas, el área más impactante es la sala de barricas, emplazada a más de 20 metros de profundidad, esa misma que permite conservar una baja temperatura y un buen nivel de humedad con importantes niveles de ahorro de energía. Esta gran sala mide 2.500 metros cuadrados y, en el techo, dispone de cuatro espacios por donde ingresa la luz solar, formando en el piso una imponente cruz.
Los vinos de Alfa Crux
“Buscamos elaborar vinos para beber hoy o para guardar y que reflejen las particularidades del terroir y de cada año”, explica a iProfesional el enólogo Germán Páez, quien agrega que El Cepillo “es un lugar extremo a nivel climático: en invierno la temperatura baja considerablemente, alcanzando los niveles más bajo del Valle de Uco, y durante todo el año es muy ventoso, lo que nos asegura mucha sanidad y también hollejos más gruesos y eso luego se puede sentir en los vinos”.
En El Cepillo, según el enólogo, conviven diferentes perfiles de suelos, con áreas en los que la piedra comienza a aparecer a 1,2 metros de profundidad y otras donde la piedra está prácticamente a flor de piel, a unos 30 centímetros. Esta heterogeneidad que se observa en las 170 hectáreas, tras un profundo estudio de suelos, permite que hoy el equipo enológico trabaje con un interesante abanico de componentes para sus diferentes líneas de vinos varietales y también a la hora de realizar cortes.
Fuente: sebarios.com.ar e Iprofesional