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5 vinos actuales de etiquetas tradicionales

Hay marcas de vinos que llevan décadas en las góndolas, atravesando generaciones de consumidores, pero para lograr eso han tenido que ir adaptándose a los tiempos que corren, sin perder la esencia que las hizo reconocidas, por eso siempre es bueno volver a ellas.

Así como es difícil hablar de Viejo y Nuevo Mundo, también los es de dividir el paño de las bodegas entre tradicionales y modernas. Porque, así como los viejos hoy usan técnicas de nuevos y viceversa, las etiquetas tradicionales también se han aggiornado. Porque los tiempos cambian. Aunque si una etiqueta atravesó varias décadas es porque realmente su esencia era especial, por más que la tecnología avance y los hábitos de consumo o las modas cambien. Queda claro que hay bodegas que tienen mucha más historia que otra, pero en general el tiempo no te da ventajas en el vino, a menos que la sepas aprovechar. Porque todo pasa muy rápido en la vitivinicultura, sobre todo en la nacional, donde una evolución queda tapada enseguida por una nueva evolución, generando una revolución permanente. Eso explica por qué en solo treinta años el vino argentino ha cambiado tanto, con el Malbec como abanderado.

Pero más allá de las innovaciones tecnológicas y el mayor know how, el secreto está en el viñedo; desde siempre. Solo que ahora se lo está pudiendo descifrar y reflejar en las copas. Claro que no en los vinos masivos ni de calidad básica, que también se vieron beneficiados por estos avances, porque todo termina derramando en la pirámide cualitativa. Esto se empieza a ver cada vez más seguido en los vinos que hablan de una variedad o de un lugar, pero que su mensaje va mucho más allá de la etiqueta. No se quedan en el enunciado de sus etiquetas, sino que pasan a los atributos de los vinos, y el consumidor empieza a sentirlos. Entre todos esos vinos hay algunas etiquetas que son más conocidas, porque llevan más tiempo en las góndolas de vinotecas y cartas de restaurantes. Nombres propios con su propia historia, que se han tenido que renovar para estar a la altura de las circunstancias. Algo que todo vino debe cumplir de acuerdo a sus pretensiones. Pero las etiquetas con historia tienen un mayor compromiso, un peso más pesado en sus mochilas, porque acarrean más experiencia de consumidores a lo largo del tiempo. Mientras que las nuevas bodegas empezaron cuando el juego ya estaba empezado y, de alguna manera, se vieron beneficiados por los errores de los otros. Es decir, en un recorrido que se hace al andar como lo es la vitivinicultura; cosecha tras cosecha; la experiencia lo es todo. Pero dentro de esa experiencia hay muchos aprendizajes que derivaron en mejores vinos. Y solo los históricos pasan por todas las etapas, porque los nuevos aprendieron de ellos antes de empezar. No obstante, hay algo especial en estas etiquetas que tienen historia, y aunque parezca reciente, veinte años en el mundo del vino argentino actual es mucho.

Por suerte, están los consumidores que acompañan el recorrido de los vinos de cerca, interiorizándose por esos cambios y tratando de entender el porqué de esos cambios, hasta entenderlos, más allá de aceptarlos o no. Porque si bien manda el mercado, porque producir vinos es un negocio, si el mercado es el mundo, lo ideal es que una bodega pueda producir los mejores vinos posibles en su lugar de origen. Ya que eso es lo único que los podrá diferenciar del resto de los vinos (del mundo). Después viene la propuesta cualitativa en cada segmento y la decisión de cuántas etiquetas diferentes ofrecer. Y si una bodega solo sigue las modas coyunturales se la pasará cambiando, y eso tampoco es bueno. Porque la consistencia es uno de los atributos más valorados por los consumidores de vinos. Aunque es cierto que muchas veces los vinos deben aggiornarse para agradar a más paladares. Sobre todo, si la competencia avanza y las ventas de una bodega se queda. Hoy, la calidad está fuera de discusión, pero lo que sigue en juego es la capacidad de cada etiqueta de lograr su lugar en el mundo, su razón de ser. Y ahí es cuando la historia puede ayudar mucho. Porque a los consumidores más adentrados en vinos (no digamos en años) les interesa seguir con esos vinos que van creciendo con ellos. Mientras que a los nuevos paladares; los hay de todas las edades; les llama la atención todo. Aunque a los “viejos” o tradicionales quizás los dejan de lado por prejuicios o simplemente por querer diferenciarse de las generaciones anteriores, más precisamente de sus padres. En cualquiera de los casos, todo amante del vino tiene que saber que si una etiqueta sigue vigente es por algo, y ese algo merece la oportunidad de llegar a las copas. Porque si bien es difícil ser un buen vino, mucho más lo es ser un buen vino a través de los años. Por eso, trascender en el tiempo les da a estas etiquetas un prestigio que las nuevas se tienen que ganar.

Goyenechea 5ta Generación Cabernet Sauvignon 2019

Bodega Goyenechea, San Rafael, Mendoza $3800

Sin dudas es una de las bodegas más tradicionales del país, de las pocas al mando de la familia fundadora y de la quinta generación. Y justamente “los vascos más chicos” quisieron homenajear a sus antecesores con una línea que habla de su tradición, pero también de vinos que miran hacia delante respetando el lugar. Como este Cabernet Sauvignon bien especiado y classy, pero con taninos firmes y una frescura que llama a un nuevo trago. 90 Puntos Portelli

El Malbec de Ricardo Santos 2020

Bodega Ricardo Santos, Maipú, Mendoza $3990

Este Malbec eterno nace en Finca Las Madras, en el corazón de la primera zona (Russel). Y si bien hace tiempo que cambió por fuera, su estilo se mantiene bastante parecido al original, que supo ser tan atrevido como innovador por no acudir al roble. De buena fruta y paladar jugoso, a su estilo classy se le suman taninos algo mordientes que resaltan leves dejos vegetales aportando buena frescura a su final de boca. 90 Puntos Portelli

Arnaldo B Grand Reserve Red Blend 2020

Bodega Etchart, Cafayate, Salta $5900

Cuánta historia detrás de esta etiqueta, hoy renovada. Se trata de un blend a base de Malbec y Cabernet Sauvignon con un 10% de Tannat, un 5% de Petit Verdot y un 5% de Ancellotta, queCarlos Gonzalez (Primer Enólogo) decidió para darle más complejidad. Es un tinto de buen cuerpo, jugoso y apoyado. Hay que darle tiempo para que la madera se integre y suavice esos taninos firmes. Hay fruta roja madura con dejo de especias, típico de la región. Para beber o guardar un par de años más. 91 Puntos Portelli

Angélica Zapata Cabernet Franc 2019

Bodega Catena Zapata, Mendoza, $9500

En 2002 fue uno de los primeros Cabernet Franc de Alejandro Vigil al llegar a la bodega. Y si bien no fue el primero, evidentemente anunciaba la revolución que después llegaría de la mano del hacedor. En esta cosecha al vino se lo siente más fluido, con una fresca herbalidad y un toque cálido. Sus taninos incipientes resaltan las notas de crianza y su frescura, aportando persistencia a su final de boca.

91 Puntos Portelli

Mora Negra 2020
Finca Las Moras, San Juan $19.500

A principios del milenio (con la cosecha 2003) se presentó en sociedad como el “mejor vino de San Juan”, un blend de Malbec y Bonarda, en busca de la identidad propia de la provincia en la alta gama. Y si bien pasaron muchos años, se puede decir que hoy Germán Buk (enólogo de la casa) le encontró la vuelta. De buen cuerpo y frescura, algo concentrado y joven, con taninos casi firmes. Y si bien hay algo classy en sus aromas (del Bonarda), en boca gana la fruta, aunque la crianza también se hace sentir. Hay fuerza y buen potencial, con mucha más frescura, hasta tensión, y muy bien lograda la parte especiada. Un gran tinto de San Juan que mira para adelante y habla mucho del Valle de Pedernal y su potencial.93,5 Puntos Portelli