Los que están en la industria preguntan cómo va el vino, también los consumidores. Y la respuesta está a la vista, en las góndolas. A pesar de la inflación y la coyuntura, el vino argentino avanza a paso firme. Seguramente muchos no cumplirán con sus expectativas, tanto en el mercado interno como en el externo, pero la realidad muestra que, a la mayoría de las bodegas referentes, sin importar su tamaño, les va bien. Sobre todo, a aquellas que hicieron bien los deberes al planificar en un país imprevisible como este. Claro que podrían haber dejado en el camino algunos puntos de participación en algún mercado, pero siempre avanzando mirando el mediano y largo plazo. Porque a la calidad del vino nacional ya nadie la detiene. Entre los 50’ y los 80’ muchos la traicionaron y apostaron por la cantidad, perdiendo la batalla a manos de las diferentes crisis. Hoy, ese error ya ninguna bodega lo comete, porque saben que desde la calidad se puede hacer cualquier cosa; innovar, ampliar la propuesta de etiquetas, diversificar los segmentos cualitativos, inaugurar terruños, crear conceptos o simplemente mantenerse conservadores en sus ofertas vínicas. Y tarde o temprano, por este sendero se llega lejos, tanto la gran bodega como el pequeño productor.
Por lo general, en esta época se multiplican los lanzamientos y en este 2022 más, por ser el primer año entero post pandemia, ya que muchos proyectos retrasados cayeron al mismo tiempo junto con los que estaban planificados. Y en cada etiqueta nueva hay un mensaje, más allá de sus intenciones. Ese mensaje está dirigido directamente al consumidor, pero también le llega a la competencia, siempre atenta. Porque si a algún vino nuevo y original le va bien, rápidamente se convierte en tendencia, luego en moda y, si supera ese escollo, se gana un lugar en el mercado, tal como pasó con el Cabernet Franc hace unos años.
También las cosechas nuevas de vinos consagrados llegan cargados de información, porque más allá del curso climático del ciclo, suelen haber aprendizajes y pequeños ajustes en viñedos y bodegas, apuntados lograr nuevas sutilezas que signifiquen grandes cambios. Es por ello que es interesante analizar cada vino nuevo que llega para entender en qué lugar de la cancha se va a posicionar y cómo va a intentar jugar el partido, hablando en términos futbolísticos para ir palpitando Qatar.
Está claro que la vara estaba alta, la puso el Baron Bertrand de Ladoucette allá arriba hace muchos años, y hoy en Baron B redescubren ese desafío para superarse y superar las expectativas. Y el Heritage I fue un gran primer paso. Desde siempre Baron B fue un homenaje a la tradición francesa que rige a la casa, mientras que el Heritage es un homenaje al legado de la casa desde su desembarco en la Argentina, incorporando la experiencia local de más de sesenta años. Por eso había que mostrar muchas cosas en esa primera edición; más calidad, más carácter y más tensión, pero con la madurez justa para demostrar que no era algo nuevo, sino que nacía de la experiencia, del savoir faire. En Baron B se debe seguir una línea y respetar un estilo que en el Heritage se puede “irrespetar” un poco, en pos de lograr más carácter, siempre con sumo equilibrio. Con solo dos ediciones en el mercado, queda claro que el Heritage debe superarse a sí mismo. Y así como en Dom Perignon trabajan para llegar a “la Plenitude”, acá se trabaja para lograr “la superación” como un desafío constante edición tras edición.
Para celebrar sus primeros 20 años, Kaiken lanza una Edición Limitada de un blend único, que surgió de ensayos para entender el viñedo que poseen en Los Chacayes, de donde surgen muchos componentes microvinificados a través de los años. El blend elaborado por el enólogo Juan Pablo Solís es a base de Cabernet Sauvignon (60%), Cabernet Franc (20%), Malbec (15%) y Petit Verdot, criado en barricas de 500 y 600 l porque mantienen mejor el carácter del terroir. Son solo 5977 botellas de este in-out, que sin dudas es la precuela de un próximo vino ícono de la casa. Pero este vino también consolida ese camino que comenzó Kaiken en 2017 para lograr una identidad única más allá de su vínculo con Viña Montes.
La nueva cosecha del Nicolás Catena Zapata siempre es esperada con los brazos abiertos por los consumidores más exigentes de acá y del mundo. Un blend de Cabernet Sauvignon y Malbec nacido a fines de los noventa y que Alejandro Vigil supo llevar a la consagración en sus últimas cosechas. Y esta flamante 2019 no es la excepción, ya que ha logrado meterse entre los tres mejores vinos del mundo fuera de Francia para Le Figaro; y con 98 puntos, el mismo puntaje que los otros dos italianos del podio. Esto no solo habla de su calidad, sino que lo coloca a la altura de pares internacionales de gran prestigio, pero con un detalle saliente; a un tercio de su valor.
Rodolfo Vallebella es el enólogo que más conoce a Michel Rolland porque trabaja junto a él desde la creación de su bodega en el campo Clos de los Siete. Y más allá de las polémicas que siempre generan los vinos y comentarios del flying winemaker francés, su estilo es definido e indiscutido para muchos consumidores alrededor del mundo. Y Rodolfo lo sabe más que nadie, porque además de respetar ese estilo, está muy de acuerdo con él. Sin embargo, el conocimiento adquirido a lo largo de los años le permite introducir pequeños cambios. El Mariflor Sauvignon Blanc es un gran ejemplo de ello, ya no tan maduro sino más bien refrescante y vibrante, con la fuerza del campo. Pero el nuevo gran desafío se llama Mariflor Cabernet Sauvignon, una cepa que hasta ahora solo iba al corte del Clos de los Siete. Hoy, con un buen manejo en el viñedo, ha logrado la madurez polifenólica completa, permitiendo un exponente tan expresivo como fiel al estilo de la casa.
El Cheval des Andes, además de ser un auténtico Grand Cru de los Andes, es un vino que enseña, por historia y consistencia, más allá de los cambios sutiles. Porque el espíritu de la casa matriz (Cheval Blanc) sigue siendo el mismo. Con una vertical de las últimas tres añadas se lanzó el 2019. El 2017 más classy, por cosecha y estilo, algo fenólico y de fruta madura, pero con mucho potencial. El 2018 se destaca por su carácter de fruta, más negra que roja, y buen volumen. También por como llena la boca con sus texturas, frescura y profundidad. Y en el 2019 se nota la diferencia, de la cosecha y de una mayor definición, por su frescura y tensión. Por ahora, un vino más de ataque que de profundidad, aunque siempre con una larga vida por delante. Lo más impresionante es la confianza de Gérald Gabilet, su hacedor, en su apuesta por el Cabernet Sauvignon, hoy tan protagonista de este gran vino argentino como el Malbec. Para el winemaker francés el Cabernet Sauvignon siempre levanta la vara, sea en Burdeos o en Mendoza.
Mariflor Cabernet Sauvignon 2020
Bodega Rolland, Vista Flores, Valle de Uco $6000
Es la última novedad de la bodega de Michel Rolland. Tinto de buen cuerpo con fluidez y cierta consistencia gracias a sus taninos granulosos, firme pero amable, muy fresco y expresivo. La madera y la fruta conviven con los dejos herbales más que de piracinas. Voluptuoso, con buen potencial y fuerza. Está más para esperar por la juventud de sus taninos. Beber entre 2022 y 2026. 92 Puntos Portelli.
Baron B Héritage II
Baron B, Valle de Uco, Mendoza $10.000
Sus aromas son de Heritage, con dejo herbal. Mucha tensión y profundidad en boca, burbuja firme y persistente, con leves dejos de membrillo y notas de levaduras y pan tostado, también algo de brioche suaves en el final de boca. Hay mucha frescura, limpia y tensa la boca, la despierta con fuerza y energía. Es mucho más vivo que el BBH I, también voluptuoso y fresco, vivo; ¿eterno?. Tiene el clasicismo de un gran vino. Beber entre 2022 y 2026. 95 Puntos Portelli.
Luxury Edition 2018
Bodega Kaiken, Los Chacayes $12.000
Blend expresivo, pero de aromas austeros y frescos apoyados en las especias. Con buen agarre y tensión. Algo classy en el final de boca (quizás del Cabernet Sauvignon) pero muy vivo. Con muy buenas texturas en su paso por boca, voluptuoso, joven y de trago profundo. Tiene todo para seguir ganado atributos durante en la estiba. Beber entre 2022 y 2025. 92,5 Puntos Portelli.
Nicolás Catena Zapata 2019
Bodega Catena Zapata, Valle de Uco $29.700
Blend de Cabernet Sauvignon y Malbec, con toque de del Cabernet Franc, todos provenientes de parcelas seleccionadas de los viñedos Adrianna (Gualtallary) y Nicasia (Paraje Altamira). De aromas integrados y equilibrados, joven. En boca hay vivacidad y una complejidad que empieza a asomar, con sus texturas de granos finos, y un carácter frutado que hace pensar en un estilo bórdeles moderno. Tiene la fuerza y la frescura de la añada y mantiene su personalidad, inconfundible. Beber entre 2022 y 2029. 94 Puntos Portelli.
Cheval des Andes 2018
Cheval des Andes, Mendoza $30.000
Este vino con cada añada se vuelve más Grand Cru de Los Andes. Blend de Cabernet Sauvignon y Malbec en partes iguales, elaborado por Gérald Gabillet que vuelve a apostar a un mayor protagonismo del Cabernet. De trago fluido y consistente, con leves dejos herbales, pero gana la fruta roja. De buen ataque, con taninos finos pero firmes que aportan agilidad a su paso por boca. Beber entre 2022 y 2026. 94 Puntos Portelli.