No es cuestión de faltarle el respeto a la historia, todo lo contrario. Pero la evolución es el cambio o transformación gradual de algo, como un estado, una circunstancia, una situación, unas ideas, etc. Y si bien para pasar a la siguiente etapa, es muy importante la previa, así como el alumno a veces supera al maestro, la evolución significa avance. Y esto implica que surjan nuevas cosas que, a veces, superan a las existentes. En vinos argentinos eso se puede entender fácilmente desde las copas. Porque en menos de tres décadas, pasamos de hacer nuestros mejores vinos inspirados en una zona tradicional de Francia (Burdeos), a inspirarnos en lugares únicos reflejados a través del Malbec. Esto no implica que 30 años de Argentina, equivalen a 300 años de Burdeos, para nada. Pero sí que el avance local es notable. Si esto fuera una carrera de autos, se podría decir que antes nos llevaban algunas vueltas de ventaja, pero hoy ya podemos ver de cerca al puntero de la carrera.
Claro que queda mucho camino por recorrer, y que no somos los únicos que avanzamos en este tiempo. Pero contamos con un jugador especial, un Messi de la viña; el Malbec. Una uva con mucha historia y nobleza, y que evidentemente en la Argentina encontró su mejor lugar en el mundo, aunque sea lejos de su origen. Hoy, todos los hacedores coinciden en que es el mejor vehículo para mostrar lugares e interpretarlos para llevarlos a las botellas y que los consumidores los puedan apreciar. Ya no es una cuestión cualitativa, eso ya se ha logrado. Las bodegas se tecnificaron, se trabaja al mismo nivel que en las mejores zonas. También se entendió como manejar los viñedos para obtener las mejores uvas en función del vino deseado, y todo eso de manera más sustentable.
Claro está que el Malbec no está solo, como tampoco lo estuvo Messi en el mundial de Catar 2022. Tiene un gran equipo, empezando por los paisajes, desde la Quiaca hasta Patagonia. Pasando por las bodegas y los hacedores que se animan a jugar con sus sensaciones. Porque no solo desafían límites y a la naturaleza, sino que hacen futurología, apuestan. Y muchas de esas apuestas están dando sus frutos, e inspirando a todas las demás que no salieron tan bien. Es por ello que el vino argentino ha mejorado y evolucionado tanto en los últimos años. Y si bien no se sale campeón solo, sin dudas, ha sido gracias al Malbec.
Este vino argentino es el que más me sorprende, porque es el que más me enseña. Siempre yendo un paso más allá. Y cuando parece que ya llegó, aparece un escalón más. Soy de los que piensa que no todos los lugares ni todas las uvas pueden lograr 100 puntos en un vino, pero el Malbec me demostró que sí. Pero también que está para más. Y si bien al principio no lo tenía en el radar de los grandes vinos del mundo, con el paso de los años, y siendo un testigo privilegiado de su permanente y consistente evolución, me ha enseñado que está para cosas serias. A tal punto que, desde hace unos meses largos, me empecé a preguntar si el Malbec podría llegar a ser el mejor vino del mundo, como Messi. Y no solo tengo esa pregunta dando vueltas en mi cabeza, cuando nunca antes se me hubiera ocurrido, sino que se la pregunté al enólogo que más vinos 100 puntos a elaborado en nuestro país. Y su respuesta fue contundente; SÍ.