El alfajor es una de las grandes golosinas argentinas. En el país se consumen 79 unidades por año per cápita, es decir alrededor de 10 millones por día. Y su negocio está poblado por históricos jugadores, además de grandes empresas que solo se dedican a este producto.
Desde un pacto secreto entre dos marcas populares hasta una falsa estrella de fútbol y una golosina de cuatro capas, el segmento está lleno de historias curiosas
En el mes del alfajor, estos son algunos de los orígenes de las firmas de alfajores más conocidas del país.
Guaymallén
Recientemente se cumplieron 10 años de uno de sus momentos más recordados: el histórico PNT de Marcos “Chino” Maidana en su pelea con Mayweather. “El PNT más caro de la historia”, resumió Néstor Hugo Basilotta, la cara visible detrás de Guaymallen. Se trata de la marca de alfajores más popular y vendida del país y su historia comenzó con una epifanía.
A principios de los 40 Ulpiano Fernández caminaba por el barrio de Constitución cuando vio a un vendedor de alfajores artesanales. En ese momento este era un producto de confitería y a él se le ocurrió industrializarlo. Fernández se asoció a su cuñado y en 1945 abrieron una modesta planta donde nació Guaymallen.
La marca está íntimamente ligada al mundo del deporte. Más allá de su conocida aparición en la pelea de Maidana, Fernández manejó puestos de venta de golosinas en los estadios de Racing y Boca durante varios años. Hoy la compañía está en manos de su hija Cristina Fernández, esposa de Basilotta, y producen alrededor de tres millones de unidades diarias. A su vez, ya exportaron a los Estados Unidos y Europa.
Havanna
Un italiano, un griego y un santafesino se asociaron en 1947 para lanzar uno de las golosinas que se convirtieron en el souvenir más buscado para expatriados y turistas. Havanna nació ese año en Mar del Plata en la confitería del mismo nombre, que era propiedad de Demetrio Eliades. Benjamín Sisterna y Luis Sbaraglini ya tenían experiencia en el rubro dulce y trabajaron durante varios meses hasta llegar a la receta perfecta.
La compañía luego pasó a sus herederos, pero la cantidad de accionistas y la distancia entre ellos volvieron muy dificultosa la administración. En 1998 le vendieron la marca al grupo Exxel por u$s 85 millones y cinco años después la compró Inverlat, que sigue siendo su dueño.
Havanna invirtió $ 1000 millones en noviembre de 2023 para dejar de tercerizar la refrigeración de los productos y así ampliar sus exportaciones a nuevos mercados, como Asia, Medio Oriente y Europa.
El pacto de Jorgito y Fantoche
En los 60 surgieron dos de las marcas de alfajores más queridas por los argentinos, aunque no todos saben que entre ambas compañías hubo un acuerdo para poder crecer sin perjudicar a su rival.
José Antonio Fernández y Amador Saavedra compraron una pequeña fábrica de panificados y alfajores en 1960. En ese momento, la compañía ya producía con la marca Jorgito por lo que los nuevos dueños decidieron no modificar la etiqueta. Ellos se enfocaron en el público infantil, más tarde lanzaron el triple Jorgelín y se ampliaron con bizcochitos y galletitas.
Por su parte, la familia Diéguez pasó de transportar pasajeros a distribuir alimentos y en 1964 incursionaron en la producción de alfajores. Celso Diéguez, uno de los hermanos fundadores, ideó el alfajor triple, que fue un éxito en los 80 y Fantoche registró como marca para evitar que otras firmas pudieran utilizarlo en su packaging. Por eso, el resto apela a sinónimos como tricapa, x3 o tres pisos. Ahora también tienen dentro de su portafolio un alfajor cuádruple, solo apto para fanáticos.
A principios de los 80 las grandes marcas de galletitas empezaron a lanzarse al negocio de los alfajores. Entonces José Fernández y los Diéguez hicieron un pacto para repartirse el mercado. Jorgito se concentraría en AMBA, mientras que Fantoche pondría sus fichas al Interior, en particular al Litoral y Córdoba. Esto se mantuvo durante varios años hasta que la segunda generación tomó el mando.
De las galletitas a los alfajores
Arcor y Mondelez son dos jugadores que pisan fuerte en los kioscos con sus múltiples etiquetas y golosinas. Si bien no empezaron con los alfajores, ambos lograron trasladar marcas exitosas a este ecosistema.
La firma cordobesa juega con Águila, Cofler, Bon o bon y Tofi. En tanto, sus alfajores de pura cepa son el histórico Tatin y el Blanco y Negro, recientemente relanzado.
En tanto, la multinacional Mondelez reconvirtió varias de sus galletitas y chocolates que también ganaron protagonismo como alfajores. Shot, Terrabusi, Milka, Oreo y Pepitos son algunas de ellas, además tiene en su portafolio a un viejo conocido del segmento como Suchard.
Fulbito
Todos los días la familia Romero Bonomi produce un millón de alfajores con Compañía Americana de Alimentos (Cadasa). Si bien cuentan con Nevares como una de sus etiquetas estrella, Fulbito es uno de sus principales caballitos de batalla en el universo alfajorero económico.
Dos tapas de galletita con forma de pelota de fútbol, relleno de pasta de maní y sin baño. El Fulbito se volvió uno de los abanderados low cost en los 90 y 2000. Además de tener fuerza con la venta ambulante también causó sensación con su llamativa publicidad con “David Becan”, un doble del futbolista inglés que promocionaba el Fulbito con su look galáctico.
Turimar
Otro de los grandes exponentes de los alfajores económicos es Turimar, que pertenece a Goloalfa. Esta compañía fue fundada por las familias Pardo, Müller y Paz en 1979, sin embargo su primera marca en el segmento fue Stadium en 1981.
Unos años después lanzaron el Turimar cuyo nombre proviene de la combinación de dos palabras “tour” y “mar” porque a los tres clanes les gustaba vacacionar en la costa argentina y recorrer fábricas de alfajores. Hoy producen cinco millones de unidades por mes y en 2017 reflotaron el Stadium como una opción triple.
Fuente: Apertura