Andrés Vignoni creció en el seno de una típica familia de inmigrantes italianos que llegaron a Mendoza para hacer vino. Su abuelo tenía una pequeña bodega en el este y allí entre viñedos y cosechas fue formando su amor por el vino. Sus padres son enólogos así que, al finalizar la secundaria, tenía muy claro que su futuro era la enología.
Tras varias experiencias laborales en el exterior (en Nueva Zelanda y la Toscana italiana) volvió al país y pasó por Bodega Los Haroldos. Luego de eso se sumó al equipo de Viña Cobos con Paul Hobbs a la cabeza. Fue enólogo principal de la bodega por varios años, obtuvo 100 puntos del crítico James Suckling en uno de sus vinos y fue elegido “Enólogo Joven del 2020 por Tim Atkin. Pero hace un tiempo decidió bajarse del barco e ir en búsqueda, junto a dos grandes amigos, de su proyecto persona Raquis.
¿Cómo fue el paso de trabajar en una bodega como Cobos a desarrollar tu proyecto personal?
El paso de Cobos a esta bodega fue casi natural. Me gusta mucho hacer esto de dejar la casa de tus viejos y encarar tu vida. Dejamos de ser jóvenes y empezamos esta suerte de vida de adultez en el vino, donde necesitamos tener nuestro espacio. Hemos prescindido de un montón de comodidades, espacios ganados y de cosas que se disfrutaban mucho para sumergirnos íntimamente en la filosofía pura, en el pensamiento y en la abstracción. Todo con el claro objetivo de hacer algo que nos identifique y que hable de nosotros sin que estemos presentes. Por supuesto es un camino no sólo de carencias de tipo material, sino de muchos cuestionamientos y preguntas intrínsecas a nivel de personas que se traducen básicamente en crecimiento. Ha sido un periodo muy bonito, por supuesto remado como tiene que ser un gran cambio. Pero afrontado con mucho amor, intensidad y energía. Ha sido realmente iluminador para nosotros no solamente a nivel vino, sino a nivel vida.
¿Cómo surgió Raquis y porque de su nombre?
-Raquis es el proyecto independiente que surge de la combinación de sueños y deseos de Facundo Impagliazzo (otrora Ingeniero Agrónomo de Cobos) y Ariel Núñez Porolli (quien era Gerente y después pasó a ser CEO del Grupo Molinos Río de la Plata). Los tres somos muy amigos. Con el transcurrir de los años empezamos a probar vinos y a soñar que quizás podíamos realizar un proyecto en el que todos estos sueños, deseos y cuestiones personales se vieran reflejados y pudieran ver luz. De ahí nace Raquis, que significa columna vertebral en latín. Justamente para nosotros la columna vertebral del vino mendocino y por extensión argentino, está relacionado con los andes y con sus lugares de características únicas. El nombre es una parte vital en el racimo de la uva, que es el escobajo. De ahí las fermentaciones con raquis, que no solamente tienen que ver con los procesos. Usamos bastante raspón en las fermentaciones, pero tienen que ver con lo que sostiene y lo que conecta, que es uno de los ejes vitales de la filosofía de raquis. Una filosofía de vino que mira hacia el futuro basándose en un montón de cuestiones del pasado.

¿Cuál es el estilo de los vinos o la idea que quieren transmitir?
Siempre vamos con la bandera de la fineza. El estilo de vinos que queremos transmitir, habla mucho de la pureza, del sentido del lugar, de la transparencia y de plantear vinos con mucho dinamismo. Con pasos de boca ligeros, pero que en el fondo escondan las capas, los terciarios, todo eso que por ahí nos lleva a que los vinos gocen de una complejidad sin caer en lugares opulentos o pesados. Es realmente tratar de reflejar como un lugar de sol que tiene muchísimas variables en términos de lugar, puede expresar a través de sus vinos esos lugares y al mismo tiempo que esos vinos sean extremadamente disfrutables.
¿Cómo está compuesto el portfolio y de que zonas son las uvas que utilizan?
El porfolio habla directamente de los lugares. Digamos que los varietales, de algún modo, son el vehículo para expresar esos lugares. Por eso no solemos mencionarlos en las etiquetas. Tenemos un vino regional que se llama “Raquis, Las Bases” que es un compendio de lo que nosotros creemos, que es la columna vertebral. Agrelo, Las Compuertas, Gualtallary, San Pablo, Altamira y Chacayes se combinan para este primer vino que tiene al menos 40% de viña de más de 50-60 años y el resto de viñedos de distintas edades.

Luego seguimos con los parajes, que son cuatro vinos: Chacayes, Gualtallary, Altamira y San Pablo. Cada uno con una composición y un modo de hacerse distinto. Son muchísimas las microfermentaciones que hacemos para lograr intentar tomar una foto instantánea del lugar y colocarla en una botella con todo lo que eso significa, respetando su legado histórico, su presente y sobre todo su potencialidad. Hace más de 15 años que estamos trabajando con esto e intentamos poner de manifiesto la identidad del lugar en sí mismo.

El porfolio hoy termina con Monasterio y digo hoy, porque hay mucho por delante todavía. El Monasterio es como la primera sub Apelación reconocida como tal de las que estamos hablando. Son lugares específicos y el Monasterio no solamente nos ilumina a nivel estilístico, y creo que es el futuro en la vitivinicultura argentina, sino que es nuestra casa donde hemos decidido asentarnos. Así que tiene un valor fundamental.
¿Hay alguna intención de que dentro del porfolio de Raquis haya vinos con uvas de otras regiones, como el NOA o la Patagonia?
No, en Raquis no vamos a abordar vino, ni de la Patagonia, ni del NOA. Nunca digas nunca, por supuesto, pero lo que nos hemos planteado es tratar justamente de ir lo más profundo que podamos en este concepto de columna vertebral del vino mendocino argentino, que son estos parajes. Y sí, vamos a ir mucho más profundo en los lugares, sobre todo en el Monasterio, en el concepto de parcela o de Cru. Vamos a intentar a través de este viñedo alucinante que estamos plantando, que va a traer un montón de cosas nuevas a la viticultura argentina, darle un valor característico personal y único a cada espacio.