Belleza en estado puro, es el epíteto que le cabe a las playas de Hawai. Y entre ellas Lanikai se destaca y seduce desde su denominación, que en lengua local significa ‘mar celestial’. Es que las tonalidades remiten al hogar de las deidades, por sus tonalidades que van del verde al turquesa y hacen que la mente se confunda en la descripción del color. Su calidez, también linkea con lo divino pues, la sensación de estar sobre nubes debe ser similar a la de zambullirse para sacarse el sopor de los días hawaianos. Para más argumentos, las melodías de Ukeleles que flotan en el ambiente junto a cierto efecto hipnótico del que hablan los viajeros, dan el talante celestial a la playa apostada sobre la costa oeste de Oahu. Con sólo 800 metros de extensión, vegetación frondosa, pocos servicios, de los que nadie se acuerda porque todos quieren aprovechar el mar.
Perfil griego. En la costa noroeste de la isla jónica de Zante, está, acaso desde y para siempre, Navagio. Sólo se accede a ella en barco. Acantilados de piedra caliza que terminan en el azul de un mar que parece pintado al óleo, en las fotos y en los relatos de los que han pasado alguna vez por allí. El bonus track se escinde en la intensidad que un barco
naufragado que le aporta a la postal – el Panagiotis que se clavó allí hace más de 40 años- y en la posibilidad de caminar por arriba de los acantilados para verla destellar, allá abajo. Un tip para traerse la mejor foto: ir hasta el monasterio de Agios Gergio Kremnao, donde se encuentra un mirador, y desde allí animarse al atardecer.
El águila. Justo a la vera de la ruta principal de Aruba, está Eagle Beach. Se trata de una playa pública que también se cuenta entre las predilectas de los ciudadanos del mundo. La isla que vive del turismo, publicita su playa emblema, y no decepciona. Además de arenas que remedan harinas tamizadas y aguas tentadoras, con los árboles divi divi inclinados cual marco en la arena. La postal es multisensorial, activa y relajada. Práctica de deportes acuáticos, descanso enpoltronas bajo el sol y tortugas que llegan al atardecer para desovar. Nada más que agregar, o sí, cuando ya la tarde cae nada mejor que ir de compras por la peatonal y las callecitas aledañas y tomarse un ron, que bien cae a esas horas.
Exótico y no tan lejano. Las islas Turcas y Caicos, son (por ahora) un territorio de ultramar británico situado en el Mar Caribe. Allí está Grace Bay, que por largo ha sido catalogada entre las más lindas del planeta. Poco más de 40 años tiene la historia turística local, tiempo suficiente como para que la fama se haya extendido entre los amantes de las vacaciones de playa. 20 kilómetros de arena sin interrupción y la mejor hotelería en derredor, para tentar hasta al más reticente. Hay que practicar buceo, o algunas de las numerosas variedad de actividades acuáticas porque natura no se guardó nada ni fuera ni bajo del agua.
Arenas rosas. Casi 5 kilómetros de arenas rosadas le dan el punto distintivo a Pink Sands Beach en Las Bahamas. El océano es ideal para nadar – cálido durante todo el año – y generalmente tranquilo, protegido de las olas del Atlántico por un arrecife de coral. El ambiente es distendido y es protagonizado por habitantes y turistas en la misma
medida. Recomiendan al llegar que un día perfecto comienza relajado sobre las arenas de coral y termina con la vista en la bahía de color turquesa que se ve desde la mesa de cualquiera de los restaurantes situados en la costa. En los platos todas las delicias del mar maridadas con un buen vino y agradecida actitud.
Una experiencia australiana. Los turistas que alguna vez pisaron Whitehaven, indefectiblemente regresan, dicen los locales. Es que quedan prendados de sus arenas, entre las más blancas del orbe, compuestas en un alto porcentaje de sílice. No retienen el calor y su consistencia es tan suave y delicada que parece talco. Van muy bien con el Mar de Coral que las moja, y del que desembarcan los forasteros, ya que navegando o volando son las únicas maneras de acceder. Los que llegan en crucero, sólo permanecen unas horas. En cambio los que deciden quedarse una noche, al menos, pueden también apreciar lo lindo de las montañas circundantes. Una de las postales emblemáticas se da cuando cae el sol sobre el monte Whitsunday.
En la India. Claro está que no suele escucharse que la gente concurra a la India para hacer turismo de playa. Meditación y espiritualidad marcan la tendencia. No obstante, el viajero frecuente no debe cegarse. Entonces, habrá que hacerse un tiempito en la hoja de ruta para llegar a Radhanagar, en la isla Havelock. Múltiples deportes acuáticos para activarse antes del merecido descanso en sus delicadas arenas. En ferry también se llega a la playa Vijaynagar, a sólo 7 kilómetros con beldades que bien valen la visita.
Tailandia, obvio. Al norte de la isla Koh Pai, se extiende la playa Bamboo. Menos concurrida que otras de sus vecinas, en su paisaje manda el color esmeralda del océano, que va muy bien con la tonalidad perlada que la arena adquiere con el reflejo del sol. Es un compendio perfecto de belleza. En sólo 700 metros de extensión, también hay espacio para la vegetación tropical, árboles de bambú, inclusive. Para completar este panorama perfecto, a poca distancia de la costa están los arrecifes coralinos ideales para hacer snorkel.
