Año tras año personas de todas partes del mundo unen sus pasos en la famosa senda del Apóstol. Por ello a diario, la Catedral de Santiago ve renovarse a los peregrinos que, cansados y jubilosos, llegan a sus puertas.
El inicio de esta tradición se remonta a la Edad Media cuando se encontró la tumba del santo, durante el reinado de Alfonso II (792-842). A partir de ahí, se iniciaría una práctica que se mantiene vigente hasta nuestro tiempo. Aunque los comienzos de la peregrinación se sustentan en motivos religiosos, en la actualidad, infinitas son las razones que llevan a miles de personas a recorrer las rutas hacia Santiago. Tal como reza el dicho popular: “El Camino de Santiago empieza en la puerta de la casa de cada uno”. Y es que existen tantas rutas como peregrinos, aunque todos tengan el mismo destino.
Del tiempo disponible, la preparación física y los intereses de cada peregrino dependerá la ruta que se escoja y el número de etapas a recorrer. En general, la media diaria es de 25 km, aunque puede variar según la edad y estado físico de cada uno.
A lo largo de los años se han perfilado diferentes vías para arribar a la ciudad gallega. Entre ellas, se destacan:
El Camino Francés, de gran tradición histórica, es uno de los más populares y mejor preparados en cuanto a infraestructura –albergues, restaurantes y señalización-. Aunque también, por estas mismas razones, uno de los más transitados. El punto de partida es el pueblo galo de Saint Jean de Pied de Port, a 800 km de Santiago.
El mayor número de peregrinos se incorpora en la ciudad de Sarria -los últimos 100 km-. Por lo cual, si se busca tranquilidad y reflexión conviene empezarlo unas etapas antes. Los meses de julio y agosto, que son los más concurridos.
El Camino Primitivo, como su nombre lo indica, es el más antiguo, fue la senda que transitó Alfonso II al ser descubiertos los restos del Apóstol en el siglo IX. Comienza en Oviedo – a 320 km del destino- y atraviesa la región de Asturias.
El Camino del Norte parte desde Irún (País Vasco) y la mayoría de sus etapas – en total tiene 784 km- bordean la costa cantábrica y ofrecen un paisaje único. Aunque se encuentra bien señalizado, posee una red de albergues para peregrinos escasa. Por lo cual, es recomendable reservar con anterioridad.
Sin peso sobre los hombros
Para ahorrarnos dolores, es imprescindible armar la mochila con atención y no cargarla de elementos innecesarios, ni los famosos “por si acaso”. Las largas horas de caminata y el excesivo peso sobre los hombros no son una buena combinación. En la actualidad, los pueblos que se atraviesan están preparados por lo cual se puede adquirir todo aquello que nos haga falta. La mochila no debería excederse de los 5 kilos.
Sin embargo, hay cosas que no se deben olvidar. A tener en cuenta: bolsa de dormir, sombrero y gafas de sol, impermeable y un par de ojotas para utilizar cuando se finaliza la etapa. Cabe recordar, que el calzado que se utilice –zapatillas o botas de montaña- debe ser cómodo y haber sido previamente usado por el caminante. Tan importantes como éstos, son las medias: es necesario que sean transpirables para evitar que se produzcan ampollas. Así como también, usar un bastón ya que nos permitirá balancear el peso y tener otro punto de apoyo. Tanto el botiquín como el set de higiene personal que contenga sólo lo básico y en formato pequeño.
Bienvenidos peregrinos
Los albergues para peregrinos se dividen entre públicos y privados. Los primeros pertenecen a entidades públicas y religiosas. Su precio oscila alrededor de los 15 euros. Mientras que los privados, poseen un precio mayor y hay diversidad de servicios. Es conveniente pactar con anterioridad los lugares donde pasar la noche ya que permite realizar las etapas con tranquilidad y disfrute, sin prisas innecesarias que nos alejen del verdadero espíritu de esta experiencia, en especial en los meses de verano, cuando hay más afluencia de personas. Aunque también en el invierno, ya que muchos sitios cierran en la temporada baja. Los peregrinos que lo recorren a pie tienen preferencia frente a los que lo realizan en bicicleta o a caballo. Por regla general, sólo se puede pernoctar una noche.
Para acceder a los albergues es necesaria una credencial del peregrino. Ésta puede conseguirse en parroquias, albergues autorizados y asociaciones de Amigos del Camino. Esta credencial es la que nos permitirá luego obtener la compostela o compostelana –documento que acredita haber realizado el peregrinaje- al llegar a la Catedral de Santiago. Para aquellos que lo realicen a pie deben caminar 100 km para obtenerla y, 200 km si se recorre en bicicleta o a caballo ¡No olvidar sellarla en el punto de partida!
