En su carrera como gerente general de Colosso Wines y Sottano Wines, Andrés Ridois siempre soñó con tener su propia bodega, un espacio donde las reglas se rompieran para dar paso a la innovación y la creatividad. Tras enfrentar un desafío de salud, ese anhelo se materializó en Sin Reglas, una bodega que, como su nombre lo indica, desafía las convenciones de la industria vitivinícola.
Ubicada en El Arca de los Arcángeles, el espacio físico de Alto Agrelo Luján de Cuyo donde nacen sus creaciones, Sin Reglas produce vinos que trascienden lo convencional.
“Siempre me atrajo la idea de crear algo que rompiera con los esquemas tradicionales. El mundo del vino, tan lleno de normas y formalismo, me parecía el lugar perfecto para innovar”, comenta Ridois.
La bodega cuenta con tres líneas: Los Arcángeles, los Demonios y los propios vinos Sin Reglas, cuyos precios en el mercado argentino oscilan entre los $ 12.000 hasta los $ 140.000.
“Mi objetivo es conquistar el volumen de la alta gama. No puedo hacer vino para el mundo entero, pero sí puedo crear una gran identidad con grandes etiquetas, buen diseño y grandes vinos”, señala este diseñador de vinos y espumantes, como le gusta autodefinirse.
En su búsqueda por la excelencia, el empresario invirtió significativamente en infraestructura y capital humano. En 2024 proyecta vender entre 300.000 y 350.000 botellas, con el mercado brasileño representando entre el 60% y 65% de sus ventas.
“El Arca de los Arcángeles se convirtió en la bodega de microvinificaciones de alta gama más grande de Argentina”, subraya.
Las microvinificaciones, que son fermentaciones en pequeños contenedores de hasta 2500 litros, permiten una mayor precisión en la elaboración de vinos exclusivos.
Siguiendo esta línea, Ridois menciona que la bodega cuenta con salas de barricas con control de humedad automatizado, tanques con control de temperatura automatizado y maquinaria de ultima generación para la vendimia y despalilladoras, lo cual la convierte en una de las más avanzadas y mejores del país. En 2026, comenzarán a producir unas 700.000 botellas de alta gama.
Con un enfoque en la rentabilidad y un profundo respeto por la naturaleza y la creatividad, el emprendedor disruptivo logró crear un nicho único en la industria vitivinícola.
En sus palabras, “somos un grupo de demonios tratando de convertirnos en Arcángeles y el vino nos acompaña en ese camino”, expresa.
Fuente: Forbes Argentina