El chef Mariano Gallego abrió, junto a su mujer Florencia D´Amico, hace 18 años este restaurante casi escondido y alejado de las luces del centro de la ciudad (más precisamente en Vistalba, Lujan de Cuyo). El espacio funciona en una casa reciclada y su objetivo es brindar alta cocina. El proyecto comenzó en una Mendoza que en esos años estaba escasa de este tipo de propuestas, más allá de los restaurantes de bodegas.

Brindillas abrió sus puertas en 2005 con un concepto de menú por pasos. Pero hicieron un parate para vivir una experiencia en el exterior. En ese tiempo Mariano Gallego trabajó con la famosa chef española Carme Ruscalleda, en el hotel de tres estrellas Michelin Sant Pau (cerca de Barcelona). Eso lo llevo a su paso siguiente. Vivir casi un año en Japón, cuando estuvo al frente de otro de los restaurantes de la cocinera. Nos referimos a Sant Pau, en Tokio (de dos estrellas Michelin).
Luego de vivir varios años en el exterior volvieron a Mendoza y reabrieron Brindillas allá por el 2011 pero ya no eran los mismos, eran mejores. Sobre sus espaldas tenían la experiencia y los sabores incorporados de sus travesías por Europa y Asia.
Hoy el menú por pasos del restaurante es un viaje de sabores, texturas y sensaciones interesantes. Aquí el chef combina la técnica con productos de todo el país en una cocina mediterránea con influencias asiáticas.
A diferencia de otros lugares de Mendoza la cocina de “Brindillas” no se cierra a utilizar sólo productos de la provincia. Su objetivo es una búsqueda constante de la mejor materia prima a la que puedan acceder para su cocina. Así utiliza por ejemplo, langostinos y calamares de Mar del Plata o pimentón español, firme elección que le quedó de su paso por Barcelona.
La decoración de Brindillas es muy sobria, posee una pequeña cava de vinos a la vista, colores claros en las paredes y sin cuadros que distraigan la atención. Hay luces tenues, pocas mesas y alejadas entre sí. Todo esto para lograr una sensación de intimidad y que todos los sentidos estén puestos en las creaciones. El servicio es muy atento y profesional. Paso a paso son explicados los platos y la forma de consumirlos (algo clave en este tipo de lugares de fine dining, donde cada presentación tiene un concepto que expresar). Algo para destacar es la vajilla que utilizan. Sobre todo, porque viene a la temperatura que la preparación lo requiera. Un detalle muy positivo que suma al viaje…

Las opciones del menú para elegir son: de 7 pasos (aperitivo, entrada, principal, pre-postre y postre) o de 10 (Todos los pasos), con o sin maridaje. La carta de vinos es correcta, con mayoría de etiquetas de bodegas tradicionales. Tiene la posibilidad de descorche por una módica suma y también vinos por copa.
Cualquiera de las dos opciones comienza con unos platitos de recepción (una cracker y sopa japonesa de hongos) que van variando semana a semana. Luego sigue con cinco aperitivos a elección del chef que ya muestran ese juego de influencias y sabores: tempura de kale, frutillas, anchoas, trucha, yema curada o su famoso paté de ave y vino dulce son algunos de los productos y snacks con que te dan la bienvenida al menú.

Siguieron unos espárragos con calamar y espuma de pan integral. Luego, la pesca fresca del día: en este caso unos langostinos con arvejas y yema de huevo. En el quinto paso, carnaroli, pato y alcaucil (una especie de risotto especiado con jamón de pato curado hecho por el propio Mariano, con unos corazones de alcaucil fritos. En el sexto y para finalizar con la etapa salada, apareció la carne. En esta oportunidad, cordero, con yogurt, eneldo y una borsch de remolacha.

Para limpiar sabores y comenzar la etapa dulce, nos sirvieron como pre-postre un sorbete de limón con infusión de yerba mate que le dio frescura al paladar. El primer postre fue coco en distintas texturas, mango y frambuesas con granita de menta. Le siguió chocolate, pera y cardamomo, donde también continuaba el concepto de jugar con distintas texturas del chocolate con el aporte fresco de la pera y lo especiado del cardamomo. Y para finalizar la experiencia fine dining, petit four y café como suele suceder.

“La propuesta del chef Mariano Gallego destila imaginación y modernidad, con una buena base técnica y constantes guiños internacionales que toman como base el producto local. ¿Qué encontrarás? Un menú degustación de esos que no son indiferentes. ¡Técnica, delicadeza y agradables texturas!”, así lo definió la Guía Michelin al otorgarle su primera Estrella. Ahora te toca a vos comprobarlo.
PARA SABER
Dirección: Guardia Vieja 2898, Vistalba, Mendoza, Argentina
Teléfono: (54-261) 496-3650
Lunes a viernes a partir de las 20:30 horas.
Instagram: @brindillasrestaurant