Lejos de pretender ser el sucesor de nuestro gran Malbec, el Cabernet Franc ha asomado en los últimos años con mucho ímpetu. Los primeros llegaron de la mano de enólogos que le venían siguiendo sus pasos de cerca desde hacía tiempo. Incluso, alguno de ellos ya lo vinificaba como varietal y con serias pretensiones. Sin embargo, gracias a las altas calificaciones de algunos periodistas especializados de otros países, el Cabernet Franc despertó el interés de muchos otros enólogos que, seguramente vieron en él una oportunidad vínica, y no se la quisieron perder. Y esto causó una avalancha de un gran número de etiquetas que llegaron; al parecer para quedarse.
El origen de este cepaje es muy noble. De hecho, comparte cuna con nuestro Malbec en Burdeos, gozando de mucho más prestigio. Allí, sus referentes suelen ser blends con Merlot y varietales en el Valle del Loire, también en Francia. Pariente del Cabernet Sauvignon, con taninos más finos, menos estructura y una frescura final con toques herbales. Es vivaz y puede llegar a ser longevo, pero al parecer, la madera lo puede dominar. También, es difícil encontrarle el punto de cosecha justo para que no quede verde (temprano), ni con notas de frutas pasas (tardío). Su fama comenzó por saberse codear con el Malbec en blends, ya que la fruta roja, amable y generosa del Malbec combinada con la frescura y tensión del Cabernet Franc, dan vida a varios de los mejores exponentes argentinos de hoy. Pero mientras el Malbec avanza a pasos firmes, a manos del terroir y justificando su diversidad, el Cabernet Franc tiene por delante un gran desafío. Demostrar por qué fue elegido como el mejor vino argentino por referentes internacionales, emulando de alguna manera el gran auge del Malbec, pero con cuarenta veces menos de superficie plantada. Los que siguen de cerca los vinos y los disfrutan a diario, celebran la llegada de un nuevo exponente, y le auguran lo mejor mientras el vino argentino sigue avanzando y el consumo sigue cayendo. Y si bien la concentración de bodegas parece ganarle la pulseada a la atomización, la diversidad de etiquetas se mantiene como uno de los atractivos más importantes del vino. Y si bien en vinos también las modas impactan, evidentemente el Cabernet Franc ha llegado para quedarse. Hoy, es el vino que la mayoría de los enólogos argentinos elige para diferenciarse. Son ideales para acompañar carnes asadas porque el nervio de sus texturas ayuda a limpiar bien el paladar, sin ostentar mucha estructura. Podría decirse que en la copa está entre el Cabernet Sauvignon y el Malbec, porque posee los taninos del primero y la carnosidad del segundo, aunque más herbal que frutal. Todavía suelen estar más marcados por el estilo del hacedor que por la zona, ya que sufren mucho el punto de cosecha. Eso explica que haya algunos más verdes y otros más maduros en sus expresiones. pero es evidente que se lleva muy bien con el Malbec, y que ha cosechado muchos fans en los últimos años.
Foto gentileza: Wines Of Argentina