Paradójicamente, hoy se están haciendo los mejores vinos argentinos de la historia, pero el consumo sigue en retroceso, más allá de la leve recuperación que se dio a partir de la pandemia. Sin embargo, esa no es la única contradicción entre vino y su mejor aliado; el consumidor. Porque el atributo más importante para la mayoría es el precio, aunque no tenga nada que ver con el producto. Claro que es un indicador de la calidad, pero debería ser mucho más importante, a la hora de elegir un vino, la variedad, el origen, el tipo o estilo, el hacedor, la cosecha, etc. Todos aspectos del vino que son los responsables de atraer más o menos a la gente. Y así como muchas cosas entran por los ojos, muchos vinos entran por su precio. Algo obvio en un país acostumbrado a la inflación. Y es por ello que la relación calidad-precio (RPC) se volvió el aspecto más valorado. El lado positivo de esto, es que también se puede elegir bien un vino empezando por su segmento de precios. Cabe destacar que esta relación depende de las botellas que estén al lado de la seleccionada. Por ende, una buena RPC se puede dar en todos niveles de precio, ya que el concepto de caro o barato es subjetivo, y no aplica al vino porque depende de las posibilidades de cada uno.

Para dar con el mejor vino posible hay que poner foco en el segmento deseado y optar por el prestigio de la etiqueta, por la fama del varietal, por el carácter de una zona o por la calidad de la cosecha. Y a medida que aumentan los valores, se puede exigir más información específica sobre terruño, crianza y hacedor. Aunque todo se confirmará al final en la copa. En definitiva, lamentablemente y por cuestiones económicas, el vino argentino no se puede lucir tanto en las mesas argentinas, debido a la coyuntura. Y, por lo tanto, la gran mayoría de los consumidores debe conformarse con tomar vinos de calidad básica, los cuales eligen por su relación calidad – precio. Pero el gusto de cada uno nada tiene que ver con el valor de una botella. Ya que la apreciación del mismo vino no varía si la botella es gratis o costó un millón de pesos. Esto implica que, más allá de las posibilidades de cada uno, se pueden apreciar vinos de alto valor, aunque no se los pueda pagar.