agosto 1, 2024

Mendoza - Argentina

Temperatura en Mendoza:

Mínima 6ºC | Máxima 19ºC

agosto 1, 2024

Mendoza - Argentina

Temperatura

Mínima 6ºC | Máxima 19ºC

Colonia de Sacramento con el alma al aire

Su encantado Barrio Histórico, obra de portugueses y españoles, adoquines, murallas y faros de tiempos del virreinato, casonas de ensueño con el colorido del carnaval aún en invierno.

La guarida del amor, se podría llamar a la bella Colonia del Sacramento, a un salto de charco, en la otra orilla del Río de la Plata. El nacimiento de esta ciudad de piedra se remonta a 1680, de hecho es la urbe más antigua del Uruguay. Por su ubicación estratégica las cortes lusas y castellanas la disputaban durante siglos, alternando mandatos y vigilando a los ingleses. De aquellos días quedan las murallas y las hileras de cañones, que engalanan el sur del Barrio Histórico. 

Patrimonio de la Humanidad desde 1995, orgullosa da las razones. Podríamos hablar entonces de la Puerta de Campo (1745), ayer umbral del fortín. Foso, puente y paredón traen versos de tiempos lejanos. Al lado descansan los vergeles de la Plaza 1811, y cerca la Calle de Los Suspiros. Emblema del municipio, la arteria es la más autóctona, muy poéticas sus casas maltrechas y multicolores, sus farolas que apuran a la luna y ese antojadizo empedrado que parece lustrado por los años. 

Cuentan que desde las viviendas, acomodadas en la tenue pendiente hacia el agua, prostitutas ofrecían noches de amor a los marineros que tenían alguna moneda, por ello el tema de los suspiros, de los balcones, de los poemas, de los desencuentros.

Para obtener el talante del conglomerado y sumergirse en la interesantísima historia vernácula, que constituye además un baluarte de la arquitectura colonial, hay sugerencias a las que no se debe resistir. Caminar hasta el Faro (mediados del siglo XIX, subirlo es obtener fabulosas panorámicas del centro y el río); visitar las Ruinas del Convento de San Francisco (Siglo XVII); recorrer la Basílica del Santísimo Sacramento (o “Iglesia Matriz”, cuyo origen se remonta a la fundación de la ciudadela), y elegir entre un portfolio de ocho museos en el que destacan el de Los Azulejos, el Español, el Portugués y la Casa de Nacarello. 

Una vez en el meollo del casco antiguo, las plazas de Armas y 25 de Mayo, y cuadrículas de beldades entre adoquines. Cafés y cantinas amenizan las horas, pero lo mejor llega con los típicos “chivitos”. Ese  equivalente al lomito argentino, pero servido con panceta, morrón, aceituna, tomate, lechuga, queso mozzarella y huevo duro, con deliciosas carnes cocidas a leña y fuego lento. 

Hacia el norte, ahora con el Río de la Plata que presenta a las vecinas  islas San Gabriel y Farallón, con sus tardes de sol y piedras atestadas de pescadores, ocasos soberbios y noches iluminadas por las velas de los restaurantes.

Por este lado, un malecón de seda, que conecta con la pasarela y el Puerto Viejo -el nuevo, donde atracan los buques de pasajeros llegados desde Buenos Aires, está del lado sur- y el Centro Cultural Bastión del Carmen.

Y siguiendo la costanera la urbe moderna endereza la silueta, y en cinco kilómetros de ribera despliega varias playas -El Álamo, Oreja de Negro, El Balneario-, todas bien pertrechadas de arena, paradores y arboledas para los días cálidos. Al final del recorrido, el pasado regresa en dos joyas: La Plaza de Toros y el Frontón de Pelota Vasca (el más grande de Sudamérica). Y otra vez la mente se sumerge en esos días del virreinato que bien se plasman en las paredes de Colonia.