Con la llegada de la primavera, los rosados vuelven a tomar protagonismo en la mesa. Estos vinos captan la atención de los consumidores por su color seductor, su expresión frutal y su frescura; sin embargo, uno de sus atributos principales –y no tan conocidos- es su versatilidad para acompañar platos. Esta versatilidad para realzar los sabores de distintos alimentos está directamente relacionada con su carácter: el rosado es perfecto cuando un blanco parece demasiado ligero y un tinto demasiado robusto.
¿Pero cómo se elaboran estos vinos? Los rosados son en realidad tintos con poca maceración. Los tintos tienen esa tonalidad entre roja y violácea porque se maceran las pieles u hollejos de las uvas, que contienen la materia colorante, junto con el jugo de las mismas. Sin embargo, si la maceración dura sólo un día, el color del jugo será tenue: así nace un vino rosé.
En sus orígenes, el rosado del Viejo Mundo era un vino seco y muy delicado, pero luego de la Segunda Guerra Mundial se lograron instalar a nivel internacional los rosé más dulces y fáciles de entender, destinados al consumo masivo. Hoy en día, las bodegas parecen estar retornando a su estilo inicial, inspiradas principalmente por los ejemplares elegantes que se elaboran en la región de Provenza, en Francia.
Un fiel exponente del espíritu de los rosados actuales es Luigi Bosca Rosé, un vino innovador, elegante y original; pensado desde el viñedo y elaborado a partir de la variedad Pinot Noir. De aromas vibrantes, vivacidad y frescura en boca, y con un carácter expresivo muy frutal, este vino es ideal para combinar con entradas de mar, como el pulpo a la gallega, las rabas y chipirones fritos, o los tiraditos de atún rojo.
Por su versatilidad en la mesa, el rosado seco y elegante es el acompañante por excelencia del brunch de fin de semana, ya que acompaña muy bien tanto la pastelería como las preparaciones saladas.
“Cuando se elige el maridaje perfecto para un rosado hay que tener en cuenta la ley primera: el vino debe realzar el sabor del plato”, sugiere la bodega.
5 tips sobre para tener en cuenta al beber rosados
1- Por ser fáciles de beber y disfrutar, estos vinos son ideales para introducir a un amigo o familiar en el mundo del vino.
2- Sus ejemplares se deben servir siempre fríos y mantenerlos en una frapera para que no pierdan su temperatura adecuada, entre 10 y 12°C. Una vez abierto, puede conservarse hasta por 4 días en la heladera.
3- Cuando se elige el maridaje perfecto para un rosado hay que tener en cuenta la ley primera: el vino debe realzar el sabor del plato. Los frutos de mar, por ejemplo, no requieren automáticamente un vino blanco; sino que el sushi, los tiraditos, las frituras y los pescados azules grillados bien pueden disfrutarse con un rosado. Asimismo, platos sencillos como la pizza margherita, los sándwiches y ensaladas con pollo, y los postres con frutas y crema son perfectos para acompañar con vinos rosé.
4- En un restaurante, si algunos comensales piden pescado y otros eligen platos con carne o vegetarianos, lo mejor será optar por un vino rosado, ya que por su versatilidad característica acompaña muy bien todas las opciones.
5- Los rosados no son aconsejables para la guarda, ya que sufren mucho el paso del tiempo y tienden a perder frescura y vivacidad. En el caso del rosé, cuanto más joven, mejor.
Fuente: Luigi Bosca