septiembre 20, 2025

Mendoza - Argentina

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¿Cómo se logran vinos únicos?

Las particularidades que pueden lograr esta diferenciación son diversas y especiales.

Misma variedad, mismo sistema de conducción y riego, mismo día de cosecha, mismo sistema de elaboración, misma crianza, incluso mismo asesor enológico. Pero lo único que no se puede emular en un vino es el origen, ya que cada viñedo es único. Es por ello que cada vez más, las referencias a lugares son protagonistas en las etiquetas. Y si bien esto no es una innovación, ya que en el Viejo Mundo los vinos son conocidos por sus regiones, pueblos, parajes, viñedos y parcelas, sin dudas propone un gran cambio para los vinos de los países del Nuevo Mundo.

El tema es que a veces, todavía no queda muy claro porque los nombres suelen ser ambiguos. Finca, por ejemplo, no siempre refiere a un viñedo sino a una marca de fantasía. En cambio, siempre que aparezca la palabra Estate, significará que el vino se elaboró con uvas cosechadas en la propiedad de la bodega, pero que pueden provenir varios viñedos, siempre que sean propios. La mención de un lugar, cuando más específica, mejor; porque un Malbec de Paraje Altamira se puede determinar mejor en función de sus características que uno de Mendoza. Por su parte, Single Vineyard habla que el vino se elaboró con uvas de un solo viñedo, aunque el mismo puede ser de 300 hectáreas, donde hay mucha diversidad. Por eso, nacieron los vinos de parcelas; elaborados con uvas provenientes de porciones pequeñas que se seleccionan desde la viña por su carácter distintivo. Y eso, tiene que ver más con la composición del suelo y el relieve que con el lugar, ya que el clima suele ser el mismo en una viña. Sin embargo, al variar la composición del suelo, por ejemplo, el riego (o las lluvias) impactan de manera diferente. Lo mismo que en un viñedo que se encuentra plantado sobre lomas o terrazas (cada vez hay más). Allí, la exposición juega un papel fundamental en el ciclo de madurez y, por ende, en el carácter de esas uvas. También a los vientos las plantas los sienten diferentes en función de su ubicación, influyendo en la calidad de las uvas primero y en el vino, después.

Los buenos vinos van más allá del carácter que le imprimen la o las variedades de uva que los componen, porque otros factores se perciben en las copas. Por un lado, el clima de la añada, ya que determina cómo se dio el ciclo de madurez de la uva, condicionando las decisiones del hacedor. Por el otro, el entorno, que es mucho más que el suelo y sus nutrientes. Es por ello que se está volviendo al pasado, dejando atrás el concepto de la vid como monocultivo, prolijo y homogéneo. La tendencia actual es recuperar la biodiversidad del viñedo, en busca de más carácter de lugar. ¿Cómo? Muy sencillo. Plantando otras especies entremezcladas de frutales, por ejemplo. También de flores y de gramíneas entre las hileras, ya que no solo favorecen la proliferación de insectos, sino que nutren más los suelos. Todo esto genera un ambiente vivo, de insectos y animales que promueven un ciclo virtuoso y natural. Y a esto, hay que sumarle el paisaje que rodea a las viñas, ya sea un valle, una planicie desértica o un viñedo de extrema altura. Cada uno de esos lugares permite a los hacedores condiciones únicas que, si ellos logran embotellarlas, habrán logrado vinos únicos, más allá del estilo elegido. Esto hace posible describirlos en forma genérica, de acuerdo al entorno del cual provienen. Los vinos de zonas bajas y desérticas, serán amplios en boca, generosos en sus expresiones y amables en sus texturas. Los que nacen en valles fríos, serán frescos y equilibrados, con texturas delicadas. Y los de alta montaña, se sentirán más salvajes y vibrantes en su paso por boca. Obviamente, a mejor calidad de vino, más precisión y diferenciación. Y eso, es lo que hace a un vino, único.