Hasta 1934, cuando una ley del gobierno del general Agustín P. Justo prohibió la actividad, la provincia de Buenos Aires contaba con viñedos y bodegas. Pasaron más de 60 años hasta que en 1997 esa ley fue derogada. A partir de entonces, nuevos emprendimientos vitícolas comenzaron a instalarse en el territorio de la provincia, sobre todo en la zona de la Costa, Norte y Sudeste.
“Hoy hay unos cincuenta proyectos en carpeta y de ellos hay veinte en marcha, todos con perfil muy profesionalizado y enfocados en el enoturismo además de la producción”, apunta el periodista especializado Marcelo Chocarro.
La sanción de una Ley de Promoción del Vino Bonaerense a comienzos de 2023, que otorga beneficios impositivos y establece la creación de un Centro Técnico Vitivinícola y un registro de viñedos y bodegas, además de la denominación de origen y una página web promocional, generó un gran impulso al sector.
Viñedos cercanos
Eduardo Tuite, fundador de Bodegas Gamboa, situada en Campana, a 65 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, fue uno de los iniciadores de esta nueva movida. La cercanía con los centros de consumo y la posibilidad de hacer enoturismo son las claves de este emprendimiento.
“Arrancamos en 2009, con la compra de un campo de 63 hectáreas frente al Parque Nacional Ciervo de los Pantanos, con muy buen acceso desde la (autopista) Panamericana”, dice Tuite. “Hicimos análisis de suelo y arrancamos con la producción de uvas en cuatro hectáreas. La primera cosecha fue en 2016 con tres varietales: Malbec, Cabernet Franc y Pinot Noir. Al principio enviábamos la uva a una bodega, y luego inauguramos la nuestra. Fue un aprendizaje desde cero y este año nuestro Pinot Noir recibió un puntaje de 94 en el reporte del crítico inglés Tim Atkin”, destaca.
Toda la producción se vuelca al restaurante y la tienda. La bodega realiza degustaciones y tiene un programa de socios que compran parcelas, para elaborar vinos con su propia etiqueta. Este año elaborarán unos 15 mil litros y sumarán 10 hectáreas más a la producción. “El eje de Gamboa, más que la producción es la experiencia”, resume Tuite.
Viñedos en tierra sojera
En 2013, Mariano Tessone junto a tres socios amigos plantaron vides en un campo de 6 hectáreas cercano a Junín. En 2018 obtuvieron la primer cosecha de Malbec, Merlot y Cabernet Franc y cuatro años más tarde inauguraron una bodega propia, donde actualmente producen unos 1.800 litros anuales.
El establecimiento, llamado “Las Antípodas” cuenta con “glampings” para alojarse en containers, con pileta, y además se realizan degustaciones.
“El manejo de las uvas requiere muchos cuidados. Cosechamos y despalillamos a mano y contamos con el asesoramiento de las Universidades de Junin y Pergamino”, describe.
El emprendimiento se creó con fondos propios y un crédito de $ 7 millones para la compra de insumos y máquinas.“Todo empezó como un hobby, y hoy es un trabajo que nos gusta”, concluye Tessone.
Vinos serranos
La bodega Saldungaray surgió a partir de 2001 como un emprendimiento familiar, muy cerca de Sierra de la Ventana, y a pocos metros de la estación del pueblo, uno de los más pintorescos de la provincia de Buenos Aires.
“En 2003 se plantaron las primeras vides, y mientras se construyó la bodega, finalizada en 2007, con la primera cosecha”, cuenta Manuela Parra, una de las dueñas. Las condiciones del suelo y del clima son similares a las de los viñedos de Francia. Y esto animó a sus padres -ambos ingenieros agrónomos- a comprar el campo de 30 hectáreas e invertir en el proyecto, como un legado para sus cinco hijos.
Hoy tenemos 12 hectáreas de viña y producimos 50 mil litros por año entre blancos, rosados, tintos y un espumante”, relata Parra. El 80% de la producción se vende en la bodega y en vinerías de la zona. Los fines de semana y en vacaciones, se realizan visitas guiadas y catas.
“También vendemos en vinotecas de otras ciudades, pero el flete es un costo importante”, señala Parra y destaca que la bodega se ha convertido en un punto de interés turístico.
Vino de tradición migrante en Berisso
Con la idea de rescatar la tradición de las familias migrantes que cultivaban sus huertas y parras, y hacían su propio vino en Berisso, hace 21 años se creó la Cooperativa Vinos de la Costa. Hoy la integran 14 productores que utilizan la uva americana “Vitis Labrusca”, conocida como uva chinche o Isabella. “El 70% de la producción va a una marca de vino en común, y cada productor dispone del 30% restante”, dice Martín Casali, titular de la cooperativa.
La capacidad de la bodega es de 80 mil litros anuales, pero la producción varía mucho de un año a otro, según el clima y otros factores del mercado. Bajo la marca Vinos Costa de Berisso se realizan visitas guiadas a algún viñedo todos los sábados, y una vez al año en julio, la cooperativa, junto al municipio de Berisso y la Universidad de La Plata organizan la Fiesta del Vino de la Costa, con degustaciones, muestras de arte y charlas. También se hace un concurso de vinos en el que el público elige a los ganadores con una cata a ciegas.
Los vinos se comercializan en la región y en bares que sirven vinos naturales. “Fue todo un trabajo recuperar los viejos viñedos, sembrar nuevos y lograr que en 2013 el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) reconozca la variedad Isabella”, comenta Casali y remarca que ante un contexto difícil con caída de las ventas y aumento de los insumos “estar en una cooperativa ayuda porque hacemos compras conjuntas y repartimos los costos”.
Fuente: Clarín Gourmet (Gabriela Ensinck)