La industria del vino enfrenta un combo explosivo. La suba de costos que supera el 100%, las trabas a las importaciones y las altas retenciones, son uno de los grandes problemas que deben afrontar día a día el sector y que no sólo se traduce en aumentos en las góndolas, sino que colabora con la baja rentabilidad.
Las botellas estuvieron en el ojo de la tormenta el año pasado, cuando hubo un incendio en la fábrica de Verallia, en Mendoza, que aportaba casi la mitad de los envases de vidrio al mercado. Y, si bien Cattorini Hermanos, responsable de la otra mitad de la demanda local, sumó un horno adicional para ampliar la fabricación, la falta de stock se sintió durante todo 2021. Ese faltante está prácticamente resuelto. Pero, otra vez, las botellas están en boca de todos como consecuencia de las subas. “En lo que va del año, aumentaron 107 por ciento. En año calendario, 130 por ciento, el doble de la inflación y de la devaluación”, remarca Milton Kuret, director ejecutivo de Bodegas Argentinas, la cámara integrada por 250 bodegas que constituyen más del 70 por ciento del mercado interno y el 90 por ciento de las exportaciones de vinos fraccionados del país.
A esto se suma, “un incremento del 100 por ciento en la materia prima, es decir, la uva; el cartón, que también tiene un alza similar, del 100 por ciento; los corchos y las cápsulas de aluminio, con incrementos que también fueron de tres dígitos”, ejemplifica Kuret.
Otro de los principales problemas para la industria es que muchos insumos son importados y, también, tuvieron alzas en dólares. “Como consecuencia de la guerra de Rusia y Ucrania, se incrementaron los fletes. Eso aún no se solucionó. También subió la energía, lo que hizo que aumenten nuestros insumos entre un 10 y un 15 por ciento en dólares, como el caso de los corchos”, dice Eduardo López, CEO de Bodega López.
El aumento de costos se traslada, inevitablemente, a los precios en góndola de los vinos. “Prácticamente, hemos aumentado cada 46 o 60 días. Así todo estamos por debajo del aumento de costo. Hoy, calculamos en promedio una suba de los precios en torno al 70 por ciento”, remarca López.
“Tuvimos que importar botellas y eso produjo costos adicionales, que impactaron en nuestra rentabilidad”, explica, por su parte, Gustavo Perosio, director general de Moët Hennessy Argentina. Estos costos fueron directo a góndola. “El aumento difiere de acuerdo con cada producto. En líneas generales, hemos incrementado junto con el promedio del mercado”, aclara.
EL CONSUMO INTERNO
Según los datos del Instituto Nacional Vitivínicola (INV), las ventas de vino en el mercado interno durante junio alcanzaron un volumen de 700.786 hectolitros, lo cual evidencia una disminución del 13,8 por ciento con respecto a igual mes del año anterior. No obstante, los números preliminares de julio muestran una estabilidad, con apenas un 0,7 por ciento de incremento interanual.
Desde Fecovita, resaltan que la oferta y la demanda en el país se mantienen equilibradas y, en el mercado externo, al no tener un tipo de cambio competitivo, “perdió litros en las líneas de entrada y se logró mantener en la categoría alta gama, reduciendo los márgenes de ganancia”, explica Marcelo Federici, directivo de organización.
“Las cifras de INV hasta julio muestran que el consumo está como el año pasado. No hay una caída, lo cual es una buena noticia. En el caso de Familia Zuccardi, venimos con un buen desempeño. A pesar de la situación general de inflación y vaivenes económicos, el consumo de vino se ha sostenido”, aporta José Zuccardi dueño de la bodega homónima y presidente de la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar).
El consumo se sostiene, a pesar de la suba de precios, por distintos factores que hoy parecen beneficiar a la industria. “Todo lo que estuvo parado en pandemia, restaurantes y hoteles, ahora está trabajando a full. Para nosotros, este canal es muy importante, al igual que las vinotecas especializadas”, explica Alberto Arizu, CEO de la bodega Luigi Bosca
“Los centros de turismo representan un canal muy importante de venta y hoy tenemos récord de ocupación. A esto, se suma que, como consecuencia del tipo de cambio, los países vecinos -principalmente, los brasileños- vienen a Mendoza en busca del enoturismo”, remarca. “El turismo estaba asociado a determinadas épocas del año. Esto cambió: todo el año hay movimiento y eso impulsa las ventas”, finaliza el bodeguero.
“La apertura total del canal on trade fue clave para nuestra performance. Pero también se mantuvo la tendencia de consumo at home y es por eso que vemos números positivos también en el canal off trade. Hemos crecido en participación de mercado tanto en espumosos como en vinos, no solo en los segmentos en los que participamos, sino también al tomar toda la categoría”, agrega, en torno al crecimiento, Perosio, de Moët Hennessy.
CEPO A LAS IMPORTACIONES
Las restricciones para importar afectan a todas las industrias y el sector vitivinícola no es la excepción. A esta altura del año, las bodegas empiezan a prepararse para encarar la recolección de la uva, que se hace entre marzo y abril. “En el último trimestre del año, las bodegas empiezan a comprar sus insumos (como barricas) para el próximo año. En este contexto, es difícil negociar los plazos porque se extendieron los tiempos de pago”, explica Kuret.
“Hay insumos que están costando importar. Es el caso, por ejemplo, del PVC, que se utiliza para hacer las cápsulas metálicas que van por encima de los corchos. Hoy, empezamos a ver faltantes, lo que, claramente, hace subir los precios”, remarca.
“La industria vitivinícola es un sector de largo plazo. Hay que planificar y, con estas normativas, cuesta mucho. Así, es muy difícil desarrollar una marca”, concluye el ejecutivo de Bodegas Argentinas.
Las complicaciones para importar se ven también en las botellas que se fabrican en la Argentina. Uno de los principales componentes se trae del exterior. Pero, ante la escasez, se convierte en una pieza difícil. “La capacidad de producción en la industria del vidrio aumentó. Sin embargo, sigue habiendo faltantes. Hoy, tienen problemas de abastecimiento de soda solvay. Eso generó aumentos: de enero del año pasado a hoy, el precio de las botellas subió 260 por ciento”, grafica Zuccardi.
De hecho, hay algunas bodegas que siguen sufriendo la falta de envases. “El desabastecimiento está mucho mejor que el año pasado. Depende mucho si son productos masivos o exclusivos. En nuestro caso, al ser exclusivos, este año no hemos tenido grandes problemas”, agrega Pedro Soraire, director de Exportaciones de Bodega Malma.
Para Arizu, si bien hoy el principal faltante de botellas está superado, el problema no está resuelto de cara a futuro. “Vamos a tener dificultades en el mediano y corto plazo para producir vidrio. Las empresas no están pensando en inversiones. Esto es preocupante porque vamos a tener que exportar botellas y eso se convierte en un problema a futuro”, plantea.
Las importaciones de insumos son un dolor de cabeza para las empresas. “Hay dificultades porque los pedidos para importar dejaron de tener licencias automáticas. Entonces, los pedidos se demoran. Eso implica mayor planificación y con anticipación”, ejemplifica López. Hoy, según el empresario, “hay que tener mayor stock de insumos, lo que implica una inversión de capital que no teníamos previsto”.
Fuente: El Cronista