septiembre 6, 2024

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El color de los vinos de primavera

Cuando el tiempo invita a disfrutar más al aire libre, renacen las ganas de tomar vinos más livianos y refrescantes, acompañados por comidas más informales.

Está comprobado que el clima influye en la percepción de los vinos, además de su calidad, estilo y características. Esto no implica modificar gustos, pero puede alterar costumbres. Así, en primavera sobresalen los vinos livianos y frugales, al tiempo que los espacios al aire libre se colorean y llenan de personas dispuestas a disfrutar nuevamente el sol. En esta época, los más atractivos suelen ser los blancos y rosados del año, recién llegados. Bien apoyados en sus aromas primarios y en su frescura vibrante. Pero no son los únicos, porque también sobresalen los naranjos como una opción refrescante. Estos pueden no ser del año, aunque por su elaboración suelen sentirse siempre tan vivaces como cuando llegan al mercado. Se pusieron de moda gracias a los productores de vinos naturales, con Austria como principal referente. Y es porque a estos vinos no hace falta agregarles nada para que sobrevivan por mucho tiempo. Se parte de viñedos orgánicos y se cosechan las uvas muy temprano. Esto origina vinos bajos en alcohol (hasta 12 grados), pero con una marcada acidez (alrededor de 10 gr/l). Son vinos blancos que se elaboran como tintos, macerando los hollejos con el mosto. Y es así como obtienen firmeza sus texturas. También, un aspecto más profundo y sabores intensos. ¿Cómo son? Su aspecto suele ser nublado porque no se filtran, de paladar tenso y refrescante, con aromas y sabores expresivos, y una estructura ideal acompañar platos consistentes. Aunque es mejor como aperitivo. Por eso, cuando el tiempo invita a disfrutar más al aire libre, renacen las ganas de tomar vinos más livianos y refrescantes, acompañados por comidas más informales. Sin que esto implique que no puedan ser vinos serios. Por ejemplo, los rosados no suelen concebirse como grandes vinos, más allá que los mejores buscan diferenciarse desde las botellas más llamativas. En blancos, se sabe que pueden ser tan buenos y longevos como los tintos, más allá que estos últimos sigan siendo mayoría. Y los naranjos que, por su particular elaboración, nunca dejarán de ser de nicho.

Pero más allá de los gustos, estos vinos demuestran que las preferencias pueden variar de acuerdo a las circunstancias de consumo, y así, un rosado puede ser el mejor vino para servir en el jardín, al atardecer bajo el sol, disfrutando una picada con amigos.