Si bien los gustos son indiscutibles porque son muy personales, las calidades si se pueden poner en tela de juicio. Es por ello que existen vinos tan diversos y en muchos segmentos de precio. Y si bien la mejor calidad tiene un límite, y eso no impide que algunos vinos ostenten mayores precios que otros, gracias a su fama, prestigio o exclusividad, es muy fácil de “medirla”.
Cuándo se trata de vinos, están los masivos (finitos y Tetra Brik), los varietales y los Reserva, y de ahí para arriba aparecen las etiquetas con mayores pretensiones. Y el aspecto más saliente a la hora de pensar en la calidad es el equilibrio, algo que se puede (y debe) lograr en todos los niveles. Porque la diferencia entre un gran vino y un vino de todos los días, desde el punto de vista cualitativo, tiene que ser muy evidente en las copas para poder justificar la diferencia en el precio.
Los vinos masivos, si salen al mercado son buenos. Y entre tantos, hay algunos mejor logrado que otros. Y si bien es una categoría en la cual los vinos deben ser correctos (estar bien logrados), el equilibrio es fundamental. Porque todos los vinos tienen los mismos componentes; 80% agua pura biológica de la fruta, 12/15% de alcohol, 5% ácidos naturales y un 1% de otros componentes. No solo la calidad de cada uno impactará, sino que estos últimos pueden marcar la diferencia. Y se parte de la base que el mejor vino de la categoría será el más equilibrado, aquel que logre expresar su mensaje de manera ordenada, y no que el alcohol se despegue, por ejemplo. Cuando se sube de nivel y empieza a aparecer el nombre de la variedad en la etiqueta o la leyenda “Reserva”, el consumidor va a buscar, más allá de un vino que le agrade, uno que le hable de un carácter diferente entre cada varietal, y esos aportes que solo da el roble a los vinos. Otra vez, los componentes pueden ser de mayor o menor calidad, pero la clave estará en cómo ese vino pase por la boca. Y otra vez, será el equilibrio, el responsable de juntarlos a todos y lograr una sensación más agradable, justamente porque en ese orden cada vino encuentra “su mensaje en la botella”. Pero qué pasa con los demás vinos, aquellos que tienen mayores pretensiones y piden más (altos precios). En esta categoría entran los vinos con nombre propio, los Single Vineyards, los vinos de autor, las líneas de vinos que buscan diferenciarse por provenir de lugares diferentes, y los vinos íconos de las bodegas.
Una vez más, en esta categoría pueden convivir varios niveles de calidad, pero el equilibrio será la calve para entender cuál es cuál. Es cierto que hoy existen vinos con “aristas” aceptadas, cosa que antes no. Como puede ser una acidez más marcada o unas texturas más presentes e invasivas. Pero de la misma manera que surgieron los vinos más concentrados, cargados en madera y siguen siendo muy aceptados por muchos, están estos. A los gustos no se los puede juzgar, pero si a los vinos. Pero hay que entender que estas “nuevas aristas” no solo hablan de un estilo o la interpretación de los hacedores, sino también de calidad. Si ellas están en un marco lógico, formarán parte entendible del vino por más que atenten con su equilibrio actual. O también pueden formar parte de un “nuevo equilibrio”. Y ahí es donde aparece el concepto de tensión. Y para comprender muchos de los nuevos vinos es necesario tener en cuenta esto. Ahora bien, llega un momento que estos vinos también se destacan por ser los mejores en sus categorías. Y no es por la fuerza de la fruta o del lugar, tampoco por las texturas y mucho menos por las notas de crianza. Simplemente es por el equilibrio. Claro que, al tener muchos componentes y atributos, el “orden” de cada trago se vuelve más difícil de lograr. Pero hay que recordar que el vino está vivo y que la botella suele calmar sus ímpetus. Esta es la razón por la que muchos vinos necesitan algo de estiba para mostrar su mejor cara. Pero para ostentar todas sus complejidades precisarán del equilibrio. Si no, el mensaje puede confundir o incluso diluirse. Mientras que, en el equilibrio, todos los componentes y atributos aportarán lo suyo para dar con el gran vino que supone ser.