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Esquel: equilibrio de los cuatro elementos

El oeste chubutense está dominado por la ciudad de la “amabilidad” que además ofrece las postales de la Patagonia condensadas en sus atractivos.

La vasta geografía argentina nos presenta lugares extraordinarios a cada paso, es el caso de Esquel una ciudad rodeada de naturaleza patagónica y un ambiente reconocido internacionalmente por su cordialidad y amabilidad, que la llevaron a ser elegida como el destino más hospitalario del país en el marco de los premios Traveller Review Awards 2022 de booking.com. Un galardón que sin dudas orgullece a los locales y despierta interés a los foráneos que buscan destinos con menos turista y todas las beldades del sur argentino. Glaciares, bosques milenarios, lagos y ríos prístinos, aventuras, gastronomía excelsa y mucho más tiene Esquel para ofrecer.

Aquí el top ten de las actividades al oeste de Chubut:

Una opción ineludible para disfrutar del aire puro patagónico es realizar Canopy en Pueblo Alto. Allí, desde plataformas aéreas situadas en los árboles, llevan por un recorrido total de 2 kilómetros, cuyo tramo principal es de 500 metros. Además de volar sobre el tupido bosque de coihues y cipreses, en uno de los tramos se cruza por el aire un cañadón sobre el río Fontana, para terminar con un té de campo que se presta en un marco escénico incomparable.

A quince minutos del centro de Esquel, un paraíso de abundante diversidad, la reserva Natural Urbana Laguna La Zeta emerge clara y apacible para el disfrute de la prospera madre tierra. Unas 1.100 hectáreas,  para conocer en detalle por medio de una red de senderos  y sorprenderse con el sonido de las aves, el silencio del bosque o las panorámicas de la Plaza de los Cerros. 

Además, el Parque Nacional Los Alerces, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en año 2017, resguarda en sus 259.822 hectáreas una de las especies endémicas más longevas del mundo, el Alerce Milenario, y una importante porción del bosque Andino patagónico. Es un espacio mágico, emociona, por ello lo dejaremos para otra nota. 

Una experiencia fascinante propone el portador de 24 mil años de majestuosa existencia, el Glaciar Torrecillas,de imponente blanco, se sostiene como una carpa de circo, colgando de las montañas.

Otra forma de meterse en el paisaje son las cabalgatas. Parten desde una chacra ubicada en la entrada de la Ciudad. Los coloridos cerros que estriban en la cordillera, conforman el marco escenográfico perfecto, en las que el contacto natural se impone sobre el frenético ritmo de la rutina.

El Kayak de travesía, con salidas de hasta cuatro horas, permite una conexión directa con natura y brinda la oportunidad de detener el tiempo para expandir los sentidos. Navegar el pequeño lago Verde o las turquesas aguas del Río Arrayanes son parte de la experiencia que se vive con total serenidad.

Y si hablamos de imperdibles, un silbido marca el inicio de la aventura: cinco coches de pasajeros de origen belga, de primera y segunda clase, un furgón y un coche comedor, guiados por una de las dos históricas locomotoras (la norteamericana Baldwin número 16 o la alemana Henschel número 114), se despiden de la estación Esquel y, zigzagueando entre cerros, dan comienzo a la aventura. El último tren de trocha angosta, el Viejo Expreso Patagónico (también conocido como La Trochita), se apresta a transportarnos sobre puentes y a intimidar con la montaña, a recibir el fresco otoño y contrarrestarlo con la tibieza del calor de las salamandras, descontando los 19 kilómetros que, en soledad, lo separan dela estación Nahuel Pan. En el lento avanzar también se modifica la geografía: al alejarse de la estación de Esquel, una elevación del terreno permite visualizar la ciudad, con vegetación típica del lugar, para luego costear cerros, atravesar zonas típicamente pastoriles, con álamos y pinos, hastaarribar a la estepa, con vegetación baja, achaparrada y espinosa. Durante la hora de viaje y con el ameno relato de la guía, se toma conocimiento del incalculable valor que tuvo en sus inicios, cuando trasladaba pobladores de tierra adentro, con sus fardos de lana, sus provisiones y hasta la correspondencia.

Quizás el cruce de las vías sobre la mítica Ruta Nacional 40 es el hito más importante del trayecto, aunque quedará inmortalizada en una foto la Vuelta del Huevo, como se conoce a una pronunciada curva que es un clásico del viaje. Lindas artesanías aguardan al final del trayecto. 

Tras un largo día, las chocolaterías artesanales de Esquel ya tienen listas las vitrinas con las mejores combinaciones de sabores patagónicos, creados a partir de recetas familiares que forman parte de la historia de la ciudad. Con almendras, nueces, maní, avellanas, castañas, pasas, ciruelas, higos, caramelo, menta, entre otros, imperdibles. Los corderos, las truchas y los frutos autóctonos son homenajeados en las cocinas de la ciudad y de cada parada para el turismo, degustarlos es la obligación del viajero que no deja nada libro al azar. 

Más información: 

Esquel es un punto estratégico en la Ruta 40, pero además es el centro de servicios por excelencia en el oeste del Chubut. Estepa patagónica y bosque andino se combinan a la perfección alrededor de la ciudad, ubicada al pie de la cordillera en un valle de origen glaciar. Esquel es cabecera de la región en el departamento de Futualeufú, al noroeste de la provincia del Chubut, a 620 kilómetros de la capital de esa provincia. 

www.esquel.tur.ar