El Malbec es y será el vino más importante del país, no solo por ser el vino más producido, sino por la gran diversidad que ofrece. Con más de 47.000 hectáreas plantadas en la Argentina, el Malbec representa el 25% del total destinado para elaboración en el país y el 42% de la superficie de uvas tintas, siendo un año más la variedad más extensamente cultivada. De este modo, refuerza su liderazgo, habiendo incrementado su superficie en un 195% desde el año 2010. En términos de distribución por provincia, nuevamente, Mendoza encabeza el ranking con mayor superficie del varietal, con el 84.4%, seguida de San Juan con el 6.19%, y Salta con el 3.82%. Hoy, el espíritu de la industria, con foco en el Malbec, apunta hacia una vitivinicultura más sostenible, más consciente de la necesidad de preservar el entorno, generar un impacto positivo en el medio ambiente, en las sociedades y las economías.
Un reciente estudio publicado en Scientific Reports, explica por qué los Malbec no son todos iguales, desterrando cualquier polémica. A partir de la investigación de terruño más extensa jamás realizada para cualquier variedad de vino, el Catena Institute of Wine comprobó científicamente la capacidad que tiene el Malbec de transmitir el lugar, tal como sucede con las uvas más famosas en las regiones más prestigiosas del Viejo Mundo. Este estudio demostró que el efecto del terroir puede ser explicado químicamente a través de diferentes cosechas, desde pequeñas parcelas hasta grandes regiones, y con un 100% de efectividad en las predicciones. Roy Urvieta (33); responsable enológico de la entidad creada por Laura Catena hace 25 años; es uno de los autores principales del estudio. Así, estos resultados pioneros y prueba irrefutable de la existencia del terruño y su persistencia a través de las añadas, ya están disponibles para todos. Dentro de la comunidad científica se suele decir que si no se publica no existe. Por lo tanto, publicar el resultado de un trabajo de muchos años es un hito, porque más allá que otros investigadores puedan usar la información, para otros puede significar el punto de partida para nuevos hallazgos.
Y si bien esto no cambia ni mejora los Malbec, significa un paso más en la demostración que el cepaje emblema de la Argentina tiene personalidad propia, y que puede integrar la elite de las variedades clásicas junto al Pinot Noir, el Cabernet Sauvignon y la Chardonnay.
Ya todos saben que el Malbec llegó entre las variedades “francesas” a mediados del siglo XIX y escapando de la filoxera; la plaga que devastó gran parte de los viñedos franceses y españoles. Creció y se adaptó de manera anónima, llegando a cubrir 60.000 hectáreas. Pero las vueltas de la Argentina llevaron a reducir esa superficie a 15.000 hectáreas. Sin embargo, cuando el país tuvo que demostrar con creces su potencial vitivinícola, salió a lucirse en plenitud, convenciendo a propios y extranjeros para que invirtieran. No por casualidad, el Malbec fue la llave que abrió la puerta de las exportaciones para el vino nacional. Pero fue mucho más allá. Porque también les demostró a los hacedores que podía adaptarse de manera distinta a cada lugar. Y así surgieron desde tintos atractivos y fáciles de beber, hasta los grandes vinos de parcela que llegaron a los 100 puntos de la crítica internacional.
¿Y ahora qué? Sería la gran pregunta. Una respuesta fácil y que vienen sonando desde hace tiempo es, “después del Malbec, más Malbec”. Pero esa no es la cuestión. Como la vara ya está tan alta, deberían los grandes Malbec codearse con sus pares del mundo y competir de igual a igual por la corona. Ya que es una variedad que lo tiene todo; historia y nobleza, sentido de pertenencia, atributos enológicos y complejidad. Ya casi hay 48.000 hectáreas plantadas, siendo la única gran apuesta del vino argentino. Pero el objetivo ya no debe ser diferenciarse, sino seguir puliendo detalles para lograr ser algún día el mejor vino del mundo. Este hallazgo llevado a cabo por el Catena Institute of Wine, que demostró que el efecto del terroir puede ser explicado químicamente y con un 100% de efectividad en las predicciones, no hace más que confirmar que el Malbec fue, es y será, el gran vino argentino.