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Faros: la luz bienvenida

Alrededor del mundo hay guías lumínicos que ameritan una visita turística.

La palabra faro remite al griego antiguo y su origen se ubica en la isla egipcia de Faro. Fue allí, en el año 279 AC, cuando Ptolomeo ordenó erigir una torre que sirviera como referencia para la navegación. Así tomaba vida uno de los primeros faros de la historia, al que se consideró una de las siete maravillas del mundo, el de Alejandría. 

Desde entonces, los faros se han multiplicado y también modernizado. Aunque no han perdido su solitario y romántico atractivo, que es inherente a ellos desde sus inicios. 

En esta nota te presentamos 5 faros alrededor del mundo que merecen ser visitados.

1. Faro del Fin del Mundo, Argentina

Muchos confunden Les Éclaireurs -el faro blanco y rojo de Ushuaia reproducido en miles de souvenirs- con el del Fin del Mundo y de hecho, muchas excursiones turísticas lo promocionan como tal. Sin embargo, aquel en el que Julio Verne se inspiró para escribir su novela El Faro del Fin del Mundo -publicada de manera póstuma en 1905- fue el de San Juan de Salvamento.

Ubicado en la Isla de los Estados, en 1884 comenzó a iluminar las aguas de este apartado territorio. Así logró, no sólo evitar naufragios –aunque, por supuesto, no todos- sino también reducir la acción de los piratas de la zona que solían hacer señales falsas para hacerse con la mercadería de otros barcos. Tras 18 años de servicio, en 1902, dejó de funcionar luego de que un grupo de expertos coincidiera en que su posición no era la más adecuada, ya que las islas cercanas frenaban su luz. Afortunadamente este no sería su final, en 1997 fue reconstruido y un año más tarde, una donación francesa permitió que volviera a encenderse. Pomposamente lo menciona Verne en su libro: “(…) Aquí tienes la Isla de los Estados con su faro, al que todos los huracanes no lograrían apagar.”

2. Torre de Hércules, España

La Torre de Hércules ostenta una carta de presentación que hace que valga la pena su visita. Se trata del faro más antiguo del mundo, todavía en uso. Desde el siglo I, esta torre -que edificaron los romanos- guía a navegantes y atrae a los curiosos. Se sitúa en Punta Herminia, en la región de A Coruña (Galicia). Allí, este vigilante marino de base cuadrada se levanta 56 metros del suelo, lo que lo convierte en uno de los tres faros de altura de España.

Así, desde hace –literalmente- siglos, cada noche la Torre de Hércules comienza nuevamente a funcionar. Hoy los navegantes lo reconocen por un grupo de 4 destellos blancos con un intervalo de 20 segundos. Mientras que, en los días de niebla, se suma una señal sonora audible a 7 millas.

3. Faro La Jument, Francia

Como sucede con muchos, a La Jument también lo antecedieron una serie de naufragios que fueron testigos trágicos de sus peligrosos fondos marinos. Entre 1904 y 1911 se construyó esta torre, que se ubica dos kilómetros mar adentro de la isla Ouessant, en Bretaña.

Sin embargo fue una foto, que seguramente más de uno ha visto, la que hizo a este faro mundialmente conocido. La historia tiene como protagonistas al fotógrafo Jean Guichard, al farero Theophile Malgorn, a La Jument y al mar. 

Sucedió el 21 de diciembre de 1989 en medio de una fuerte tempestad. Guichard, que trabajaba en una serie fotográfica de faros, sobrevolaba en helicóptero a La Jument. El recurrente ruido llamó la atención de Malgorn, que abrió la puerta del faro para ver si querían alertarlo de algún naufragio. En aquel momento, una inmensa ola rompió en la torre y al tanto del error que había cometido, Malgorn cerró la puerta rápidamente para resguardarse en el interior. Sin embargo, aquellos segundos fueron

suficientes para que Guichard inmortalizara en una foto no sólo aquel momento, sino también una profesión casi extinta.

Fue con esa toma que Guichard ganó el segundo puesto del World Press Photo en 1990.

4.Faro de Cabo Polonio, Uruguay

En las noches de Cabo Polonio, su faro es el protagonista indiscutido. Es que en este pueblo uruguayo -conocido por no contar con luz eléctrica- su linterna no sólo guía a navegantes, sino también a quienes se encuentran en tierra firme. En 2006 el cantautor Jorge Drexler lo inmortalizó en una canción: “Un faro quieto nada sería/ Guía

mientras no deje de girar/ No es la luz lo que importa en verdad/ Son los 12 segundos de oscuridad.” Fue así que más de uno conoció su existencia, aunque es desde 1881 que cada noche cumple estoico su función.

Durante el día, a los pies de su torre, se dan cita cientos de lobos marinos, indiferentes a los turistas que se acercan curiosos para tomarles fotos. El faro puede ser visitado y los 26 metros de altura garantizan unas excelentes vistas del pueblo, el cabo y las dunas.

5. Faro de Tourlitis, Grecia

Este faro, suspendido en un islote, se ha convertido no sólo en uno de los grandes atractivos de la isla de Andros, sino también en el primer faro griego en aparecer en una estampilla. Emplazado en medio de las aguas turquesas del mar Egeo, una escalera tallada en la roca es su único punto de acceso. Y aunque fue construido en 1897, probablemente a más de uno le sorprenda su excelente estado de

conservación. Lo cierto es que los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial hicieron mella en esta torre marina, que fue reconstruida durante la década de 1990, respetando su forma original.

DE YAPA

Faro Svörtuloft, Islandia

Pintado de un vibrante anaranjado, el faro Svörtuloft no pasa desapercibido en ningún momento. Su color contrasta a la perfección con el entorno islandés de rocas volcánicas, teñidas de negro y cubiertas de líquenes. Se ubica en la península de Snaefellsnes, célebre por sus imponentes acantilados. Sus poderosas olas son las responsables de las advertencias de los carteles. Aquí, acercarse demasiado al filo del abismo puede ser mortal, aunque con los recaudos necesarios no hay peligro alguno.