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Ferias de vinos: todas suman, algunas multiplican

No es solo cuestión de tomar y compartir, también está bueno salir de la zona de confort, visitar ferias de vinos y exponerse, “enfrentase” a los sommeliers y hacedores para compartir sus opiniones.

Incluso las que ya no se hacen, porque sentaron las bases de lo que hoy ofrecen las ferias de vinos argentinos. Todo comenzó con Miguel Brascó y sus Expo Gourmandise de la Revista Cuisine & Vins, en la década del ochenta. Luego la industria sumó su recordada Vinos & Bodegas, que pasó por muchos estadios, pero muchos recuerdan la grandeza de lo que fue la edición 2007, por ejemplo. Pero acá la idea no es nombrar a todas las que ya no están, porque si bien en su momento aportaron lo suyo, por algo ya no existen. Se sabe que en este país crear un negocio es muy difícil, peor mucho más es mantenerlo. Y si bien el vino argentino genera un sin fin de oportunidades a su alrededor, los emprendedores no están exentos del contexto. Pero algo está pasando con las ferias de vinos, porque cada vez son más. Y no solo en la Ciudad de Buenos Aires y alrededores; donde se concentra más el consumo; sino también en las principales ciudades del país. Una de las claras razones es la necesidad de salir y encontrarse más alrededor del disfrute que surgió post pandemia.

Pero vamos por partes. Que el vino ofrece diversas temáticas no es una novedad, y es tan cierto como la libertad para organizar ferias de vinos. Sin embargo, lo importante es poder trascender en el tiempo. Esto implica crecer, no para ganar más sino al menos para mantenerse, porque si en este país no se hacen más cosas de las que se hacían, el tren de la inflación te pasa por arriba y te aplasta. Soy de los que considera que todo evento alrededor del vino suma, y también de los que valora a los que hacen, aunque reconozco que abundan los que critican sin hacer. Claro está, que cuando uno organiza algo se expone, y se suponen que lo hace para que todo salga 100 puntos, aunque a veces algo puede fallar. Lo importante es no bajar los brazos, pero también ser conscientes que se está haciendo algo más que una feria de vinos (en este caso), se está creando una marca, y se está permitiendo a muchos consumidores vivir momentos únicos con el vino. Y es gracias a esos momentos que el placer y el gusto por el vino se afianza en la mente de los consumidores. Porque no es solo cuestión de tomar y compartir, también está bueno salir de la zona de confort y exponerse, “enfrentase” a los sommeliers y hacedores, compartir sus opiniones con los demás, etc. Esto permiten las ferias, además de observar a los demás y escucharlos, abre la mente y el paladar, como también degustar esas rarezas o varietales que se habían dejado de lado por una mala experiencia.

Por eso, todas las ferias de vino suman a la causa, porque en definitiva son una acción de promoción del consumo, y acercar; de alguna manera; las bodegas al centro de consumo, supone crear o reforzar vínculos con los consumidores. Y el éxito no se pude medir por cantidad de asistentes o vinos ofrecidos, porque cada una tiene un formato diferente. Tampoco por el concepto, porque la temática la propone el organizador de acuerdo a lo que cree más conveniente. Claro que trascender en el tiempo es fundamentar para consolidarse como espacio de disfrute y divulgación.

Pero entre todas las ferias actuales hay una que no suma, sino multiplica. Y no es porque sea más grande que otras. Es cierto que la Chachingo Wine Fair ya se ha transformado en la expo de vinos más federal de la Argentina, con ediciones en Mendoza, Rosario, Mar del Plata, Bariloche y, ahora, Buenos Aires (y quizás en breve San Pablo). Pero lo de Chachingo es especial, porque los hacedores la hacen especial. Esto fue lo que vio Alejandro Vigil, junto a su mujer (María Sance) y su amigo Fernando “Flaco” Gabrielli. Y por eso decidió hacer primero una feria de bodegas amigas en su casa (Casa Vigil). Así nació Chachingo Wine Fair en 2017. Y este año la feria ya se desarrolló con gran éxito en Park Hyatt Mendoza, en el mes de marzo. Fue en el marco de la Fiesta Nacional de la Vendimia. El evento contó con la participación de 40 bodegas y más de 900 asistentes. Luego se trasladó a Bariloche (en su primera edición patagónica) donde recibió a más de 600 personas y contó con más de 45 bodegas (y 250 etiquetas de vinos). Y la tercera fecha de 2023, de la tradicional Chachingo Wine Fair, se desarrollará los días 9 y 10 de Agosto en CABA. El espacio elegido para el desarrollo de la propuesta es el Alvear Icon Hotel (en Puerto Madero), uno de los más importantes de esa ciudad. Esta edición, contará con la participación de 57 bodegas de todo el país (Mendoza, San Juan, Salta, la Rioja y Catamarca). Mientras que la gastronomía ha sido diseñada en conjunto entre los equipos del Alvear Icon Hotel y Casa Vigil.

María Sance, Alejandro Vigil y “Flaco” Gabrielli, los hacedores de Chachingo Wine Fair.

¿Por qué la Chachingo no suma, sino que multiplica? Porque los hacedores aprendieron que estando allí en los stands, sorprendiendo a los asistentes para servirles sus propios vinos, degustarlos con ellos, compartirles sus secretos de elaboración y, por qué no, sacarse una selfie, hacen la diferencia. No es lo mismo degustar con el hacedor, aunque es cierto que los sommeliers pueden ayudar mucho al momento de conocer un vino. Pero es distinto si lo hace el enólogo o la enóloga. Muchos de ellos son jóvenes entusiastas, otros ya acusan más experiencia. No obstante, todos tienen el mismo entusiasmo. Para ellos la Chachingo es una fiesta más que una feria de vinos. Y eso es lo que termina sucediendo; una fiesta, que además termina con shows musicales. Y es gracias a esta fiesta que el consumo de vino se multiplica. Y si este crecimiento no va tan rápido como todos quisieran no es por culpa de los vinos argentinos, que desbordan de diversidad y calidad, sino del contexto económico.