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Gualtallary, el origen del cambio

Es una de las zonas top y más reconocidas de Argentina en el mundo del vino. Altura, clima y variedad de suelos la hacen única. Cuna de los vinos mejor puntuados por la crítica internacional. Gualtallary, Gualta para los conocidos, el origen del cambio en la vitivinicultura argentina.

Distrito ubicado en el oeste de la provincia de Mendoza, en el departamento de Tupungato, en el aclamado Valle de Uco, es una de las zonas más elevadas de la Argentina y esa altura es una de sus mayores fortalezas como región vitivinícola. Como no sucede en otras zonas, su división política se corresponde con una unidad geológica que es el cono aluvial del rio Las Tunas. Este rincón desértico y rocoso, ofrece viñedos que trepan hasta los 1.600 metros sobre el nivel del mar siendo la máxima altura para el cultivo en la región.

Allí, las vides gozan de un clima más frío que en otras zonas de la provincia. Gracias a esto, Gualtallary es sinónimo de vinos frescos y tensos. Sin embargo, el carácter de sus vinos no se explica únicamente a partir de la altura. El factor clave es el perfil aluvional de sus suelos, pobres, pedregosos y con una importante presencia de carbonato de calcio y arena. Combo de atributos que permite definirlos como calcáreos y los emparenta con los de Borgoña y la Champagne.

El primero en plantar allí en 1992 fue Nicolás Catena buscando una zona fría en Mendoza para elaborar vinos de un nuevo estilo. Las primeras hileras de lo que hoy es el viñedo Adrianna comenzaron a producir en 1995. Como el vino que se produjo de ese viñedo extremo fue algo innovador en cuanto a Malbec, al poco tiempo la inversión se incrementó ya que la tierra era accesible. Entonces otras bodegas comenzaron a plantar viñedos allí. Este fue el caso de: Rutini Wines, Zorzal, Andeluna, Doña Paula y Huentala Wines, entre otros. Hoy en día Gualtallary tiene 2250 hectáreas plantadas de las que la mitad son de Malbec y el resto se divide principalmente entre: Cabernet Sauvignon y Franc, Chardonnay y Pinot Noir.

Se preguntarán si es una Indicación Geográfica y la respuesta es no. Hay un litigio legal por el nombre, porque una empresa privada lo registro como marca hace mucho tiempo y no ha cedido su uso. Actualmente se utiliza el nombre en las etiquetas, pero como una mención de origen. Sin embargo, los productores afirman que lo importante es poder hacer el vino con uvas de ahí y poder identificarlo.

Martín Kaiser, winemaker e Ingeniero Agronómo de la bodega Doña Paula y uno de los profesionales que más conoce Gualtallary comenta: “Con el consorcio de bodegas que estamos allí, que tiene personería jurídica, hicimos un estudio con la Facultad de Agronomía para estudiar cómo se distribuyen los diferentes tipos de suelos dentro de Gualtallary. Si bien geológicamente tiene todo el mismo origen, que es el cono aluvial del rio Las Tunas, dentro de ese cono hay zonas diferentes y eso nos permitió dividir por suelo y clima dado que tiene mucha pendiente y una gran variabilidad de altura. Es por esto, que hay viñedos plantados en la parte más baja a 1100 msnm y en la parte más alta a 1600 msnm. Esto hace que vayan de un clima intermedio a un clima frio simplemente moviéndonos 15 kilómetros de una punta a la otra”.

Respecto a los tipos de suelos Kaiser explicó que “Gualtallary se puede dividir en tres grandes grupos: por un lado, el sector sur, más cerca al rio Las Tunas. Es muy pedregoso de suelos aluvionales jóvenes, con bastante piedra, arena y bajo contenido de carbonato de calcio. En la parte norte, hay dos sectores, uno más bajo con suelos más profundos donde predomina la arena por encima de la piedra. Y cuando nos vamos hacia el norte, hay un sector que está comprendido por las lomas del Jaboncillo, una falla que levanto una parte del cono aluvial a una altura de 60 metros aproximadamente. No es demasiado alto, pero si lo suficiente como para que los suelos que la componen más el área de influencia al pie de esas lomas sean más antiguos. Esto evito que el río pueda depositar nuevos sedimentos. Esos suelos se han ido envejeciendo y cuando esto pasa, se van calcificando (acumulando carbonato calcio). Por eso son suelos bastante calcáreos”. 

A raíz que la IG Gualtallary está parada, las bodegas integrantes del consorcio propusieron dividir la región en 5 subregiones a raíz de las diferencias de suelos, clima y perfil de los vinos que salen de allí. Martín Kaiser reveló que los nombres propuestos son “empezando por el sector sur, sería Gualtallary Río. En la parte norte hay un gradiente que va de abajo hacia arriba, sería Gualtallary La Vencedora, que toma el nombre de la calle. Albo es donde está la finca de Doña Paula, que toma el nombre por el color del suelo donde predomina el calcáreo. Luego Monasterio que es el sector donde está el Monasterio del Cristo Orante. Por último, el sector más alto que sería Las Tunas”.

En cuanto a las características en general, los suelos más arenosos dan vinos que son vivaces aromáticamente. Tienden a tener más fruta roja, principalmente el Malbec, y al ser más profundos tienden a ser más herbales, florales y muy expresivos. Por su parte, los suelos pedregosos ayudan a una madurez de los aromas más hacia la fruta negra, quizás alguna nota de mermelada y vinos más especiados. Con más volumen en boca e incluso más color. Y si hablamos de un suelo pedregoso con contenido calcáreo, la parte aromática va a depender mucho del tiempo que pase ese vino al momento de consumirlo. Pero normalmente tienden a ser vinos austeros cuando son jóvenes, compactos y cerrados. Son vinos que demandan más tiempo en barrica, en botella y también al momento de servirlo, más tiempo en copa. En boca suelen tener una textura distinta, como a polvo de tiza y con el tiempo se van redondeando. Tienen su aspereza sin ser secantes.

No hay duda de que Gualtallary fue y será el origen del cambio de paradigma del vino argentino.