enero 1, 2024

Mendoza - Argentina

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¿Guardar o no guardar?

Son tantos los vinos por conocer y hay tanto aún que aprender; tal como lo demuestran los cambios que llevan a cabo sus hacedores en pos de mejorar la calidad y el estilo; que el amante del vino casi no tiene tiempo de hacer revisionismo vínico.

Por suerte en la Argentina esa no es una cuestión ya que la gran mayoría de los vinos están listos para ser disfrutados al salir al mercado. Esto se debe fundamentalmente a las necesidades económico-financieras de las bodegas que están por sobre los deseos del hacedor; algo razonable por tratarse de un negocio que debe ser sostenible.

Es por ello que no hace falta esperarlos para que “mejoren”, sabiendo que el tiempo no mejora, sino que ayuda a que se “acomoden” sus componentes dentro de la botella. Porque la calidad del mismo será la misma, no obstante, la forma en que se exprese el vino irá cambiando con el correr de los años. Y si bien muchos pueden disfrutar más los vinos con algunos años, lo cierto es que es una cuestión de gustos y no de cambios en la calidad de un vino. Pero es indudable que a todo amante del vino le gusta tener a mano al menos un puñado de botellas para poder improvisar, sorprender, regalar o regalarse en todo momento; sin tener que pasar por la vinoteca. Entonces hay que saber que el vino odia los cambios (bruscos) de temperatura y los movimientos; también en menor medida la luz y los ruidos. Si hay un rincón de la casa oscuro y tranquilo rondando los 20 grados (más no) todo el año, estará bien. Las botellas deberán estar siempre acostadas para que el corcho no se reseque, y mejor sin cápsulas para vigilar que el vino no avance hacia la superficie si es que sufrió al ser taponado. Por último, y quizás lo más importante, para no estar moviendo las botellas sacarle una foto antes de la guarda y anotarlas en una lista. No se trata de tener un stock, pero sí de saber qué se tiene sin perder el control a medida que se van apilando y se vuelve difícil extraer una botella entre tantas. Muchos además optan por anotar en qué ocasión las consumió y sus notas de cata, que siempre sirven de información para comprobar si la decisión de guarda y/o descorche fue acertada o no. Y de esta manera tener un registro del estado de evolución de los vinos guardados que esperan tranquilamente por su momento.

Pero últimamente muchos se preguntan para qué guardar un vino, sobre todo después de la pandemia. Lejos de ser una posición tremendista, se trata de disfrutarlos de otra manera. Guardar vinos en casa, muchos o pocos, condiciona en cierta forma la sorpresa y la improvisación. También “obliga” de algún modo a esperar a que ciertos vinos lleguen a su plenitud. Pero los grandes vinos argentinos ya son expresivos por naturaleza y lo demuestran al llegar al mercado; incluso mucho antes. Es más, el Malbec tiene mucha más gracia de joven. Y si a eso se le suma equilibrio y vivacidad, con frescura y capas de aromas y sabores, significa un gran vino en un gran momento. ¿Qué pasa después? Ese mismo “gran Malbec” seguirá su camino, pero ya sin tanta gracia. Es cierto que ganará otros atributos y un mayor balance (supuestamente), pero nada le asegura que esté mejor. Una de las pruebas de ello son los flamantes vinos 100 puntos de los últimos años. La mayoría de los tintos son Malbec, puros o blends, y sorprenden a los críticos por su actualidad. Su evolución en botella aún es una gran incógnita. Pero los hacedores estiman que su potencial de guarda será mucho mayor que el de sus predecesores; 10,20,30,40, 50 años, o más. Y si bien nadie les sacará los 100 puntos ganados legítimamente, la duda es saber si se van a sentir mejor en unos años que ahora. La respuesta la tienen el tiempo y la libertad de acción de cada consumidor, más allá de sus posibilidades. Y si bien es cierto que degustar vinos guardados es una experiencia diferente y enriquecedora, también se puede descorchar un vino de estos en cualquier momento ya que hay vinotecas especializadas, restaurantes y hasta bodegas que comercializan vinos de cosechas anteriores.

Son tantos los vinos por conocer y hay tanto aún que aprender; tal como lo demuestran los cambios que llevan a cabo sus hacedores en pos de mejorar la calidad y el estilo; que el amante del vino casi no tiene tiempo de hacer revisionismo vínico. A veces y en ocasiones especiales se puede mirar para atrás (degustar un vino guardado), pero para avanzar en el aprendizaje vínico es necesario disfrutar el presente de cada gran buena botella.