enero 10, 2024

Mendoza - Argentina

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Guatemala: naturaleza y culturas vivas

Un volcán activo, un lago en el cráter, la Antigua ciudad y un puñado de poblados donde persisten costumbres indígenas ancestrales.

El humo del Pacaya y de los volcanes colindantes nos precede. A poco, entre las rocas, otrora parte del magma, el viento trae oleadas de calor, la antesala de los ríos de lava de los que nos hablaron. Apresuramos los pasos sin importar el cansancio o la irregularidad del terreno, y ahí como si fuera un extracto de ciencia ficción, la tierra se levanta en trozos pequeños, es la lava que empuja hacia la superficie ennegrecida. Estamos a 200 metros del cráter -dice el guía-, el corazón late rápido, como las columnas humeantes que bajan de la ladera. Por momentos es imposible avanzar, la temperatura se vuelve tortuosa. Sin más, la intensidad del fuego líquido deja ver la gama cromática completa de las tonalidades cálidas, del bramar del rojo, al naranja intempestuoso y al amarillo cegador, nuestras retinas se enciendan, enardecidas, ante el espectáculo.

Las entrañas de la tierra en carne viva frente a la mirada atónita de los bendecidos que sucumbimos ante el milagro. Un vistazo hacia atrás y el paisaje recita la historia de este paraje que superpone elevaciones humeantes – los volcanes Acatenango, Agua y Fuego-  y agrestes planicies que en algún tiempo fueron vomitadas por los gigantes, esos que se niegan a cerrar la mítica conexión con el centro planetario, con el núcleo que desde eones permanece tan vivo, hirviente, como en los orígenes, cuando el universo vio el nacimiento de Gaia.

El silencio es la respuesta nata ante la imponente naturaleza, y un guiño interno por habernos propuesto alcanzar las fauces de la tierra.

Dos horas antes. San Francisco de Sales es un poblado pequeño, desde allí la partida hacia el Pacaya, de 2.552 m.s.n.m.. La caminata dura entre 1,45 a 2 horas, y siempre hay mulas disponibles. Los pobladores saben que muchos de los visitantes no llegarán a buen puerto sin la ayuda de los animales, entonces caminan muy cerca de los turistas, tentados a abandonar la aventura a pie. Cabe aclarar que los primeros minutos la motivación es la mejor amiga, más no será suficiente en las postas siguientes cuando el ascenso sobre piedras volcánicas hace más difícil la empresa, y los pulmones también comienzan a sentir la altura, los bastones son de ayuda y las zapatillas de trekking que tanto lugar ocuparon en la maleta, ahora cobran sentido. Con el objetivo claro, entre risas y tambaleos ocasionales, continuamos por la ruta que nunca es fija, depende de los antojos del viento. Vamos esquivando la mirada hacia las mulas, no caeremos en la trampa.

La Antigua encantada

El Arco de Santa Catalina da la bienvenida a Antigua, tan amarillo que hace ver el volcán de Agua más azul que nunca. Las casitas a los lados de colores ocre, ladrillo, naranja, bermellón junto a ruinas que indefectiblemente están teñidas de tierra y añejos cuentos, separadas por el empedrado de la calle central, serán imágenes que se repetirán por la ciudad a donde quiera el viajero virar. Pero vale detenerse en este arco que fuera parte del convento homónimo construido en 1693, y su función lejos de ser estética resolvía el asuntito del traslado a las monjas de clausura. Pues se trata de un pasillo que conducía de uno a otro lado de la edificación para que las religiosas no sean vistas en la calle. La torre es más nueva, terremotos mediante, data de 1890 cuándo fue colocado el famoso reloj y, más nóveles aún, son las molduras y azulejos que tienen apenas 6 años.

Sin embargo el embellecimiento de este símbolo de la ciudad Patrimonio de la Humanidad declarada por UNESCO, no es el único. Al transitar las callejuelas es posible ver añosas iglesias, conventos o monasterios que arrasados por movimientos telúricos, fueron refuncionalizados en lujosos hoteles, restaurantes o comercios. De hecho es sorprendente la cantidad de templos tanto en pie como caídos, una tradición de los primeros siglos de la colonia, que puede verse en otras urbes de Latinoamérica. Como el sincretismo cultural, ese precioso acuerdo implícito corazón adentro y muy explícito cuando se observa la cultura maya pegadita a la imaginería católica. Santos de tez oscura con vestimenta de algodón y fibras teñidas a mano, estatuillas de madera tallada y cerámica local realizadas por manos indígenas, así como puntillas españolas y auras de metales y piedras preciosas. Incluso, en algunos templos hay rituales mayas tanto en las escalinatas como en los altares, no hay que preguntar ni sacar fotos, sólo respetar este contrato entre el cielo y la tierra.

Cabe recomendar entonces, las festividades de la liturgia y el día de Todos los Santos, otra vez la sincronicidad, ocasiones en las que las calles se tiñen de muestras de devoción, colores, música en vivo de las orquestas citadinas que en procesión alzan en andas a la Virgen o a Jesús crucificado, a tantos santos que veneran y así buscan ser correspondidos con buenas cosechas, salud, y que los terremotos o las erupciones queden bien lejos, pero la protección muy cerca.

Un día en que ayer 

Tras desperezarnos seguimos una recomendación: el mejor desayuno por estos lares se sirve en La Posada de Don Rodrigo. Un festín de sabores en la experiencia de la mesa más cálida, jugos de cuánto frutos imaginen, café de las plantaciones de allí cerca, plátanos fritos, guacamole, frijoles volteados, tamales recién hechos y las tortillas a pedido del comensal que se cocinan en el comal de barro y, como si fuera poco, las vistas maravillosas que regala el entorno.

Al respecto, un tour gastronómico es preciso en La Antigua. Entonces visitar el Mercado del Carmen y probar cuanto haya es menester, como pararse en los cafetines que sirven pastelería local como los colocaos de guayaba, las masas de miel, los dulces de cardamomo o tamarindo. Es preciso los fines de semana hacer stop en los puestos de Carnitas, taquitos acompañados de ensaladilla fresca de rabanillo y cebolla. Entre los platos más típicos el Revolcado de cerdo, con tomate y maíz, le compite al Pipián de pollo, con las pepitas de zapallo tostadas, maíz remojado y guisado con miltomates y cilantro fresco. Los Chiles rellenos se distinguen por el ejote, el jitomate con carne molida de res y chile chocolate seco. Las enchiladas, en tanto, se comen por doquier y en la calle del Obispo con la mano. Y podríamos seguir, con Chicharrón de pescado, con el famoso Fiambre y tanto más, pero vamos con el bajativo, un agua ardiente o “quitapenas”, como le dicen por aquí. Los hoteles apostados en lo que fueran ruinas de templos son la opción Gourmet de la cultura local. Y un tip, darse una vuelta por el poblado de Jocotenango para probar el Chirmolito, como lo hace Arjona cada vez que los visita. Y si van en Agosto, la fiesta de la Asunción de la Virgen es realmente imperdible.

En cuanto a las bebidas, las Micheladas son moneda corriente como las Cucarachas, unos shot de coñac de café y ron puro, encendidas, que hay que tomar con sorbetes, las Morenitas, ron con jugo de tamarindo, que también contribuyen a olvidar las penas.

Entre los paseos infaltables hay que subirse a un tuc tuc y viajar al ritmo del empedrado, a los saltos. Llegar a la zona de Los Arcos donde se encuentran los paletones de agua que se utilizaban para lavar la ropa y allí mismo tomarse un carruaje de caballos para recorrer la urbe al atardecer. La Cruz del mirador, es una parada panorámica antes de dirigirse a las plantaciones de café y maíz, degustaciones impecables y aventuras que incluso invitan a trepar por las laderas del Volcán de Agua.

El agua entre colosos

El lago Atitlán rodeado de volcanes, Tolimán, San Pedro y Atiplan, y de muchos poblados que -previa selección según los días de estadía- vale conocer. Al menos un paseo embarcado, pues se trata del cráter de un milenario volcán, para rescatar los mitos de sus aguas sanadoras, de la ciudad sumergida a más de 300 metros de profundidad, de los dioses que protegen a las comunidades. 

Es fascinante ver en cada rincón del país a mujeres y hombres con trajes típicos en su día a día, es su modo de ataviarse desde hace siglos con los colores másficticios aunque los más naturales. Imaginen que hay más de una veintena de étnias con sus dialectos y su idiosincrasia en territorio guatemalteco, y cada una con quehaceres intactos como hace centurias. Por caso, y ya que estamos en el lago Atitlán, los tejidos de San Juan la Laguna, donde las mujeres son las que realizan el proceso artesanal completo, eso que se perdió hace tanto con la Revolución Industrial. Aquí no hay datos de vapores ni maquinarias, son ellas las que retiran la fibra del algodón de las semillas, lo enrollan con paciencia incansable para luego utilizar tintes naturales que se traducen en la paleta de Centroamérica. Natura provee con hierbas, frutos, tubérculos, raíces, rocas y plantas de todo tipo. Es posible ver el proceso explicado por alguna de las féminas de linaje indígena, que pone en valor el saber ancestral. Entonces nos enteramos que en la tintura influyen las fases de la luna, la molienda de ingredientes o el hervor. Y claro, algo de esa paleta viaja de regreso a casa, en mantas o bolsos, y cada vez que lo vemos sabemos que es parte de este pedacito de tierra, pero que forma parte de la magnificencia de los nativos de nuestro continente.

Algo a tener en cuenta para conocer más a través del lago es hacer base en Panajachel ya que cuenta con excelentes servicios y desde allí movilizarse en barquitos hacia los poblados de San Pedro, San Marcos, San Juan de Laguna o Santiago de Atitlán. Y en este último conocer a Maximón, un hombrecillo al que se le ofrecen dulces y un cigarro diario para obtener una gracia. 

Comprar souvenirs en cada parada es obligatorio, tejidos, quitapenas, objetos y joyas de plata y jade la gema guatemalteca por excelencia de tonos verde, blanco y negro, también cerámica representativa de los dioses hechas a mano.

Nos queda mucho en la hoja de ruta de este pequeño gigante país que conmueve con su extravagante naturaleza, con culturas tan vivas que nos hacen mirar una y otra vez la conexión intrínseca de las raíces de nuestras Américas, hasta la próxima.  

PARA SABER

Instituto Guatemalteco de Turismo: www.inguat.gob.gt

MCL Tours Guatemala 

@mcltours, info@mcltours.net

Restaurantes 

https://es.panzaverde.com/restaurant-1

https://antigua.posadadedonrodrigo.com/restaurant/

Más Datos

Alojamientos desde U$S 50 para dos

Tours ascenso volcán Pacaya desde Ciudad de Guatemala: U$S 75. Desde Antigua U$S 30. 

Tour La Antigua (full day) desde Ciudad: U$S 85.

Ciudad de Guatemala desde Antigua (full day): U$S 95.