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Héctor Durigutti: “Tenemos viñedos que son patrimonio histórico y seguimos hablando de varietales. Deberíamos hablar de regiones, sin importar lo que hay plantado en el lugar”

Junto con su hermano Pablo, crearon en Las Compuertas (Mendoza) Durigutti Family Winemakers, top 10 en los World's Best Vineyards 2024. Además, en 2023 fueron elegidos “Enólogos del Año” por el crítico de vinos inglés Tim Atkin. El restaurante de su bodega (“5 Suelos, Cocina de Finca”) fue recomendado por la Guía Michelin, por segundo año consecutivo.

Oriundo de Rivadavia (Mendoza). A pesar de no provenir de una familia relacionada al mundo del vino, paso gran parte de su infancia y adolescencia en la pequeña finca que poseía una tía en Santa María de Oro. Eso despertó sus ganas de ser Ingeniero Agrónomo, pero las distancias con la facultad y la necesidad de trabajar le cambiaron sus planes. Recibido de enólogo en el colegio secundario, comenzó a trabajar en bodegas y estudió la licenciatura algunos años después. “Nosotros con mi hermano somos la primera generación que incursionamos en el tema del vino ya que en casa era una familia de trabajo, pero de otras áreas. Estudié Enología de grande. Siempre digo que soy un Ingeniero Agrónomo frustrado porque no hice la carrera. Vivía en Rivadavia, a 60 km de la capital, y Agronomía se estudiaba en Lujan de Cuyo. En ese momento (38 años atrás) tenía que trabajar para poder estudiar y se me hacía difícil ir y venir, porque me consumía todo el tiempo”, rememoro Héctor.

¿Dónde estudiaste Enología?

A la secundaria la hice en Don Bosco y ahí me recibí de enólogo. Después empecé a trabajar en bodegas y a los 28 años retomé la facultad e hice la Licenciatura en la facultad Juan Agustín Masa. En ese momento era la única que la dictaba, por eso los pocos que estudiábamos enología íbamos a la misma universidad.

Dijiste que trabajaste apenas terminaste la secundaria, ¿Dónde fueron esos primeros pasos?

Mi papá era muy amigo de uno de los enólogos de bodega Titarelli y pude hacer prácticas en su laboratorio. Luego tuve la posibilidad de trabajar en Gancia, que en ese momento hacía mucho vino y espumante. Luego pase por distintos proyectos y bodegas. Entre ellos Altos Las Hormigas, que fue el último proyecto en el que estuve antes de comenzar con nuestra bodega.

¿Cómo surgió Durigutti Family Winemakers?

A finales del 2001 cuando estaba haciendo mi última vendimia en Italia para Altos Las Hormigas, me ofrecieron quedarme allí pero decidí volver a Argentina cuando todos se iban. Ahí le dije a mi hermano que ya no quería trabajar para una compañía y le propuse emprender algo propio porque había visto cómo se vivía en Europa. Alguien que tenía cuatro o cinco hectáreas tenía su propia bodega, hacía sus vinos, su aceite y tenían un pequeño restaurante. Esa era la vida familiar y de los pueblos, que hasta el día de hoy existe (tanto en Italia como en Francia o España). Me vine con esa idea. Traía unos ahorros que me alcanzaron para comprar dos tanques de acero inoxidable diez barricas y 5000 kilos de uva. Ese año hicimos las primeras 3000 botellas de vino y así empezó nuestra historia. Sin bodega y sin viñedo.

En un comienzo tuvieron muy buena recepción en el exterior sus vinos…

Yo trabajaba en Alto Las Hormigas y mi hermano en Rutini. Teníamos mucha exposición a nivel internacional con la prensa y con importadores. Eso hizo que tuviésemos muy buenas reviews afuera y un marketing que vino solo en ese momento. Empezamos con los contactos que teníamos a exportar a partir del año 2004. En el 2007 compramos la primera finca acá en Las Compuertas y ya nos quedamos instalados. Hoy tenemos 40 hectáreas, de las cuales hay plantadas 26, Más una bodega construida toda de cemento, alojamientos y un restaurante, es un concepto enoturístico integral. Todo lo que pensamos en el 2001 se concretó. En volúmenes mucho más grande de lo que nos habíamos imaginado.

¿Por qué eligieron Las Compuertas?

Primero es una de las zonas más lindas de Luján de Cuyo en calidad y en lugar. Segundo, porque es una de las primeras regiones vitivinícolas donde se plantó Malbec por una sencilla razón, Mendoza es una ciudad semidesértica y para haber plantación tiene que haber agua y el primer embalse de agua, la toma del dique Los Españoles se construye en Lujan de Cuyo, específicamente en Las Compuertas. Toda el agua que viene del río Mendoza se la empieza a orientar con una compuerta a través de canales y después de acequias, empieza a haber una derivación de agua y comienza el desarrollo vitivinícola al pie de la montaña. Y tercero, como es una de las regiones vitivinícolas más antiguas que tiene la Argentina, porque son todos viñedos pre-filoxéricos. Tenemos viñedos de más de 100 años y eso hace que tengamos una gran riqueza. Con un material genético, con un ADN muy importante. Todo eso hace que esta región sea única. Lamentablemente el desarrollo urbanístico ha ido ganándole al desarrollo vitivinícola y se ha ido perdiendo parte de ese patrimonio. Tenemos viñedos que son patrimonio histórico y hablamos de un varietal, cuando hay que hablar de una región y ahí no importa qué es lo que está plantado.

¿Cómo definirías el portfolio de la bodega?

Empezamos con Durigutti, que es un blend de terroir, donde el Malbec es 100. Después viene HD, que es un Single Vineyard de Altamira y empezamos a hablar de una región. Luego con Carmela, hablamos de Luján de Cuyo. Después aparece Proyecto Las Compuertas, hablando de Luján de Cuyo y específicamente de una región. A toda esa transformación fuimos viviendo en un constante aprendizaje para nosotros y también una idea clara hacia dónde queríamos ir. Lo que se empezó a hacer en el año 2002 ha ido evolucionando año tras año, tal como ha ido evolucionando la Argentina y sus vinos. Sobre todo, por ir redescubriendo nuevas regiones vitivinícolas. Nosotros entendemos que Las Compuertas tienen un diferencial. Y no solo son los viñedos antiguos o el terroir o su historia, sino que es lo que nosotros queremos de la región. Lo último que hemos lanzado dentro de la línea Proyecto Las Compuertas es un blanco de finca de Semillón con un corte de Marsanne. Volvimos a poner en valor una variedad histórica como el Semillón. Y toda la línea de vinos Mesmero, con crianza biológica en ánforas que es exclusiva para el restaurante. Esto, al igual que nuestro vermut, el blanco y el rosso que se denominan Guardianes del Cerro, que se hacen con botánicos que están plantados en nuestros propios cerros.

Hablaste de los cerros que tienen en la finca, y también plantaron un viñedo allí…

El concepto de la plantación en los cerros que tenemos fue el de respetar la naturaleza. Se han ido formando micro jardines, y en función de las estructuras de los suelos se han elegido las plantas de selecciones masales respetando los lugares donde hay más sol y donde hay más sombras. Pero lo más importante, es su corredor biológico. Se ha respetado la flora y la fauna del lugar. Estas tierras son campos vírgenes, nos dan la posibilidad de plantar variedades adaptadas al lugar que tienen más de 100 años, con este concepto de hacer viveros propios. Trabajar en un corredor netamente biológico con terrazas, donde cada una tiene una estructura que se ha respetado.

La bodega es los últimos años obtuvo varios reconocimientos, ¿Qué significan para ustedes?

En 2023 estuvimos en el puesto número 13 de los “World´s Best Vineyard” y el año pasado estuvimos en el puesto número 10 a nivel mundial. Y además nuestro restaurant 5 Suelos, obtuvo por segundo año consecutivo el reconocimiento de la Guía Michelin. La verdad es que estamos supercontentos con eso y también con las críticas de la prensa a nivel local e internacional. Dejamos de estar hablando de un vino o de un varietal y empezamos a darle más fuerza a un lugar, como es Las Compuertas.

Por último, háblame de 5 Suelos, Cocina de Finca y el trabajo que está haciendo Patricia Courtois…

La base del restaurant es lo auténtico, lo genuino, por eso se llama 5 Suelos Cocina de Finca. Nuestra chef Patricia Courtois, armó un equipo de jóvenes de oficio y no de profesión, basado en la gente del pueblo, con identidad propia. Se cultivan nuestros propios vegetales, hortalizas y legumbres. También nuestros propios frutales. Hay fuego al aire libre y hornos de leña para hacer las empanadas, panes y focaccias. Es un concepto de gastronomía muy enfocado a lo que se denomina kilómetro 0. Le damos autenticidad al lugar por sobre todas las cosas. Con una cocina simple, como hacían nuestros abuelos, pero elaborada con mucha pasión. Con sabores que nos llevan a recorrer la infancia. Además, trabajamos con pequeños productores de la zona que nos proveen las carnes que utilizamos. Y con un trabajo muy importante con quesos elaborados pura y exclusivamente para el resto (con la curaduría de Patricia). Le hemos dado al restaurant un enfoque muy presente de lo que somos, de lo que significa Las Compuertas y el concepto de cocina de finca.