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IG Valle de Calingasta, un oasis en el desierto sanjuanino

Es una de las zonas vitivinícolas que más creció en los últimos años. Uno de los grandes aportantes a este avance fue Pancho Bugallo, de Cara Sur, quien revalorizó y puso en el mapa a esta región antes olvidada.

La Indicación Geográfica Calingasta o Valle de Calingasta fue declarada como tal en 2014, mediante la Resolución INV Nº 41/2013 que reconoce a ambos nombres como sinónimos oficiales. A diferencia de otras IG, promovidas por bodegas o productores, esta fue declarada de oficio delimitando la zona geográficamente y no por sus características distintivas. Así lo explica Francisco Bugallo, Ingeniero Agrónomo y uno de los principales productores de la zona:“La IG Calingasta se hizo en un momento que se empezaron a hacer varias indicaciones. El Valle de Calingasta tiene de un lado la cordillera frontal y del otro la precordillera (entre los ríos Los Patos, Calingasta y Castaño) conformando parte de la cuenca del río San Juan. Está delimitada entre los 1.350 y 1.700 metros sobre el nivel del mar”.

Dentro de IG Calingasta en los últimos años surgieron nuevas subzonas con Indicaciones Geográficas propias. Estas sí fueron promovidas por los productores y delimitan zonas con características particulares en sus vinos (IG Barreal, Hilario, Sorocayense y Tamberías), “Calingasta es una IG que engloba todo el valle”, aclara Bugallo.

El valle se extiende a lo largo de 120 kilómetros. Cuenta con 208 hectáreas plantadas, de las cuales 193 son de tintas, 10 de blancas y 5 de rosadas. Hay viñedos históricos de entre 60 y 100 años. Especialmente en Paraje Hilario y Barreal, con variedades como:  Torrontés sanjuanino, Cereza, Criolla Chica y Moscatel blanco. Como en muchas regiones predomina el Malbec, pero también se experimenta con Cabernet Franc, Garnacha, Bonarda y blancas como Chardonnay.

Como Calingasta se generó de oficio, no se hizo a partir de características puntuales de vinos que se cataron. Los productores, dentro del valle, empezaron a generar la IG en base a la diferencia de los vinos. En base la forma de trabajar esos lugares, de la historia vitícola que tenían y de los productores que las estaban elaborando. Para Bugallo: “Las IG dan un marco donde después cada productor, cada variedad en ese lugar y cada forma de hacer viticultura tienen sus bemoles. No es que la IG unifica. Al estar entre dos cadenas montañosas, donde los suelos son formados principalmente por un aluvión de los tres ríos que forman el valle, hay una diferencia grande. Además, toda la parte del margen derecho del río Los Patos está muy pegada a la precordillera.  Como en el caso de Hilario, o gran parte de Sorocayense. Ahí hay mucha influencia de precordillera. Como valle, la característica que nos unifica es estar entre precordillera y cordillera. Su influencia en la formación de los suelos y en el clima que tenemos a una altura mayor de 1.500. Hay una gran amplitud térmica”.

Y agrega: “Volviendo a lo organoléptico, lo mejor es plantear esto desde el Malbec no desde la criolla. A as Criollas las tenemos muy concentradas en una micro región dentro de toda la IG. Pero el Malbec es la variedad que tenemos plantada de punta a punta en el valle. Creo que en todos los vinos podemos sentir que hay mucha hierba.  Hoy una de las características de los vinos que se están haciendo tiene que ver con la frescura, con las hierbas. Es por este oasis que está dentro del desierto”

Al ser un valle encerrado entre alta montaña, el esquema de precipitaciones es bajo. “Acá no llueve nada. Son 50 milímetros anuales y concentrados en los meses de verano principalmente. Toda la humedad del Pacífico queda en la montaña y de ahí viene el agua con la que se riega. Estar encerrados entre montañas también nos da esta falta de precipitación. El clima desértico puede ser muy intenso para uno y para las plantas también. Como productores tratamos de ir generando un oasis con árboles y manejando la humedad ambiente. Frenando un poco los vientos, (que a veces son muy secos). Esto para que la viña tenga un clima más agradable. Para que no se estrese. Para que pueda crecer, madurar la uva y estar fresca. La viticultura en este lugar tiene que estar asociada a ese oasis. Ese ámbito donde conviven árboles y otras plantas que van modificando el microclima del viñedo”, describe el agrónomo.

“Calingasta tiene que convertirse en un lugar en el que se puedan vivir experiencias especiales vinculadas a la gastronomía y la vitivinicultura”. Cara Sur, bodega que comanda junto a Sebastián Zuccardi, abre sus puertas al turismo con una propuesta muy ligada a la cultura del valle. 

Algunos de los proyectos y bodegas más importantes de la IG Calingasta son: Cara Sur, Finca Los Dragones y Bodega Del Carmen, entre otros más pequeños. En todos se destaca una filosofía de mínima intervención, el rescate de viñedos patrimoniales y el desarrollo de una vitivinicultura con fuerte vínculo territorial.

Sin dudas el Valle de Calingasta, con sus más de cien años de vitivinicultura viva y la diversidad con la que está creciendo hoy, es un patrimonio de la viticultura de la Argentina que es necesario conservar y proteger.