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Jeff Mausbach: “Tenemos que seguir profundizando la búsqueda de otras variedades que se adapten bien a los distintos terroirs de Argentina. Sin dejar de lado al malbec, por supuesto…”

Por amor se quedó a vivir en Argentina y por pasión ingresó al mundo del vino. Junto al winemaker Alejandro "Colo" Sejanovich forman un dúo dinámico del vino con proyectos en Mendoza, Salta y Jujuy. Todo bajo la órbita de la bodega Mil Suelos.

El pequeño Jeff que nació en Omaha, estado de Nebraska en el centro de los Estados Unidos, seguramente nunca imaginó que muchos años después tendría una vida familiar en Argentina. Y qué además, sería parte importante de la industria vitivinícola de este país haciendo algunos de los vinos más reconocidos del mercado. Y menos aún, de distintos terroirs de nuestro país.  

Su historia con el vino comenzó en Chicago (Estados Unidos), cuando a los 18 años se comenzó a estudiar Relaciones Internacionales y para solventar la universidad trabajó en diferentes restaurantes. “Mi primer trabajo para poder estudiar, fue en una trattoria italiana. Allí aprendí la simbiosis de la cocina italiana con sus vinos. En ese momento comenzó la pasión por el vino. Trabajé unos 10 años en restaurantes en Chicago y fui especializándome más y más hasta que me convertí en comprador de vinos y sommelier en varios de ellos”.

¿Cómo llegás a la Argentina?

Después de mi carrera universitaria, y antes de empezar el posgrado en Relaciones Internacionales, me fui a Europa como mochilero durante cinco meses. Antes de volverme, conocí en Roma a una argentina y viajamos juntos por Italia y Grecia y tomamos mucho vino. Luego del viaje cada uno tuvo que volver a su país. Pero al año siguiente, en 1991, vine a visitarla a Buenos Aires y me encantó. Me quedé un año. Después vivimos juntos en Chicago tres años más, hasta que terminé el posgrado. Finalmente decidimos volver a Argentina para quedarnos a vivir acá. Verónica es actualmente mi esposa…  

¿Qué recordás del vino argentino de esas épocas?

Me acuerdo de haber tomado en esa época Saint Felicien y que me había impresionado mucho. Eran los primeros años en los cuales Catena Zapata estaba introduciendo algunos conceptos que estaban desarrollando para la parte de exportación del vino argentino. Luigi Bosca también, los clásicos de esa época. Pero recuerdo haber estado muy impresionado con la relación calidad precio, aunque era un estilo que estaba todavía en plena evolución.

Entonces, ¿Cómo entraste a la industria vitivinícola Argentina?

Cuando volvimos a vivir con mi mujer, empecé a buscar trabajo en el área de relaciones internacionales de alguna empresa. Pero no me gustaron mucho las oportunidades. Entonces, se me ocurrió el tema del vino que ya era una pasión muy desarrollada. Además, tenía experiencia en el mercado americano, más el posgrado de relaciones internacionales. Esto pensando en la exportación del vino argentino a los Estados Unidos y al mundo. Así que empecé a pensar en cómo podría presentarme en ese ámbito y fui buscando oportunidades. Tuve entrevistas con Luigi Bosca, Trapiche, y después con Nicolás Catena en Catena Zapata. Fui muy afortunado, ya que me ofreció un puesto en su naciente departamento de exportaciones. Estuve 14 años trabajando en Catena. Los primeros cinco años en Buenos Aires. Hasta que en 2001 decidimos mudarnos a Mendoza por razones familiares y de crianza de nuestros hijos. Ahí comencé a trabajar en la recién inaugurada bodega en Agrelo.

¿En Catena conociste al “Colo” Sejanovich?

Nos conocíamos como compañeros de trabajo, pero cuando me mude a Mendoza floreció una amistad verdadera. Algo mucho más allá de lo profesional y sobre todo, por una pasión mía por lo que él hace. Había un respeto profesional mutuo. También por lo que hacía yo en los mercados y en la parte de exportación. Empecé a escaparme del escritorio para tratar de meterme en la bodega y aprender todo lo que podía del “Colo”.

¿Cómo surge la idea de hacer juntos un proyecto?

Surgió en 2008 entre charlas de amigos en sobremesas de asado y vino. Puntualmente mirando hacia donde iba la empresa y analizando un poco nuestros contactos con el mercado. En 2009 le dije al “Colorado” que hiciéramos un vino juntos. Y que le parecía una buena idea y que tenía las uvas para hacerlo. Eran de un viñedo viejo en La Consulta e hicimos una barrica que salió increíble. Y nos miramos diciendo, esto lo podemos hacer en serio y llevarlos al exterior para venderlo. Esa fue la piedra fundacional, el viñedo Tomal de La Consulta. Eso fue en realidad el primer Teho. Nunca lo vendimos, pero todavía tenemos algunas botellas como recuerdo.

¿Y cómo siguió la historia?

En febrero del 2010 me fui de Catena para desarrollar Bodega Teho, nuestro proyecto personal. Y el “Colo” se fue en julio, cuando terminó la vendimia. Ahí empezamos con Zaha y Teho, que fueron los primeros vinos. Invertimos todos nuestros ahorros para comprar el viñedo Tomal. Había sido plantado en 1940 pero que tuvimos que recuperar porque estaba destruido. Ahí comenzamos con el concepto de hacer vinos que hablen del lugar.

Hablando de lugares, contame cómo llegaron a hacer vinos en Uspallata…

Primero tenemos que agradecer a la familia Saud (Ariel, Belén y a sus hijos) que son los propietarios de Estancia Uspallata y que confiaron en nosotros para ayudarles en el desarrollo de esta propiedad tan especial que conocimos de casualidad en el 2010,. En esa época la finca todavía no daba frutos, ya que había sido plantada en 2008. Pasaron los años y en el 2015 nos llamaron para avisarnos que la uva estaba a la venta para elaborar. La compramos para probarla y allí nació lo que para mí es una fiel expresión de un lugar única. Nos sentimos muy afortunados por custodiar las uvas de este terroir tan maravilloso. Es oler ese tomillo silvestre, esa parte herbal, pimienta rosa, fruta azul. Todo eso junto nos llamó mucho la atención y nos impresionó desde el primer momento.

También desde hace algunos años hacen vinos en Salta y Jujuy, ¿Cómo fue esa experiencia, saliendo de la zona de “confort” mendocina?

Para nosotros hacer vinos en sitios fuera de Mendoza, es una gran alegría. Creo que nos hace crecer mucho. No solamente descubrir lugares, sino también compartir con colegas, expandir nuestro alcance, nuestra interacción entre enólogos y viticultura. Pero lo más importante a resaltar en nuestro trabajo, tanto en Salta como en Jujuy, son los asociados que hemos encontrado. Sin ellos que están en el lugar, que comparten los mismos valores y visión sería imposible. En Salta agradecidos con la familia Saavedra, que nos invitaron a desarrollar su viña en Tolombón, que hoy es Estancia Los Cardones. Y en Jujuy, la familia Nieva, con su viña en la Quebrada de Huichaira, frente a Tilcara. Descubrimos que tenemos que seguir profundizando, (sin dejar de lado el Malbec porque es nuestra cepa insignia), la búsqueda de otras variedades que se adapten bien a los distintos terroir de Argentina. Por ejemplo, la Garnacha en Tolombón.

Ya que la nombraste, contame cómo fue que decidieron plantar Garnacha en Tolombón…

Creo que fue un resultado perfecto. Cuando vimos ese finca a 1700 msnm sobre la ladera este del Valle Calchaquí, en la mitad de la nada con un suelo pedregoso muy poco desarrollado, el Colo dijo, “Acá, Garnacha”. Porque se adapta muy bien a los suelos pedregosos, con climas no muy calurosos, pero que tienen mucho sol y temperaturas altas durante el día y baja por la noche. La Garnacha ahí para mí fue un gran acierto del “Colo”.

¿Qué es Mil Suelos?

Mil Suelos es la marca paraguas que nombra la bodega y que incluye todas las marcas que hemos ido creando en los últimos 15 años. Con el Colo siempre tratamos de hacer vinos que expresen lugares y en estos 15 años hemos encontrado y tratado de expresar muchos suelos. De ahí la idea de Mil Suelos, que es un buen concepto para abarcar todos los vinos que nosotros producimos. En 2013 se incorporó Jorge Crotta, y en 2016 comenzamos a construir la bodega propia en Chachingo, Mendoza. Hoy Mil Suelos está abierta al público, con más de 70 etiquetas en el mercado interno, visitas guiadas, restaurante, wine shop y degustaciones. Y para celebrar los 15 años lanzamos la nueva imagen de la línea Manos Negras. Estas etiquetas fueron la piedra fundacional de lo que es hoy Mil Suelos. Lo nuevo viene con un refresh de su identidad visual, que refleja su recorrido, su presente y su visión a futuro.

Para finalizar, háblame del proyecto enoturístico que tienen con tu mujer…

El nuevo proyecto familiar que tenemos con Verónica se llama Bellaviña. Está ubicado en La Carrera, son cinco hectáreas. Es un proyecto que nos une nuestras profesiones. Lo mío en la vitivinicultura y lo de ella en el enoturismo, (ella tiene una empresa de turismo receptivo acá en Mendoza). La finca tiene tres hectáreas plantadas con Cabernet Franc, Pinot Noir y Malbec (pero todavía no tenemos la primera cosecha, recién va a estar en 2026).  Y por el lado del enoturismo, ofrecemos día de campo con cabalgatas. Tenemos hospedajes para alquilar, una casa de dos habitaciones y también tres lodges de una habitación.