En Buenos Aires es un clásico. En Mendoza, ya va por su primer año. Hace más de veinte años, el cocinero Gastón Riveira apostó por crear una parrilla distinta. Así nació La Cabrera, con la carne argentina como eje central. Con el tiempo, su propuesta se volvió un clásico en Buenos Aires y cruzó fronteras. En Mendoza, desembarcó de la mano del Grupo Huentala, liderado por Julio Camsen, que trajo la franquicia con un proyecto pensado desde cero, adaptado a la cultura local.
La Cabrera abrió sus puertas en el primer piso del hotel Hualta Winery, Curio Collection by Hilton, en pleno centro de la Ciudad (con entrada directa desde la calle Primitivo de la Reta al 1015). El salón es amplio, lleno de detalles que llaman la atención: desde frascos con caramelos hasta cuadros, lámparas y objetos antiguos que parecen sacados de un bazar. Todo crea una atmósfera divertida y relajada. Un espacio de encuentro: tanto para quienes vienen de visita como para quienes viven acá y quieren cortar la semana o celebrar algo especial.
En la cocina está Welkin Prieto, al frente de un equipo que replica la carta con productos de Mendoza. Carne es la palabra que aparece por donde se mire. Hay cortes grandes para compartir, como tomahawk, T-bone o costillas con barbacoa. También opciones más clásicas: entraña, vacío, bife de chorizo, ojo de bife, bondiola con panceta. Y para quienes buscan una alternativa, hay trucha con vegetales, suprema grillada con manteca de hierbas o pastas, entre otros.
Los entrantes no se quedan atrás: empanadas de carne cortada a cuchillo o de humita, mollejas, chorizo, morcilla, riñones, chinchulines, burrata, provoleta, y tablas de quesos y fiambres que funcionan bien para picar entre varios.
Cada plato llega acompañado de guarniciones, que pueden ir desde papas fritas o revuelto gramajo hasta cebolla caramelizada con queso azul, ensaladas con palta o peras al Malbec, vegetales grillados o puré. La propuesta es generosa. Lo que sobra, se lleva. Lo que falta, se pide.
Hay menú infantil, panera con salsas caseras, opciones sin TACC y carta de postres: flan casero, volcán de chocolate, panqueque con dulce de leche, helados, tiramisú, tarta tibia de manzana. Todo se puede pedir para compartir.
En cuanto al vino, hay una amplia carta con una selección que representa bien a Mendoza: etiquetas de bodegas grandes, medianas y pequeñas, disponibles por copa o botella. Está organizada por regiones, lo que facilita una elección más consciente y a gusto. También hay cerveza tirada, aperitivos, vermut y tragos clásicos.
El ambiente es descontracturado. No hay rigidez. Se puede ir en zapatillas o arreglado, solo o en grupo. Las mesas están pensadas para compartir, tanto el espacio como la comida. Hay quienes vienen en pareja, otros en familia, otros con amigos. Hay música, pero no tapa las voces. La atención es cercana, con mozos que explican, sugieren y están atentos.
La Cabrera en Mendoza cumplió un año y Gastón Riveira lo celebró, “este espacio es la unión entre La Cabrera y la cultura vitivinícola mendocina”. La relación entre carne y vino es el eje que sostiene la propuesta en cada servicio. Según él, más que reinventar su marca año a año, se trata de un proceso de mejora continua. En Mendoza, ese concepto se expresa a través de un equipo que trabaja con productos locales.
PARA SABER…
La Cabrera Mendoza
Dirección: Primitivo de la Reta 1015, Ciudad de Mendoza.
Abierto de lunes a domingos de: 12.30 a 16 horas y de 20 a 23.30 horas.
Reservas: 0261 15-650-8870
Instagram: @lacabreramendoza