La evolución de los vinos argentinos en los últimos años ha sido notable, pero el verdadero auge del enoturismo se debe a la posibilidad de disfrutarlos acompañados de comidas, en donde se producen. Por suerte, las bodegas entendieron que para atraer más a los turistas había que ofrecerles algo más que una recorrida con degustación. Así surgieron los restaurantes de bodega. Hoy, ya existen diversas opciones en la ruta del vino, desde Patagonia hasta los Valles Calchaquíes y, obviamente, Mendoza, que se destaca por su diversidad. No sólo se trata de las clásicas empanadas y el asado, hoy se ofrecen experiencias gastronómicas completas, que entretienen y buscan crear momentos inolvidables para los visitantes alrededor de sus vinos.
En Patagonia, Saurus Restaurante (Familia Schroeder, Neuquén) está siempre abierto, ofreciendo platos con productos regionales y de estación. En Cafayate son varias las alternativas, pero siguiendo por la Ruta 40 hasta Colomé se puede vivir una experiencia única, acompañada de vinos que sólo se consiguen allí.
En Mendoza, el Espacio Trapiche es una de las aperturas más impactantes, con Lucas Bustos al frente de los fuegos. Una cocina de lujo basada en productos propios de granja y de huerta orgánica. Hay menú de pasos, a la carta y opciones más informales o al aire libre, para los que llegan en bicicleta por los Caminos del Vino. En el Fogón de Lagarde el espectáculo pasa por disfrutar las propuestas del reconocido chef Lucas Olcese, con productos orgánicos de la huerta, debajo de los árboles y al costado de la viña. En el Valle de Uco hay varias opciones, dentro del Clos de los Siete, Monteviejo ofrece los menús de la chef Nadia Haron para acompañar con los vinos de Marcelo Pelleriti. La familia Zuccardi se luce con Piedra Infinita Cocina, cita obligada para todo amante del vino. También en Valle de Uco, Salentein propone una experiencia completa, con museo incluida. En la misma región Casa Petrini y su restaurante Enrico es el elegido por muchos famosos para pasar unos días en Mendoza, disfrutando del paisaje de montaña. Como en Casa de Uco, casi llegando al Manzano histórico, donde también se puede almorzar o cenar, además de hospedarse.
Pero no son los únicos. Casa Vigil, en la bodega de Alejandro Vigil, es uno de los restaurantes más concurridos. Es que además de los menús con los vinos del afamado winemaker, se realizan varios eventos convocando a los mejores chefs de Latinoamérica. Cinco Suelos, el nuevo restó de los hermanos Durigutti, con la chef Patricia Courtois, también ofrece una cocina de excepción además de festivales que combinan música y vinos. Francis Mallmann creó Ramos Generales, en los jardines de la bodega Kaiken, uno de los rincones más lindos de Luján de Cuyo. Muy cerca de allí, Susana Balbo se luce con sus dos restaurantes, Espacio Crios y Osadía de Crear.
Y la última gran novedad, es la apertura de Finca El Paraíso, propiedad histórica de la familia Arizu, para brindar a los visitantes un menú de experiencias y espacios en los que convergen la historia, la naturaleza, el conocimiento y las emociones. El objetivo es lograr una comunión entre el conocimiento técnico, las emociones y los sentimientos que despierta el vino. La experiencia culmina con la invitación a disfrutar de un picnic al aire libre, al mejor estilo de la campiña francesa. Toda la propuesta gastronómica estará a cargo de Pablo Del Río, chef de reconocida trayectoria en la provincia de Mendoza, cuya filosofía de trabajo busca mostrar una cocina argentina diferente. Y en breve, se viene el restaurante de la bodega Catena Zapata. Claro que existen muchas más opciones y, seguramente, seguirán abriendo restaurantes de bodega. Porque sin dudas, poder comer y beber rodeado de los paisajes del vino, no solo es uno de los mayores placeres de esta vida, sino que es la mejor estrategia de posicionamiento de un vino.