Todo amante del vino sabe que lo más importante no es el vino, sino la sumatoria de todo lo que conforma el momento de disfrutarlo. Por eso, la copa, la compañía, el ambiente y la comida son también relevantes. Pero hay un detalle que puede elevar el disfrute al máximo, y es la temperatura de servicio del vino. Y si bien no es muy difícil lograrla, muchos se descuidan en ese pequeño gran detalle.
Hay varias formas de atemperar un vino correctamente, pero sin dudas la mejor es con una climatizadora. Porque estos accesorios permiten tener a mano y en casa, aquellos vinos preferidos, listos para ser descorchados y compartidos. Hay climatizadoras para todos los gustos, grandes y chicas, pueden contener desde 12 hasta 166 botellas, y algunas vienen con diferentes funciones, como control de temperatura por wi-fi, control de humedad, luces led, etc. También vienen con estantes deslizables que permiten elegir una botella sin mover las demás. Algunas son elegantes para lucir en el living o en la cocina de casa, mientras que otras más discretas. Lo interesante es que son un accesorio ideal para aquellos que no tienen una cava en casa, es decir un espacio acondicionado especialmente para la estiba de botellas, con estantería y refrigeración permanente. Generalmente estos espacios suelen ser independientes y albergar desde 200 botellas en adelante. Pero la gran mayoría no cuenta con ese espacio en sus casas o bien prefiere no acopiar tantas botellas. Para ellos, lo ideal es una climatizadora, para tener a mano una selección de botellas, entre las cuales estarán las preferidas y aquellas especiales que están esperando por su mejor momento. La idea no es guardar una botella para siempre, sino tener a mano un puñado de etiquetas que sirvan para lucirse en casa o disfrutar más.
Como la climatizadora permite tener las botellas preferidas a la temperatura ideal, es más fácil planificar un descorche o bien los vinos para acompañar un menú.
Por otra parte, servir el vino a la temperatura adecuada es fundamental para garantizar el placer, sin que ello implique una ciencia lograrlo. Nadie tiene un termómetro de vinos a mano, pero sí las manos y el sentido común. Siempre el espumoso se sirve bien frío, como sale de la heladera (4 grados) y se lo pone en una frapera con agua, hielo y sal gruesa (que absorbe temperatura del agua) para que se mantenga tal como lo servimos. Si es una botella recién comprada, va a necesitar al menos dos horas de heladera, o una de freezer. El tema es que este enfriamiento es agresivo para cualquier tipo de vinos, y más para las burbujas. Pero eso se soluciona fácil con una climatizadora que puede guardar estas botellas a 5 grados. Claro que la mayoría son “simple temperatura”, y si guardamos varios tipos de vino, conviene no bajarla de los 12/13 grados. Pero esa es una temperatura ideal de descanso para cualquier botella. Incluso para los espumosos que necesiten bajar unos grados más para ser servidos, ya que el shock térmico no será tan importante. Los mismo podría aplicar para los rosados y blancos jóvenes, aunque generalmente en este tipo de climatizadoras se guardan botellas especiales. En este caso algún rosé o blanco especial, ideales para servir a 10 grados. Por lo tanto, no necesitará más que llegar a la frapera, luego de haber sido descorchado y degustado. Pero la mayoría de los vinos consumidos en la Argentina son tintos. En este caso, las botellas deben estar siempre frescas, ya que las antiguas “chambres” (ambientes de los castillos) donde reposaban las botellas de vino, eran frías. Y, por ende, la famosa temperatura ambiente no refiere a nuestro ambiente sino a una temperatura de servicio que va de los 16 a 18 grados; es decir que la botella esté fresquita al tacto con la palma. Para ello la climatizadora es ideal, ya sea que la temperatura de guarda esté en 12 o en 15 grados.
Hay que recordar que el frío apaga la expresión del vino, por lo tanto, una botella que ostenta atributos y pasa por la heladera común, va a sufrir mucho. Sus aromas se apagarán y sus texturas se acentuarán, resaltando las notas de crianza. Y si bien al tiempo, el vino en la copa se atempera y cambia, ese cambio brusco de temperatura no es bueno para ninguna botella de vino que se precie de ser buena.
Actualmente se busca servir los vinos más livianos, a veces llamados “gastronómicos” por los sommeliers, a temperaturas más bajas de lo habitual. Esto puede ser que resalte su frescura y los haga más vivaces, pero también más rústicos en su paso por boca, justamente porque el frío potencia las texturas.
En todos los casos las climatizadoras son el accesorio ideal para tener a mano los vinos preferidos listos para su mejor disfrute. Y así como en copas de cristal el vino se siente mejor, lo mismo pasa con la temperatura de servicio y, sobre todo, con como descansó esa botella antes de ser descorchada. Son pequeños detalles que pueden hacer grandes diferencias al momento de disfrutar un vino.