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Los grandes vinos de Pedernal que se vienen

Este Valle ubicado en la provincia de San Juan supera los 1300 msnm y cuenta con diversos suelos que ofrecen como resultado una gran diversidad de vinos, tanto blancos como tintos.

Terruño se nace, pero también se hace. Por un lado, porque el famoso concepto vínico no solo refiere al suelo y al clima de un lugar, sino también a la intervención del hombre. Y por el otro, porque para descubrir cuán especial puede llegar a ser un lugar para el desarrollo de la vid, hay que realizar muchos estudios y ensayos que llevan varios años. Es decir que la diversidad del vino depende fundamentalmente del conocimiento, más allá de la cantidad de variedades plantadas.

San Juan es, desde siempre, la segunda provincia vitivinícola del país. Según el último censo del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), se registró superficie de vid en 18 provincias argentinas, siendo que el 70,4% del total se encuentra en Mendoza y el 20,9% en San Juan, mientras que el restante 8,7% se lo reparten entre las demás; La Rioja (3,6%), Salta (1,7%), Catamarca (1,3%), Neuquén (0,8%) y Rio Negro (0,8%), etc. Esto demuestra que, si bien se desarrolló más la vitivinicultura en Mendoza, para San Juan también es una industria tan importante como representativa. Allí, hay 44.923 ha plantadas, mientras que el tamaño medio de un viñedo es de 9,2 ha. El 70% de las vides pertenece a variedades para elaboración de vinos y el resto a uvas de consumo en fresco y pasas. Un dato a tener en cuenta, en la última década se produjo una disminución de la superficie en aproximadamente el 5%. Actualmente, entre las principales variedades para vinificar se encuentran Malbec, Syrah, Bonarda, Pedro Giménez, Moscatel de Alejandría y Torrontés Sanjuanino.

Reconocida por la madurez temprana que alcanzan las uvas en San Juan; lo que significa poder obtener vinos con más expresión de fruta antes que en otras provincias; se convirtió en la cuna de los vinos de mesa. Y si bien cuenta con varias bodegas; un par grandes, algunas medianas y las restantes pequeñas y familiares, dedicadas a los vinos finos; en los últimos años le ha costado mucho despegarse de esa fama de productor de vinos a gran escala. Pero hace algunos años irrumpió en escena el Valle de Pedernal. Claro que ya estaba ahí, pero nadie se había animado a plantarlo. Hasta que a fines de los 90’ nace Finca El Durazno, un poco por visión, pero principalmente por una cuestión de negocio, aunque no tan vinculado al vino. Con el tiempo, aquel emprendimiento se convertiría en la nueva joya vitícola de San Juan y en la cuna de sus nuevos grandes vinos; vinos que pueden demostrar que allí también están a la altura de las circunstancias. Por ahora son pocas etiquetas, pero esos pocos vinos ya han logrado demostrar muchas cosas, sobre todo que el lugar es muy especial para el desarrollo de la vid. Y esto quiere decir que San Juan está de vuelta.

Hoy, con sus nuevos vinos que nacen en sus valles de altura (algunos extremos), vuelve a demostrar por qué siempre fue uno de los grandes protagonistas. Así, San Juan recupera protagonismo con sus flamantes vinos provenientes de valles extremos como Pedernal, también Calingasta y La Ciénaga. Pero el Valle de Pedernal se ha consolidado como el terruño más prolífero en cuánto a novedades vínicas.

Pedernal (en inglés, flintstone) es una variedad de Silex, roca utilizada en épocas prehistóricas para encender fuego o elaborar herramientas cortantes. Con el impulso de grandes bodegas como Finca Las Moras, Familia Millán y Pyros (Bodegas Salentein), pero también con vinos de pequeños productores como Graffigna-Yanzon, miembros de la familia pionera en la zona, o incluso bodegas mendocinas de renombre (Susana Balbo Wines, Bemberg Estate, etc.) que también elaboran Malbec de Pedernal atraídas por su carácter distintivo.

En el Valle de Pedernal, que supera los 1300 msnm, hay diversos suelos que proponen una gran diversidad de vinos, tanto blancos como tintos. Y si bien cada viñedo es único, lo que permite que eso llegue a las copas es el mayor conocimiento del lugar a partir del estudio, tanto del suelo como del clima. Ya está comprobado que allí hay muchos rincones muy aptos para la vid, y que algunos hasta son únicos en el mundo por la composición de sus suelos, permitiendo un desarrollo distintivo de las uvas. Y eso ya está al alcance del consumidor en varias etiquetas.

La gran diversidad de suelos, alturas y temperaturas que presenta el Valle de Pedernal, permite lograr vinos muy expresivos. Desde los más simples y frutados, con taninos muy suaves, ideales para consumo anual, hasta vinos más complejos y de alta gama, que ya se consideran los mejores exponentes de la segunda provincia vitivinícola argentina. Por ahora, los vinos más conocidos de este valle de altura están elaborados por tres grandes bodegas. Finca Las Moras (Grupo Peñaflor), Fuego Blanco (Mosquita Muerta Wines) y Pyros Wines (Bodegas Salentein). Justamente esta es la primera marca de vinos de alta gama exclusivamente del Valle de Pedernal, con sus líneas determinadas en función a los distintos tipos de suelo. Por ejemplo, el Appellation Malbec nace sobre suelos con predominio de material fino, porque se busca mayor expresión de fruta. Además, para resaltar el carácter de lugar, en la bodega se hacen todas las fermentaciones con levaduras indígenas. Y su vino top; Limestone Hill; surgió de un experimento con vinos de parcela, y es uno de los pocos del mundo que nace sobre suelos 100% calcáreos. Un tipo de viticultura que solo se ve en los Grand Cru de Borgoña. Esto, que a simple vista es imperceptible, se hace realidad a partir del estudio de las calicatas y degustando a ciegas sobresale, porque los suelos calcáreos otorgan una textura y una frescura diferentes. Y con este puñado de grandes vinos del Valle de Pedernal, a San Juan le alcanza para volver a jugar en las grandes ligas del vino.

Foto gentileza: Caminos del Vino