Si bien muchos creen que es difícil la elección de los vinos, siempre, tener más alternativas a la hora de elegir supone un mejor escenario. Sin embargo, muchos piensan lo contrario porque ponen el foco en la complicación. Es cierto que, si hubiera solo tres vinos, sería más fácil, pero también más aburrido. Una de las grandes ventajas diferenciales del vino es su diversidad, la responsable que haya más de 6000 etiquetas disponibles en la Argentina. Pero en lugar de achicarse con el desafió, hay que enfrentarlo, porque en definitiva la diversidad es mucho mejor, ya que no solo significa que habrá algún vino preferido, sino muchos. Cómo encarar la elección es la gran cuestión. Está claro que, si no se sabe que se quiere, la elección será muy complicada porque las alternativas podrán ser tres, diez, cien o seis mil. Por eso, lo primero es definir el qué, para ir luego por el cuál. Y el qué (vino) tiene que ver con la situación; regalo, consumo personal en casa o en un restaurante, comida con amigos, cena de negocios, etc. Definido el con quién y el dónde, hay que resolver el cómo. La situación será formal o informal. Y de a poco irá llegando el turno del cuál. Pero antes, hay que tener claro qué protagonismo se pretende para el vino. Con todo esto pre definido, encarar la góndola y apostar por las preferencias personales (variedades, zonas, enólogos, métodos de vinificación, etc.) o bien jugársela por el agasajado. Lo cual tiene más valor, y no importará tanto el resultado final como la intención. Es decir, por qué se eligió ese vino para esa persona. Y así, la elección no solo será más fácil, también será más entretenida.