Oporto considerada la capital del norte de Portugal, atravesada por el Duero, sus vinos, los azulejos, la excelente gastronomía y miles de relatos de ultramar, es una ciudad para entenderla de a pie, con tantas paradas como crea necesario.
Una vibrante gama cromática domina las dos orillas del río, tanto la del centro histórico como la de las bodegas del vino que lleva nombre de ciudad. Ambas unidas por singulares puentes, vigiladas por catedrales y monumentos entre floridos balcones, cerámica de historia contar en sus muros, ostentan ser Patrimonio de la humanidad.
Para seguir un orden quizá deba comenzar por la estación de São Bento, con su vestíbulo revestido de azulejos, este punto de partida adentra sobre la utilización de esta decoración que aparece en cientos de puntos citadinos y obligan a desentrañar sus irónicos significados con ojitos curiosos. Aquí, escenas de la historia de Portugal pintadas sobre 20.000 piezas. Por supuesto la Catedral, magnífica y el guiño que propone desde el atrio: ver la otra orilla del Duero, techos de tejas, casas de colores y un movimiento incesante, como un enlace sin fin.
Pero centrados de este lado, bajar por las escaleras, por calles medievales, con esquinas que deparan nuevos encantos. Cómo siempre en Portugal, la geografía y la disposición de las urbes es de subibaja. Entonces, un ascenso a la torre dos Clérigos, de 76 m, se trata de la construcción más elevada por estos lares. Luego hay que buscar la librería Lello, exquisita pero además famosa. Afirman que cuando la escritora J. K. Rowling trabajaba como profesora de inglés en la Universidad de Oporto, en ella se inspiró para ambientar la saga de Harry Potter e incluso el uniforme de los estudiantes de Hogwarts es el de los universitarios locales.
A un paso la iglesia do Carmo que data del siglo XVIII y su particularidad es que está unida al templo de las Carmelitas, entonces son dos pero parecen una. Por las calles céntricas la Confitería Moura con sus dulces, implica stop obligado y un paso por Majestic, el café más antiguo traerá excelentes sabores. Y ahí la Ribera con las mejores panorámicas y una caminata o un paseo embarcado.
Tras cruzar el puente de Don Luis I, Nova Gaia, aguarda copa en mano. Allí numerosas bodegas ofrecen sus tours y degustaciones, Real Companhia Velha, Burmester, Calem, Sandeman, Vasconcellos, Quinta dos Corvos, entre tantas, y para seguir desgastando Oporto, una vuelta en el teleférico de Gaia, que sube y baja por este lado del río.
La gastronomía es de las mejores de la nación, hay múltiples bares de tapas muy sofisticados y otros de talante más de tablao, restaurantes frente al río donde el bacalao se luce con el vino verde dela región y los frutos de mar se unen en el convite.
