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Paul Hobbs & Malbec, un solo corazón

Desde su bodega Viña Cobos, que acaba de cumplir 25 años, aportó mucho para posicionar al vino argentino en el mundo, especialmente al cepaje emblema nacional. Sin dudas, después de trabajar más de 35 años en el país, es uno de los nombres más importantes de la vitivinicultura de esta parte del continente.

Paul Hobbs (70), uno de los enólogos más reconocidos del mundo, descubrió el Malbec y se enamoró de la Argentina. Desde su bodega Viña Cobos, que acaba de cumplir 25 años, aportó mucho para posicionar al vino argentino en el mundo, especialmente al cepaje emblema nacional. Sin dudas, después de trabajar más de 35 años en el país, es uno de los nombres más importantes de la vitivinicultura argentina.

Llegó al país en 1988 gracias a su curiosidad y, principalmente, a sus ganas de emprender un nuevo desafío, pero curiosamente sin saber que existía el Malbec. Y gracias a su visión, al trabajo en el viñedo y a su obsesión por los detalles, creó el primer gran vino de culto del país calificado con 100 puntos (Viña Cobos Malbec 2011) hace más de una década.

Paul, rápidamente se dio cuenta de que algo podía pasar con el Malbec; sintió en su potencial que podía ser pionero en conquistar al mundo con el varietal, hasta entonces solo protagonista en blends de bajo precio.

La historia de Viña Cobos comenzó en 1997, y si bien la cosecha fundacional fue un desastre a causa del clima (1998), su objetivo seguía siendo hacer un Malbec world class, estudiando las mejores regiones de la zona Alta del Río Mendoza primero, y las del Valle de Uco después. Desde entonces Paul Hobbs viene al país cuatro veces al año.

Atrás quedaron sus años en corporaciones vínicas como Opus One de Robert Mondavi y Simi Winery del Grupo LVMH, ya que desde 1991 produce sus propios vinos en Napa Valley. Y fuero sus ganas de trascender con su nombre los que lo obligaron a “irse” de California para sobresalir en el negocio del vino y, como a veces los últimos son los primeros, la Argentina que nunca había estado en sus planes, pasó a ser esa tierra soñada de oportunidades. Trabajó varios años hasta que pudo inaugurar Viña Cobos, su primera fuera de los Estados Unidos. Y si bien en 1999 pudo hacer su primera cosecha, recién en 2002 empezó a sentir que las cosas comenzaban a estabilizarse. Su amor y admiración se profundizó alguno años más tarde cuando inauguró una bodega en Cahors (Francia); el origen del Malbec. Según Paul, allí tienen unos suelos muy lindos, parecidos a los de Borgoña. Y uniendo el Viejo y el Nuevo Mundo a través del Malbec pudo aprender más sobre la variedad.

Está convencido que ya se ha encontrado el estilo del Malbec argentino, más allá de la diversidad de paisajes. Fresco y con una energía que refleja el terruño. Y si bien piensa que la mayoría de los terroir ya se conocen, sabe que ahora viene la etapa de optimizarlos; ese es el futuro del Malbec. Claro que algo de eso ya está pasando, porque hace algunos años está cambiando la manera de manejar los viñedos. Hoy se presta mucha más atención a los detalles, hay más experimentación de todos, y eso va a elevar la calidad, dándole más personalidad y distinción al Malbec. También más definición entre las diferentes zonas. Eso es crucial para poder lograr que cada lugar tenga algo único para decir, tal como lograron hacer en la Borgoña. Ese es el próximo paso que tiene que dar el vino argentino.

Paul Hobbs sostiene que los lugares van a terminar siendo más importantes que el Malbec, aunque no sé cuándo va a suceder eso porque ese tipo de cambios llevan tiempo. Recuerda que cuando empezó a trabajar (1978), Napa Valley era una sola apelación, y hoy son 16 sub apelaciones. Y considera que, si seguimos trabajando duro y pensamos con cuidado, en diez o veinte años se va a consolidar la personalidad del Malbec en cada una de las micro regiones que hoy se están desarrollando.

Una de las cosas que más apasiona a Paul respecto del Malbec fue que se trató de un total descubrimiento para él. Empezó a trabajar mejor en el viñedo para obtener uvas de mejor calidad, y poder hacer vinos de mejor calidad, más allá que no tenían ni idea de los resultados que obtendrían con el Malbec, porque nunca se había hecho. Hoy se conoce mucho sobre su personalidad y potencial.

Así, su historia de amor con el Malbec pasó por diferentes etapas hasta llegar a la actualidad. Como buen ingeniero agrónomo, empezó poniendo foco en el viñedo en Viña Cobos, aunque a principios del milenio también intento sorprender a los críticos que ponderaban vinos concentrados, maduros y con mucha presencia de madera tostada. Todo se exageraba, era la tendencia del momento. Y si bien Paul también fue partícipe de esa locura, se dio cuenta que no era necesario hacer sangrías del 40% para lograr concentración o criar un vino 200% en roble nuevo. Por suerte, a los pocos años y viendo que esos vinos no evolucionaban tan bien ni reflejaban el terroir, empezó a pensar de una manera más racional y volvió al viñedo en busca de respuestas, porque sabía que, si lograban uvas de gran calidad, la elaboración sería más fácil. Y como la clave está en el viñedo, el cambio fue natural.

Hoy quiere consolidar la propuesta de vinos que elabora con uvas propias (Estates), siempre con foco en el Malbec, más allá de las otras variedades que elabora (Chardonnay, Pinot Noir, Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc, entre otras.). Porque así tienen más control sobre las viñas, y pueden tomar otros riesgos. Está muy entusiasmados con Los Chañares, su nuevo viñedo en Los Árboles (Valle de Uco), porque está seguros que a partir de ese lugar va a poder elevar la percepción de los vinos argentinos en el mundo, para que sean considerados a la altura de los mejores exponentes, porque confía en el lugar. Ese es hoy su mayor desafío; que muchos consumidores en el mundo consideren que algunos de los mejores vinos se elaboran en la Argentina, y se llaman Malbec.