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Pese a todo, nuestro vino es de Primer Mundo

Para Gonzalo Bonadeo, los deportistas argentinos deben lidiar con dificultades propias de países subdesarrollados, aunque los logros de los últimos años marcan la resiliencia y vocación de nuestros atletas. Si trazamos un paralelismo, nuestros vinos atraviesan una situación similar...

En una interesante nota de Gonzalo Bonadeo en Infobae (https://www.infobae.com/deportes/2024/04/14/pese-a-todo-nuestro-deporte-es-de-primer-mundo/) el prestigioso periodista deportivo resalta el nivel de nuestros atletas para reafirmar que, pese a las adversidades que la Argentina nos propone (a todos y a diario) hay cosas que son sobresalientes. En su opinión, la cual comparto, el deporte. Y en la mía, el vino. Para Bonadeo, los deportistas argentinos deben lidiar con dificultades propias de países subdesarrollados, aunque los logros de los últimos años marcan la resiliencia y vocación de nuestros atletas. Lo mismo sucede con los vinos argentinos que, poco a poco, alcanzan puntajes ideales y grandes reconocimientos en los certámenes más importantes del mundo, pero, así y todo, las exportaciones retroceden un 27% y el consumo interno se cae un 10%. Ya sabemos que no es culpa del vino sino del entorno, pero molesta, duele. Porque el vino argentino logra lo que muchos de los deportistas argentinos han logrado y lo siguen haciendo, elevar la imagen de todo el país, con todo lo importante que ello implica; inversiones, turistas, exportaciones, etc. Es decir, recursos genuinos, generados gracias al valor agregado que solo es posible gracias a la gente. No estoy diciendo que los enólogos y agrónomos sean como los deportistas, no es una comparación coyuntural entre personas, sino entre entidades argentinas; los deportistas y el vino. Cuántas veces se dijo que el Malbec es el Messi de los vinos argentinos, buscando asociar ambos fenómenos nacionales. Claro, al vino le viene mucho mejor que a Lio, no solo porque él es mucho más famoso (y consumido) en el mundo, sino que él, al menos mientras siga siendo un deportista en actividad, no puede ver su imagen asociada a una bebida alcohólica, por más que se trata de la bebida nacional.

En su nota de Infobae, Gonzalo Bonadeo traza un corte imaginario en la línea de tiempo del deporte argentino y advierte fácilmente que, sólo en los últimos quince años y en un inverosímil contrapeso entre infraestructura/presupuestos y excelencia/resultados, el nuestro es un caso de estudio difícil de comparar con el resto del planeta. Y así como Santiago Lange le respondió sobre el milagro del deporte argentino, “No es un milagro. Son los clubes”, lo mismo puede decirse del vino. No es un milagro, son las bodegas, con todo lo que ello implica; personas, lugares, etc.

Y así como hay deportistas argentinos de élite que se lucen o lucieron, a pesar de todo; Paula Pareto, Los Leones, Sebastián Crismanich, Mia Mainardi, Delfina Pignatiello, Seleccionado masculino de Voleibol, Santiago Lange y Cecilia Carranza, el Seleccionado masculino de Basquetbol, el Seleccionado femenino de Hándbol de playa, Braian Toledo, el Seleccionado masculino de Rugby 7, el Seleccionado masculino de Rugby, el Seleccionado masculino de Futsal, el Seleccionado masculino de Hockey sobre patines, el Seleccionado femenino de Hockey sobre patines, Fernando Belasteguin, Las Leonas, el Equipo masculino de la Copa Davis (Tenis), Sol Amaya, Nazareno Sasia, y debe haber un centenar de etcéteras. Y eso que Gonzalo solo tomó como punto de partido los JJOO de Londres 2022, mencionando obviamente a Messi y el seleccionado campeón del mundo en Qatar 2022, y a otras glorias del deporte nacional.

De la misma manera hay hacedores y bodegas, cientos, que trabajan día a día para embotellar placer y hacer quedar bien a la argentina.

Es increíble, porque todos, nosotros y ellos, los lectores, los deportistas y los winemakers, compartimos las mismas adversidades que propone el país a diario, y sufrimos los mismos flagelos; inflación, inseguridad, corrupción, falta de educación y de salud. Y si bien Bonadeo se queja, en su nota, sobre la indiferencia en la que se transita el deporte nacional camino a los juegos de París, en el vino el quid pasa por otro lado. Porque, así como es comprobable la calidad de nuestros deportistas, lo es la de nuestros vinos. El tema es que los consumidores locales deben dejar de padecer la inflación para poder darse un gustito más seguido, y disfrutar más y mejores vinos en sus casas. Mientras que, a los consumidores del mundo, les deben llegar los vinos, pero también el mensaje, que puedan ver quiénes los hacen, de dónde provienen las uvas, las historias y la cultura detrás de cada etiqueta. Pero para eso hacen falta dólares. Por suerte, pese a todo esto, el vino (y el deporte) argentino, son de Primer Mundo.