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Por qué es importante la trazabilidad en los vinos

Hoy, el consumidor valora mucho el origen de los productos que consume y quiere conocer la mayor cantidad de detalles posibles.

Que el consumo de vinos en el mundo está cayendo no es una novedad sino una tendencia que la industria debe seguir de cerca, para entenderla y, en todo caso, para combatirla. Lo cierto es que las razones no hay que buscarlas en los vinos sino en cuestiones económicas macro y micro de los diferentes mercados, y también en los cambios de hábitos de las nuevas generaciones que, al parecer, prefieren un estilo de vida más fitness que gourmet.

Pero el vino es mucho más que una bebida. Es parte de la cultura del hombre y en muchos países, también de la mesa diaria. Y esto le ha permitido ser protagonista del auge de la gastronomía en los últimos años, a nivel global. Por lo tanto, su valor agregado, tarde o temprano es apreciado. Además, las nuevas generaciones de hoy que se alejan o ni se acercan al vino, es probable que, en su adultez, lo hagan. Ya que la gran mayoría de las personas grandes se entretiene alrededor de la mesa, siendo la comida y el vino los componentes principales de esos momentos, más allá del ambiente y la compañía.

Es por ello que el vino argentino debe ver más allá de la coyuntura y las tendencias, aferrándose a sus ventajas competitivas más sólidas a la espera de nuevas oportunidades. En tiempos en los que la calidad es una obligación y la moda de los varietales se apagó un poco, la diversidad pasó a tener más protagonismo, al tiempo que dejó de estar atada al nombre de la uva en las etiquetas, para pasar a ser uno de los principales descriptores, pero relacionado al origen de las uvas; lo único que no se puede copiar. Por eso se dice que el origen “salvó” y “garantiza” más la diversidad. Porque cada viñedo, que es dónde nace el vino, es distinto a otro. Incluso, debido a la formación aluvial o coluvial de los suelos en la mayoría de las regiones productivas, esas diferencias se dan entre parcelas cercanas dentro de una misma viña. Por eso el viñedo y su mayor conocimiento, marcan las diferencias. Y es ahí donde está la nueva ventaja del vino argentino; la trazabilidad. Porque hoy, el consumidor valora mucho el origen de los productos que consume y quiere conocer lo más posible.

En la Argentina existe el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), con la misión de ejercer controles para garantizar la calidad de los vinos producidos en el país.

El control parte del viñedo, ya que es el INV el que cuantifica y certifica la existencia de cada viña, con sus superficies, variedades implantadas y hasta rendimientos. Esto indica, en función a la cantidad total de viñedos, la producción total de vinos que se puede dar cada año. Todo parte de una declaración jurada digital que debe hacer el propietario del viñedo y cuenta con toda la información actualizada; el CIU. Es un código que forma parte de la gestión y control, y se usa principalmente como una declaración jurada digital de ingreso de uva a la bodega y es crucial para la trazabilidad de la cosecha, desde el viñedo hasta el vino en botella. El sistema CIU permite controlar la cantidad y origen de la uva que entra en las bodegas. Y, de esta manera, el sistema permite rastrear un vino desde el viñedo hasta el consumidor final a través de un código de análisis en la etiqueta. Por otra parte, la trazabilidad es cada vez más exigida en mercados internacionales para la exportación. Así, el consumidor puede consultar datos como la variedad de la uva, el elaborador y las características analíticas del vino, ingresando el número de análisis en la página del INV.

Pero esto, más allá de poder controlarse, significa un gran respaldo y aval de toda la industria a uno de los aspectos más admirados del vino. Y mientras en el Viejo Mundo existen muchas Denominaciones de Origen, con sus regulaciones, y en otros países también hay sistemas de clasificación de vinos por origen, acá se puede conocer el lugar de nacimiento de todos los vinos. Y eso, sobre todo para los vinos de alta gama, es una ventaja diferencial, un aval extra a las palabras del hacedor, para que el consumidor pueda tener certeza del lugar de donde provienen las uvas con las que se concibe cada vino argentino.