El ‘fine dining” es un concepto de moda, más allá que sea accesible para unos pocos debido a la situación económica del país. No obstante, cada vez existen más restaurantes que dan de comer no solo para satisfacer una necesidad básica ni para entretener sino para ofrecer una experiencia única. Y esa es la razón por la cual se plantea en pasos; 5, 10, 15, 22, etc. El comensal que se entrega a la aventura debe saber que el chef ha pensado en todos los detalles, incluyendo la cantidad de comida. Suelen ser pequeños bocados que entran por los ojos, pero también logran movilizar los demás sentidos. Porque no solo es una cuestión de sabores y texturas, también de aromas y sonidos. Pero hoy, lo que más se busca es la sorpresa, ya sea por el ingrediente, la decoración, la forma en que se presenta o se sugiere comer cada paso. El orden suele ser de más fresco y suave al más intenso y consistente. Y los vinos tienen que ir acompañando cada sensación.
El menú de pasos se ha puesto de moda, tanto en restaurantes como en bodegas que ofrecen almuerzos y cenas. Esta modalidad está pensada más para los amantes del buen vivir, que se sientan a la mesa a vivir una experiencia y no simplemente a saciar necesidades básicas. Un buen menú de pasos debe ser equilibrado, sin importar la cantidad que proponga, porque la idea es siempre que el comensal se vaya satisfecho. Claro que no debe ser el típico entrada, principal y postre. Por eso al menos se ofrecen de 5 pasos y hasta más de 20, siempre con porciones reguladas. La idea de los chefs es ofrecer una experiencia única, con productos y vinos que normalmente no se ven en las cartas. Mientras que, en las bodegas, los cocineros están más enfocados en hacer lucir la diversidad que ofrecen los vinos de las bodegas. Lo mejor es que, gracias a estas propuestas sofisticadas, la cultura gastronómica se incrementa, dando lugar a nuevas tendencias. Y son la mejor manera de conocer nuevos sabores. Porque muchas veces aparecen en carta platos sofisticados y alternativos, pero que no llaman la atención de los comensales. Por eso, cuando el chef “elige” por el comensal, y este se entrega a la experiencia, suelen ocurrir cosas sorprendentes, tales como conocer nuevos sabres. Y el vino, en todo momento, es clave para llevar la experiencia a un nivel superior, ya que sigue siendo la mejor y la más noble bebida para servir en la mesa. Y con su diversidad, logra potenciar cualquier propuesta que surja en la cocina.