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¿Sirven las medallas en los vinos?

Soy de los que piensa que las medallas les sirven a los bodegueros, y a lo sumo a su equipo comercial, pero no a los consumidores. No porque no sirvan, sino porque confunden más de lo que suman...

A punto de finalizarse las Olimpíadas de Paris 2024, y con las medallas como grandes protagonistas del deporte mundial, cabe preguntarse para qué sirven las medallas en los vinos. Queda claro que para los deportistas de elite las medallas son consagratorias, todas, aunque más la de oro. Pero en el tema vinos, las medallas están discutidas, quizás porque a diferencia del deporte, hay “muchas” competencias, y muy pocas de impacto internacional, como los juegos olímpicos, salvando las distancias.

Es decir que es tan importante el que gana como el que otorga. Lo mismo pasa con los vinos. El tema es que al ser tantos los concursos alrededor del mundo el consumidor no sabe cuál es cual, y termina identificando a todas las medallas de la misma manera, cuando no tienen nada que ver. Veamos.

Es cierto que todo concurso de vinos tiene el mismo principio y objetivo, promover a los mejores vinos de la competencia. Hay competencias temáticas y otras regionales. Pero las más importantes son en las que participan vinos de todo el mundo. Los más importantes pueden ser en la actualidad Decanter World Wine Awards, International Wine Challenge, Mundus Vini y el Concours Mondial de Bruxelles, entre pocos otros.

La cantidad de vinos participantes, y la diversidad de muestras, incluyendo la mayor cantidad de orígenes, hablan de la calidad del concurso. Esto, sumado a su historia, del prestigio de la competición. Y más allá de las metodologías particulares de cada una, siempre los vinos se degustan a ciegas y por un panel de expertos. Los resultados son una foto. Esto quiere decir que, si se repite la misma secuencia a la semana, los mismos pueden variar, porque son personas degustando, y además cada botella de vino es diferente. No obstante, la calidad de un vino es fácil de determinar para cualquier paladar entrenado.

Pero volvamos a las medallas. Los mejores del concurso; sean 100, 1000 o 10.000; se van a premiar con medallas. Generalmente y por sugerencia de la Organización Mundial de la Vid y el Vino, solo el 30%. Y de esas muestras, las mejores puntuadas obtendrán medalla doble oro, oro, plata y bronce, según corresponda.

Qué significa eso, que esos vinos se destacaron en dicha competencia sobre sus pares, y por eso algún atributo más deben tener. El consumidor no tiene por qué saber si el concurso que otorgó la presea que se ostenta en la botella (con un calco), es bueno o muy bueno, grande o chico. Ve la medalla que sobresale de la botella y se deja llevar.  Y si bien no tengo información estadística, y entiendo que el mercado es muy amplio y todo suma a la hora de competir, también significa que “el bodeguero” no confía tanto en su vino y tiene que recurrir a otra entidad para que avale su calidad. Claro que para la bodega es una información importante, ya que funcionan como una investigación de mercado. Y en todo caso pueden hacer la diferencia para con sus clientes, las vinotecas, tiendas y restaurantes. Pero al consumidor se lo termina confundiendo si cree que un vino con medalla de oro es mejor que otros. Algo que no ocurre en los juegos olímpicos. Hoy todo sabemos que José “Maligno” Torres es el mejor en BMX porque ganó la medalla de oro en París. Pero en vinos no es así. Por eso hay que tener mucho cuidado con los mensajes exitistas, pueden ser tentadores desde el marketing, pero generar en el mercado las causas adversas. Soy de los que piensa que las medallas les sirven a los bodegueros, y a lo sumo a su equipo comercial, pero no a los consumidores. No porque no sirvan, sino porque confunden más de lo que suman. Y al no estar organizadas, pierden su valor real.