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Sustentabilidad en botella

Muchos productores están empezando a trabajar sus viñas de manera orgánica, sin agregados de pesticidas. Mientras otros eligen ir un paso más allá, y tratarlos bajo los conceptos de la Biodinamia.

La conciencia del cuidado por el planeta desde hace algunos años está llegando al vino, más allá de ser una bebida noble y producida muy naturalmente. No obstante, en los viñedos, y dependiendo del clima, hay que usar productos químicos para las curaciones. Esto y el anhídrido sulfuroso (antiséptico) son los únicos productos químicos empleados en vitivinicultura.

Sin embargo, hay muchos productores que están empezando a trabajar sus viñas de manera orgánica, sin agregados de pesticidas. Mientras otros eligen ir un paso más allá, y tratarlos bajo los conceptos de la Biodinamia. Que involucra el preparado de “compost” propios a partir de residuos animales y vegetales producidos en la misma finca, y que sirven para abonar la tierra. Además, todas las lobares se rigen por el calendario lunar. La idea es respetar el medioambiente y fomentar la biodiversidad del viñedo en busca de vinos más puros.

Poco a poco más bodegas argentinas, privilegiadas por terruños secos y sanos, se van sumando a esta movida. Por otra parte, esta tendencia generó una nueva gran movida dentro de la industria, y hay una palabra que llegó al mundo del vino para quedarse, aunque muchos consideren que sea por moda; sustentabilidad. Un vino sustentable ante todo debe ser respetuoso con su medio ambiente. Es por eso que los orgánicos, biodinámicos y naturales suenan como los más aptos por ser los únicos que se elaboran sin agroquímicos en la viña. Pero también este enfoque de trabajo, tiene que ver con el aprovechamiento de los recursos naturales, reciclando el material orgánico y el agua para devolverlos al suelo, por ejemplo. Además, haciendo uso eficiente de la electricidad y midiendo la huella de carbono. Pero un vino sustentable va mucho más allá del líquido dentro de la botella, porque una bodega debe preocuparse por su función social dentro del entorno. Y ahí es cuando el capital humano, la gente, adquiere relevancia. Hoy, las bodegas más grandes del mundo saben que sus viñedos son muy importantes, pero más las personas que trabajan en ellos (y en las bodegas) para convertir las uvas en vinos. Este implica no solo que sean ‘Fair Trade” (Comercio Justo) en toda la cadena, sino además que cuiden y capaciten a sus recursos humanos, para hacer de la comunidad que rodea a las viñas, un mejor lugar para vivir.

Por último, un vino debe ser económicamente rentable para ser sustentable, ya que la única manera de poder cumplir con los requerimientos de la sustentabilidad es invirtiendo. Y para ello, hay que generar también recursos económicos para que la rueda siga girando.

Es por ello que ante una botella de un vino con diversas certificaciones, muchos consumidores se sienten atraídos, más allá de su calidad y estilo. Pero el vino es noble, y su nobleza radica en que es el producto natural de un fruto que da la tierra todos los años, y que se hace con una diversidad infinita y con mucho valor agregado. Claro, siempre se puede ser más natural, y también más sustentable.