“Cuando probamos un vino debemos sentir el paisaje, cada instante de su ciclo de vida. La ternura de sus brotes, los colores de sus hojas, y el esplendor de la naturaleza, serán los sabores y aromas que encontraremos en cada gota. El paisaje en la botella”, con estas palabras el enólogo Alejandro Vigil comienza el libro que retrata el ciclo de vida de un viñedo, específicamente del viñedo Adrianna en Gualtallary. La historia cuenta que Nicolás Catena Zapata plantó vides a casi 1500 msnm donde nadie pensaba que podrían madurar y esa revolución de vinos de altura terminó con el descubrimiento de este nuevo terroir que lleva el nombre de su hija menor.
El nuevo libro de Vigil es la conjunción del arte que el enólogo no sólo hace con sus vinos, sino también con sus palabras. Quién lo sigue en sus redes sociales rápidamente puede apreciar de su gusto por la literatura y la fotografía de viñedos durante el amanecer o el atardecer, todo enmarcado con la lente de un experto como Gustavo Sabez que hizo el resto.
“Las fotos fueron realizadas en exclusiva, sin saber qué terminarían en un libro. Duró un poco más de dos años el proceso y las hice en el viñedo Adrianna de Gualtallary durante las cuatro estaciones del año” explica Sabez.
En cuanto al proceso creativo de las tomas, Gustavo comenta: “se basó en la realización de imágenes interpretando el paisaje, como influye en la planta, buscando los colores del amanecer y atardecer y las diferentes luces del día. Y como éstas se impregnan en las uvas, las texturas de las hojas, la expresión del suelo, los rayos del sol que maduran la fruta, el lugar donde habita y vive el viñedo”.
“Cuando Alejandro empezó a ver las fotos, comenzó a hablar del “Paisaje en la botella”. Fue entonces cuando le propuse que hiciéramos un libro y en el cual él contara como son sus días en el viñedo, lo que sucede ahí y lo que le sucede a él. Así fue cómo surgió la idea”, explicó el artista.
El libro recorre gráficamente, a lo largo de sus páginas, las cuatro estaciones que vive un viñedo y sus plantas enmarcado con frases y pensamientos de Vigil. Podrán leer: “En mi mundo el amanecer siempre fue mi calma. En alguna época mis días contenían más dolor que alegrías, pero el amanecer me daba esa sensación que todo podía cambiar” junto a una foto de un viñedo otoñal. O “Con la llegada del invierno recuerdo los aromas de la mañana cuando se prendía la estufa con los sarmientos de la poda” frente a la foto de un raspón congelado. Con la llegada de la primavera y la floración de las vides: “La belleza de esta etapa en el viñedo está a la vista, pero lo más interesante pasó en la oscuridad de cada yema. Tan increíble es el viñedo, que sus racimos se formaron en la primavera del año anterior, donde la célula decidió ser racimo y no hoja”, describe Alejandro. Y finalmente, la vendimia y el momento culmine de la vida de un viñedo el winemaker escribe: “Austeridad, manos con cicatrices. Clima y trabajo. Calor y frío. Sangre y pasión. Todo esto se expresa en cada gota de vino”.
Como acaricia el sol a la cordillera, los tonos anaranjados y amarillos de las hojas en otoño, el crudo invierno cuando envuelve las plantas dejando un tendal blanco tras su paso, la vida que renace con la floración de los racimos en primavera y el envero de las bayas en verano que serán vino, eso es el ciclo de vida de un viñedo y por eso Alejandro Vigil cuando define a sus vinos utiliza la frase que título este libro, “El Paisaje en la botella”.
“La viña nos enseña algo mayor y es la posibilidad de morir y renacer. Entender que pase lo que pase las hojas al final de la temporada caerán. Pero sin lugar a dudas, el máximo aprendizaje es que 5 meses después de quedar sin vida aparente, vuelven a brotar de la misma manera pero con un nuevo carácter dado por su ambiente”, concluye Alejandro.
El libro lo pueden conseguir exclusivamente en Casa Vigil y en el Instagram de Gustavo Sabez: @gustavosabezphoto.