Tim Atkin está de vuelta en Argentina. Como cada febrero, visita nuestro país para degustar unos dos mil vinos y elaborar su Special Report, tan esperado por la industria y el retail como por los consumidores más interesados. Es que Tim ha demostrado entender como ningún otro periodista internacional, qué pasa con el vino argentino. Interpretando las tendencias, apostando a zonas emergentes y poniendo énfasis en los vinos que están bien elaborados. Y no solo es por su formación de Master of Wine (MW), sino también por su experiencia y visión. Sin embargo, su característica más saliente es su consistencia. Metódico a la hora de degustar y hacer sus anotaciones, escucha a todos por igual, aunque sabe quiénes son los “voceros” del vino argentino, a los cuáles quizás les dedica más tiempo. Esto no implica favoritismo alguno, sino que, interpretando a los referentes, se puede entender el rumbo. Porque se sabe que en el vino argentino hay jugadores de peso que marcan la cancha. Sin embargo, hay pequeños hacedores que, gracias a sus grandes vinos, pueden hablar de igual a igual. Al menos en lo que refiere a calidad y carácter vínico.
Tengo la suerte de conocerlo hace más de quince años, y compartir con él su primera noche en Buenos Aires; desde hace más de diez años; para “ponernos al día”. La degustación de vinos seleccionados que organizado junto a Wines of Argentina, siempre en un lugar diferente (este año fue en La Malbequería), le sirve de puntapié inicial. Hablamos de lo sucedido en el año, de las novedades, de las curiosidades y, a través de los vinos, de características particulares, ya sean de una variedad, zona, estilo o hacedor. Claro que a lo largo de su estadía (más de tres semanas) habla con mucha gente (hacedores, bodegueros, restauranteurs, sommeliers, etc.), que le proporcionan información vital para su nuevo informe. Pero, además, eso lo ayuda también a interpretar mejor los cambios. Porque más allá de los efectos del clima de la cosecha, muchos vinos argentinos muestran cambios que, en muchos casos, no tienen que ver con los efectos del lugar o la añada.
Su trabajo es clave porque ayuda a legitimar todo lo que hacen las bodegas, ya que es una palabra autorizada de nivel internacional, y que recorre anualmente diversas regiones vitivinícolas del mundo. Ese expertise lo coloca en una situación privilegiada. Y eso explica el interés de “todos” en el ámbito del vino nacional de contar con su presencia en sus bodegas.
Ahora bien, el plus de Tim n radica en su expertise, sino en el conocimiento de la gente que hace vinos. Claro que no conoce a todos, pero cada vez son más. Esto, y ser él quien personalmente degusta los vinos y visita las bodegas, le otorgan una ventaja profesional diferencial. Porque hay un “significado” detrás de cada etiqueta, “un mensaje en la botella” que hay que saber interpretar para poder compartir desde las palabras. Obvio que no todos, pero sí detrás de muchos vinos que buscan ir más allá. Y son esos vinos, los que pueden reflejar su razón de ser en las copas, los que más se benefician del conocimiento de los profesionales y también de los consumidores. Porque vinos buenos, ricos y bien logrados hay miles en la Argentina, pero no todos pretenden llegar más allá, simplemente porque ese no es su objetivo, sino simplemente cumplir con objetivos comerciales.
Pero los vinos que buscan reflejar un lugar, una historia, la personalidad de su hacedor o un estilo, son los que terminan subiendo la vara. Tim sabe que la vara del vino argentino está cada vez más alta, pero no está interesado en regalar 100 puntos a muchos vinos, sino en premiar; a través de sus puntajes, palabras y fotos (además es un gran fotógrafo); a los mejores. Wellcome back Tim!