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Crecen los restaurantes y bares con mística peronista en Buenos Aires

El caso más conocido es el de Daniel Narezo, dueño de Perón Perón, cuyo local de Palermo es uno de los famosos desde hace más de una década. Otro de los que más público convoca es "El Santa Evita" con la exquisita cocina del chef Gonzalo Alderete Pagés.

En el restaurante temático La Capitana, en Almagro, muchos extranjeros se acercan atraídos por la figura de Evita y se mezclan con los clientes locales, algunos fervorosos militantes (como el que sopló las velitas), vecinos y gente a la que, simplemente, le gustan los platos del lugar. 

El local es una de las últimas aperturas porteñas de una tendencia que comenzó a crecer en la Ciudad desde hace más de una década: lugares para comer y beber donde se rinde culto a Juan Domingo Perón, Eva Duarte y también a los líderes del kirchnerismo.

Los primeros restaurantes “peronistas” de Buenos Aires

Uno de los restaurantes pioneros en el rubro fue El General, que abrió en 2005 en la Avenida Belgrano al 300 y luego se mudó a México al 900, donde se mantuvo hasta su cierre en 2015. El proyecto naufragó entre internas políticas de sus dueños (duhaldistas vs. kirchneristas) y vaivenes económicos. 

El que inauguró en el mismo año pero logró mantenerse vigente desde entonces es el restaurante del Museo Evita, en Palermo, quizás el que tiene una atmósfera más despojada de alusiones partidarias, a pesar de la figura omnipresente de la ex Primera Dama. Ubicado en un edificio histórico construido en 1923, se destaca por su elegante patio con piso damero y su amplio menú con opciones desde la mañana a la noche.

Un café con Perón es otro de los espacios de este tipo entre los más antiguos, aunque estuvo cerrado durante varios años y reabrió recientemente, en diciembre de 2022. Ubicado en la misma manzana de la Biblioteca Nacional en Recoleta, el bar está integrado al Instituto Nacional Juan Domingo Perón, creado en 1995 y dedicado al estudio e investigación histórica.

La construcción, con entrada por la calle Austria, formaba parte del majestuoso predio del antiguo Palacio Unzué, residencia presidencial del General y Evita, demolida en 1956. La casona donde vivía el mayordomo es donde hoy funciona el café, en el primer piso, al que se accede por escaleras de mármol y donde los visitantes se encuentran con una escultura a escala real del General Perón.

Desde que reabrió, la conducción del restaurante ahora está a cargo de la misma cooperativa detrás de otro bar temático de la ciudad, Lo de Néstor, ubicado en San Telmo. ​Por este motivo, la cocina se abastece de productos generados por los mismos miembros y el menú apunta a platos y precios populares, como una milanesa a la napolitana ($ 1.550) o pastel de papas ($ 1.250).

Leonardo Duva, presidente de la cooperativa, admite que la propuesta es disruptiva en uno de los barrios más caros y elegantes de la Ciudad, pero asegura que hasta ahora la recepción de los vecinos ha sido muy buena y que esperan poder empezar a difundirla más para trabajar con agencias de turismo internacional. El lugar, con un salón y dos patios internos, tiene capacidad de hasta 100 cubiertos.

El mapa de los restaurantes peronistas en Buenos Aires

El formato de las cooperativas populares detrás de estos locales se repite en otros barrios de la ciudad como La Paternal, donde El Café de los Patriotas funciona como centro político-cultural y pizzería. Así, hay público que asiste a charlas como “Repensar el Poder Judicial” y otros que simplemente van a disfrutar de las pizzas a la piedra, empanadas, sandwiches, sidra tirada y shows en vivo.

En otra línea están los restaurantes cuyos dueños son militantes que incursionaron en el rubro gastronómico al ver la posibilidad de explotar el nicho. El caso más conocido es el de Daniel Narezo, dueño de Perón Perón, cuyo local de Palermo es uno de los famosos desde hace más de una década y al que en julio de 2022 sumó una sucursal en San Telmo, Perón Perón Vivo, que cuenta con la sala teatral Eva Fénix para espectáculos y charlas.

Casi un “hijo” de Perón Perón es el Santa Evita, comandado por su ex chef Gonzalo Alderete Pagés, que armó su propio proyecto cuando se distanció de Narezo en 2018. Allí se reivindica tanto la figura de Eva como la cocina popular y norteña (empanadas salteñas, locro, tamales), que atrae más allá de las ideologías.

A veces, entonces, la comida o la curiosidad le ganan a la grieta. “Los que más vienen sí, son ‘compañeros’, pero nos sorprende que hay mucha gente del barrio y hay mucho turista”, confirma Nicolás Costa, dueño de La Capitana, otro militante gratamente sorprendido con la respuesta de los clientes.

Con cuatro locales en pocas cuadras, San Telmo era, hasta este diciembre de 2022, el barrio con mayor densidad de propuestas gastro-peronistas. Aunque ahora dos de ellos están cerrados temporalmente (Lo de Néstor y El Justicialista), los otros no dejan de ser un fenómeno atractivo para los extranjeros que recorren la zona.

La sommelier brasileña Fabi Aguinsky, por ejemplo, visitó NK Ateneo, el restaurante con el que el ex chofer de Néstor Kirchner Rudy Ulloa le rinde tributo a quien fue su jefe y presidente de la Nación. Aguinsky compartió Instagram videos de la escultura del ex mandatario con la frase “Llegamos al restaurante más peronista de Buenos Aires”. Un concepto que -ella seguro no lo sabe- podría debatirse largamente en las entrañas mismas del peronismo.

En las antípodas del dicho popular de “no hablar de política en la mesa”, en los restaurantes peronistas la política antecede a los platos y forma parte de la mística de la propuesta. 

Fuente: Clarín Gourmet