En los restaurantes suele haber carta o lista de vinos. La primera, supone una selección de etiquetas basada en la propuesta gastronómica del lugar. Mientras que la segunda, suele estar compuesta por un conjunto de etiquetas elegidas en función de acuerdos comerciales. Ambas son válidas, aunque obviamente las cartas tienen mucho más para decir. Es cierto que algunas intimidan por su tamaño y cantidad de referencias, pero lo importante a tener en cuenta es saber leerlas e interpretarlas. Y si bien hay muchas cartas de vino que solo detallan marca, cosecha y bodega, actualmente algunas son más amplias. Hablan de terruños, de enólogos, de métodos de vinificación, y hasta de estilos. Cada uno de estos aspectos no solo representan una manera de clasificarlos, sino una excusa de ventas. No obstante, y más allá del esmero del sommelier, la mayoría va a elegir en función de la información en la columna de la derecha; los precios, ya que la relación calidad-precio suele ser el aspecto más importante a la hora de tomar la decisión de que vino elegir. Aunque claro está, esto tiene más que ver con la coyuntura económica del país. Paradójicamente, hoy se están haciendo los mejores vinos de la historia, pero el consumo sigue estancado, más allá de la leve recuperación que se dio a partir de la pandemia. Sin embargo, esa no es la única contradicción entre el vino y su mejor aliado; el consumidor. Porque el atributo más importante para la mayoría es el precio, aunque no tenga nada que ver con el producto. Claro que es un indicador de la calidad, pero debería ser mucho más importante a la hora de elegir un vino la variedad, el origen, el tipo o estilo, el hacedor, la cosecha, etc. Todos aspectos del vino que son los responsables de gustar más o menos a la gente. Y también la comida, ya que la mayoría de los vinos se disfrutan en la mesa.
Pero, así como muchas cosas entran por los ojos, muchos vinos entran por su precio, algo obvio en un país acostumbrado a la inflación. Y es por ello que la relación calidad-precio (RPC) se volvió la más valorada. Por suerte, también se puede elegir bien un vino empezando por su segmento de precios. Cabe destacar que esta relación depende de las botellas que estén al lado, por ende, una buena RPC se puede dar en todos niveles de precio, ya que el concepto de caro y barato es subjetivo, y no aplica al vino porque depende de las posibilidades de cada uno. Para dar con el mejor vino posible hay que poner foco en el segmento deseado y optar por el prestigio de la etiqueta, por la fama del varietal y por una cosecha reciente. Y a medida que aumentan los valores, se puede exigir más información específica sobre terruño, crianza y hacedor. Aunque todo se confirmará al final, una vez el vino llegue a la copa.